El conflicto en Ucrania ha revelado una turbia y cruel ecuación que incentiva la participación militar
Es posible que la guerra en Ucrania esté avanzando hacia una fase decisiva de la contienda según las noticias que se han dado en las últimas 24 horas, pero mientras tanto, las bajas en ambos bandos se siguen sumando con un coste que, en ocasiones, es totalmente impredecible. De hecho, está teniendo lugar una de esas paradojas que solo pueden darse en una distopía o un conflicto bélico. Muertos cuyo “valor” económico supera a las personas trabajando en vida.
La “economía de la muerte” en Rusia. Lo contaba en un extenso reportaje The Wall Street Journal. En el contexto de la prolongada invasión de Ucrania, Rusia ha configurado un sistema económico que otorga un valor monetario significativo a la muerte en el frente, uno capaz de generar un impacto económico y social tanto en las familias afectadas como en las regiones más empobrecidas del país.
A este respecto, explicaba al medio el economista Vladislav Inozemtsev que la familia de un hombre de 35 años que sirva un año en el ejército y muera en combate recibe, en promedio, 14.5 millones de rublos (150.000 dólares), una suma que no incluye otros bonos e indemnizaciones adicionales.
La paradoja. Se da porque esta cifra es sustancialmente mayor a lo que un trabajador promedio ganaría hasta los 60 años en muchas regiones de Rusia. De hecho, para muchas familias en áreas rurales o desfavorecidas, este cálculo convierte la muerte en una opción "rentable", revelando una turbia y cruel ecuación que incentiva la participación militar.
Impacto regional: riquezas de luto. El medio pone como ejemplos dos regiones: Tuva y Buriatia. Ambas han experimentado un crecimiento más que notable en sus depósitos bancarios, con aumentos del 151% y 81% respectivamente desde enero de 2022. Estas zonas, marcadas históricamente por la escasez, han visto reducciones en sus tasas de pobreza, lo que evidencia cómo los pagos por muertes en el frente han generado una bonanza económica local en medio de la tragedia.
Pero hay más. También se han registrado boom inmobiliarios, con un incremento del 32% en la construcción residencial en Buriatia, comparado con el 2% nacional. De hecho, el gasto en restaurantes y bares en regiones como Altai ha crecido un 56% en el último año, reflejando un aumento en el consumo.
El reclutamiento. Con más de 600.000 soldados muertos o heridos desde el inicio del conflicto en Ucrania, según las estimaciones, es meridianamente conocido que Rusia enfrenta una necesidad urgente de reemplazar bajas. Se calcula que 30.000 nuevos reclutas son necesarios cada mes, lo que ha llevado al Kremlin a ofrecer sumas significativas como incentivo, evitando así medidas más drásticas como una movilización general que podría resultar políticamente impopular.
Actualmente, el salario mínimo de un soldado en Ucrania es de 210.000 rublos (2.140 dólares), casi tres veces el promedio nacional. Además, se otorgan bonificaciones adicionales por participar en operaciones ofensivas y actos destacados en combate, lo que permite reclutar alrededor de 1.000 hombres al día, según el Ministerio de Defensa del Reino Unido. En paralelo, y como hemos contado estas semanas, todo indica que se han buscado alternativas insólitas, como la negociación con Corea del Norte para el envío de tropas adicionales.
Distorsiones económicas y tensión. Es otra de las patas de la guerra. El conflicto ha creado desequilibrios en la economía rusa. La inflación alcanzó casi el 10% en septiembre, con aumentos pronunciados en productos básicos como las patatas, cuyo precio se elevó hasta un 73% en lo que va del año. Aunque el enorme gasto militar ha sostenido el crecimiento del PIB, las sanciones internacionales y las distorsiones estructurales generan incertidumbre sobre la sostenibilidad de la economía.
A este respecto, algunos expertos advierten que Rusia podría no ser capaz de mantener el esfuerzo bélico más allá de 2025, especialmente si persisten las actuales presiones financieras. No solo eso. La guerra también compite directamente con el sector privado ruso, donde las fábricas dedicadas a la producción de armamento ofrecen salarios elevados para mantener operativas las líneas de producción. Es tal la situación que, según WSJ, el fenómeno ha exacerbado la escasez de trabajadores en otras industrias, aumentando la presión sobre la economía y contribuyendo al encarecimiento de bienes y servicios.
Deathonomics. La paradoja del “valor económico” de un soldado muerto en comparación con el valor en vida solo puede darse en una situación tan extrema como es la guerra. La llamada "economía de la muerte" o “deathonomics” en Rusia subraya cómo, en este caso el gobierno ruso, parece haber convertido la pérdida humana en una herramienta financiera para sostener la guerra en Ucrania.
Qué duda cabe, dicho sistema, aunque temporalmente beneficioso para algunas comunidades, refleja un modelo a todas luces insostenible a largo plazo, plagado de tensiones internas, desafíos económicos y un futuro incierto.
Imagen | Latvijas armija
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