Prince ha fallecido a los 57 años. Su figura dentro de la música pop es incuestionable, al margen de filias y fobias. Elemento clave, por heterodoxo y provocativo, durante la década de los ochenta, la importancia emocional y simbólica de Prince ha provocado que, en un abrir y cerrar de ojos, y dada la hiperactividad habitual de la red, las cuatro esquinas de las redes sociales se llenen de homenajes gráficos de bellísima impronta. A esta hora, hemos seleccionado un puñado de nuestros favoritos, tanto de artistas digitales como de medios de comunicación como de admiradores anómimos. Así se está despidiendo el mundo de Prince.
Un héroe rock vestido de morado
La mayor parte de dibujos y montajes que están rindiendo pleitesía a Prince se centran en el simbolismo del color morado, aquel que le catapultara al estrellato total y a la fama eterna de la mano de Purple Rain (Warner, 1984). Ataviado como un aristócrata extravagante, a lomos de una moto de gran cilindrada, esa es la estampa que el mundo recordará de Prince, ahora en forma de dibujo.
Y un principito revestido de pura imaginación
Prince fue el puente que la década construyó entre el rock blanco y la herencia cultural afroamericana. Consciente de ello, erigió su estética en torno a parámetros de elegancia y de exhibicionismo a lomos de ambos, resultando en el ideal principesco y singularísimo que, al final, de forma tan nítida le ha resumido durante toda su vida. Prince era un príncipe, sí, pero revestido de pura imaginación. Era un principito surgido de Minneapolis capaz de arrastrar su música a extremos creativos tan únicos y especiales como aquel cuento infantil de Saint-Exupéry, donde lo real siempre se confundía con lo inventado.
Tres ojos, tres gafas, tres dimensiones
Mucho antes que un grandísimo creador, Prince comprendió que la música era espectáculo, y que el negocio era espectáculo. De ahí el profundo poso mitológico y personalísimo sobre el que reposaba su cuidado acabado estético. Pocas imágenes estáticas ofrecen un relato tan fidedigno de Prince como la que ilustra su último LP, Art Official Age (Warner, 2014): tres ojos, tres gafas y tres dimensiones. Una resultaba insuficiente.
Aquel Prince joven y descamisado
Sin embargo, tratar de encapsular una carrera artística tan larga y prolífica como la de Prince es una tarea complicada. Si The Huffington Post optaba por recurrir al Prince tardío en su homenaje, BuzzFeed acude a los orígenes, a la emblemática foto que ilustra su segundo trabajo, Prince (Warner, 1979). Un año antes de pisar la década que le alzaría a la gloria y del primer disco clásico del compositor, Prince era un tipo con dejes setenteros (la melena, el descamisamiento, el pelo en pecho) de incipiente exuberancia hortera.
Las mil y un caras (warholianas) de Prince
Y como producto eminentemente pop, era lógico que, tarde o temprano, alguien decidiera filtrarlo a través de la cosmovisión colorista y saturada de Andy Warhol. Prince es morado, sí, pero también es azul cielo, naranja chillón o rojo sangre, una paleta de colores que siempre le acompañaría a lo largo de su carrera.
A vista de cómic: Prince como una ficción
Como una ficción romántica (y descaradamente sexual), sin duda, porque cuesta encontrar un escenario teatral donde el drama, el amor y la exageración emocional, pero siempre con un toque sensual inevitable, se ajusten tan bien al papel que Prince interpretó durante toda su vida. A contraluz y como el héroe-antihéroe que todos hemos necesitado alguna vez en nuestra vida, Prince es, en esta viñeta y quizá en el imaginario colectivo que lo recordará, un producto sólo fruto de su propia perversión imaginativa. Y de la nuestra.
Y sobre el caos reinará
¿Por qué no un Prince distópico que surge de un mundo en llamas para lanzar algunos de los discos más atractivos de la década de los ochenta? En muchos sentidos, su imagen y su herencia musical tiene algo de eso: la producción de sus discos en una década marcada por la sobreproducción, la estética humeante y difusa de sus videoclips, su aspecto decimonónico pasado de vueltas. Prince cabría como ese héroe-antihéroe del que hablábamos antes en un mundo que sólo mereciera a alguien tan lo mejor y lo peor.
Ahí, en la cima, junto al resto
Pocas dudas. Prince engrosa la misma lista, y casi al mismo nivel, de otros grandes artistas norteamericanos fallecidos recientemente. Por semejanzas y contemporaneidad, quizá el referente más cercano sea del de Michael Jackson. Alguien lo previó con cierta premura, y de aquellos polvos, estos lodos. O esta imagen:
Sin más: una eterna lluvia púrpura
Al final, Prince, estas eran las gotas de las que hablabas, ¿no?
Imagen | Cordon Press