La situación económica y de vivienda que actualmente viven los jóvenes en España no presenta un futuro muy esperanzador. Sin embargo, estas nuevas generaciones tienen un inesperado as en la manga: el cambio demográfico y el descenso de la natalidad de las últimas décadas en España apuntan a una progresiva concentración de riqueza entre los millennials y la población más joven a través de las herencias.
Un 41% más ricos que la generación anterior. El estudio Demografía, vivienda y brechas de riqueza elaborado por la Fundación Afi Emilio Ontiveros, concluye que la transferencia de riqueza de los miembros de la generación del Baby Boom a los Millennials o generaciones posteriores, será un 41% superior a la que recibieron de la generación anterior. Este incremento en la transferencia de patrimonio no es solo cosa de grandes fortunas, sino que responde a factores como el crecimiento urbanístico y socioeconómico que España vivió entre los 80 y los 2000, y la inversión de la pirámide demográfica.
El estudio calcula que las personas nacidas entre 1980 y 1996 heredará de media 250.000 euros de la generación anterior. Sus antecesores heredaron una media de 177.000 euros y la llamada "generación silenciosa" nacida a principios de siglo, recibió una media de 91.000 euros.
Migración y disponibilidad de vivienda. En un contexto histórico, entre los años 60 y 90 del siglo pasado se produjo un enorme movimiento migratorio del campo a las ciudades, sembrando el germen de lo que hoy es la España vaciada para concentrarse en las grandes ciudades. Mientras que en los 80 el 27% de la población vivía en poblaciones de menos de 10.000 habitantes, en 2021 apenas lo hacía el 20%.
Por otro lado, esa migración se acompañó con una enorme oferta de vivienda que creció formando nuevos barrios que, en aquellos años conformaría la periferia de las ciudades, pero hoy forman parte del núcleo urbano. Según datos del estudio, el parque de viviendas en España está formado por 26,7 millones de viviendas y tiene una antigüedad media de entre 45 y 50 años. Eso da una idea del volumen de construcción en ese periodo de tiempo. El estudio estima que, en torno a un 80% de la población del Baby Boom, nacida entre 1958 y 1975, tiene una de esas viviendas en propiedad donde reside habitualmente.
La segunda residencia. Paralelamente, el estudio muestra que, además de la construcción de viviendas principales en las grandes ciudades entre los 60 y los 80, también se incrementaba la proporción en la construcción de segundas residencias en zonas turísticas que todavía no estaban tensionadas por la masificación de las últimas décadas.
Esa presión sobre la vivienda ha hecho que muchas de esas viviendas secundarias pasen a convertirse en viviendas principales o que sus propietarios las alquilaran, obteniendo un beneficio económico adicional que impactará en el patrimonio neto del legado de esta generación.
Incremento en el precio de la vivienda. El incremento en el precio de la vivienda también supone un importante impulso al incremento en la revalorización del patrimonio a heredar. Los datos del estudio indican que, en 2004, el precio medio de la vivienda nueva en España era de 140.000 euros, dos décadas más tarde ese precio medio ha ascendido hasta los 267.078 euros.
Eso hace que el valor de las inversiones inmobiliarias hechas entre los 80 y los 2000, se haya revalorizado por encima del 100% con respecto a su precio de mercado actual y, por tanto, también se incrementa la valoración del patrimonio que se hereda.
La importancia de la natalidad. Uno de los factores clave para ese incremento en la transmisión y concentración de riqueza hacia los millennials, es el descenso en el número de nacimientos. Los datos de natalidad en España indican que en los 60, la tasa de natalidad era del 21,70% con 2,86 hijos por mujer. En los 80, la tasa era del 15,22% con 2,21 hijos por mujer, mientras que a finales de los 90, coincidiendo con el nacimiento de los primeros millennials, la tasa de natalidad caía hasta el 9,39% con 1,16 hijos por mujer.
Eso implica que, la generación del Baby Boomers tuvo que repartir sus herencias con entre cuatro y dos hermanos de media, mientras que la distribución de ese patrimonio entre los millennials se concentrará entre uno y dos hermanos, con el añadido de que, muchas parejas optaron por no tener hijos, por lo que se incrementan las opciones de heredar de familiares de tercer grado (tíos, por ejemplo).
La desigualdad continúa estando presente. Pese a que el estudio no de cifras concretas, sí destaca que esta concentración de riqueza en manos de los millennials contribuirá a incrementar la brecha patrimonial entre ricos y pobres.
El origen de esa creciente desigualdad se centra en la acumulación de bienes inmuebles en ubicaciones estratégicas o con una mayor superficie construida, que son los que mayor incremento han tenido en los últimos años. Aquellos que no cuentan con familias propietarias de una o más viviendas, seguirán en desventaja.
Imagen | Unsplash (Roman Synkevych)
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