Greta Thunberg viaja en el tiempo: la loca teoría de la conspiración en torno a una foto de 1898

A finales del siglo XIX la humanidad podía imaginar a duras penas la emergencia climática que afrontaría apenas cien años después. Por aquel entonces las economías industrializadas apuntalaban su transición hacia la modernidad extrayendo y quemando carbón, y las nuevas tecnologías convertían al petróleo en una fuente de riqueza esencial. Europa, lanzada a la conquista de cuantos territorios existieran, se adentraba en tierras tan remotas como el Yukón canadiense.

Y por allí, en medio de la nada y enfrascada en la búsqueda de un puñado de pepitas de oro sobre las que cimentar una fortuna, se encontraba Greta Thunberg.

La foto. Durante los últimos días una teoría de la conspiración ha recorrido las cuatro esquinas de la red: Thunberg no es una activista de quince años que en un puñado de meses se ha colocado al frente del movimiento global contra el cambio climático, sino una viajera en el tiempo que, proveniente del pasado y turista en el futuro, ha aterrizado en 2019 con un mensaje de alarma y premura. Si ha visto el pasado y ha visto el futuro, quién mejor que ella para advertir sobre las consecuencias del calentamiento global.

Yukón. El origen de tan alocada historia se encuentra en una fotografía archivada en la biblioteca digital de la Universidad de Washington. En ella aparecen tres niños manejando maquinaria rudimentaria en Dominion Creek, en el Yukón, una de las provincias más salvajes de Canadá. La imagen data de 1898, aún colonia del Imperio Británico. En primer plano y a la izquierda aparece una niña cuyas facciones redondeadas y mirada penetrante le convierten en un calco de Thunberg.

Recepción. Las similitudes son evidentes. Tanto que un buen puñado de medios de comunicación han amplificado la coincidencia, alimentando una jocosa y bien avenida teoría de la conspiración. Si acaso, el meme habla de la proyección ya internacional de Greta Thunberg. La adolescente ha acaparado titulares y conversaciones públicas (incluyendo debates políticos en prime time) tras un año de incesante campaña, viajes en barco y participaciones en cumbres por el clima.

Casualidad. ¿Pero cómo es posible que existan o hayan existido dos personas idénticas? Hay numerosos ejemplos de personas famosas a las que Internet ha encontrado un pariente remoto en alguna fotografía primitiva del siglo XIX. En España, uno de los casos más divertidos es el de Sergio Ramos, calcado a un joven Iósef Stalin. Matthew McConaughey, Christian Bale o Sylvester Stallone, entre otros muchos, tienen sus particulares doppelgängers repartidos en álbumes antiguos y cuadros renacentistas.

Hay muchos humanos. Las probabilidades de que dos sean exactamente iguales son elevadas. Eso o que, como el caso de Thunberg, estén viajando por el tiempo con una advertencia sobre el apocalipsis que se avecina.

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