Pese a todos aquellos reportajes sobre los redondeos al alza y algunos pobres ancianos confusos por el cambio a una nueva divisa, la transición de la peseta al euro tuvo poco de dramática. España se acostumbró enseguida a una moneda fuerte que, además, permitía viajar por el continente sin mayores quebraderos de cabeza. Desde entonces las pesetas, las antiguas pesetas, han quedado confinadas a un rincón de nuestra memoria.
Pero también a nuestros cajones.
Las reservas. Dos décadas después, los españoles aún guardamos en torno a los 1.600 millones de euros en forma de pesetas. Perviven como reliquias, como objetos de colección limitada o como mero estorbo en el fondo del cajón. Se trata de un problema que el Estado aspiraba a solucionar de forma paulatina (han pasado ya casi veinte años). 2021 marcaba el punto de no retorno para ellas. El Banco de España dejaría de aceptarlas.
Hasta que llegó el coronavirus.
Ampliación. Lo anunció ayer el Consejo de Ministros. Los estragos de la epidemia y las complicaciones administrativas planteadas por el confinamiento, las citas previas o las limitaciones de aforo han provocado que, quién sabe, miles de personas hayan aplazado sus planes y hayan optado por no cambiar sus pesetas. Ahora tendrán una reválida. El Estado seguirá aceptando la antigua moneda hasta el 30 de junio.
Testarudos. Pese a todos sus esfuerzos, el Banco de España ha fracasado en su recolección de pesetas. Alrededor del 45% de monedas y billetes en circulación antes de la llegada del euro siguen a buen recaudo en alguna parte. Una pequeña porción de ellas se reservan para colecciones privadas, de creciente cotización. Otras están muy deterioradas. Y otras, creen desde la institución bancaria, se guardan como memorial turístico en bolsillos extranjeros. Sea como fuere, las pesetas siguen ahí, ocultas.
Cotización. ¿Y tienen algún valor si nos las quedamos más allá del plazo ofrecido por el Banco de España? Hace algunos años, varios artículos recopilaron algunas de las monedas más valiosas en el mercado de coleccionismo, cifrando en hasta 20.000€ determinadas piezas, muy específicas. Como vimos en su día y como explicaron otros expertos, esto ni es exactamente así (se pagan más baratas) ni es realista. Nuestras monedas, circuladas y muy comunes, no tienen un valor especial.
Es decir, si no se las entregas al Banco de España antes de junio del año que viene no podrás canjearlas ni rentabilizarlas de ningún modo. Los coleccionistas pagan grandes sumas por ediciones limitadísimas que jamás entraron en circulación y que ya eran muy caras cuando se acuñaron.
Límites. También hay límites. El Estado sólo aceptará monedas y billetes emitidos a partir de 1939. Todas las divisas previas sólo servirán como reliquia. Son estas las monedas que suelen alcanzar un valor más asombroso entre los coleccionistas. Piezas como el centén segoviano, unos 100 escudos de oro, una de las divisas utilizadas bajo el reinado de los Austrias, se han pagado por encima de los 800.000€. También la onza española (ocho escudos), de 27 gramos de peso y valorada en 140.000€.
Son excepciones. Tener monedas valiosas es muy, muy raro. Las utilizadas en el día a día sólo tienen interés histórico y memorístico. Y ahora tienes hasta el 30 de junio de 2021 para deshacerte de ellas.