Sus espirales con productos repelentes de insectos forman parte del paisaje nipón durante los veranos
Pocos ruidos crispan cabrean más que el zumbido de un mosquito que revolotea alrededor de nuestra cama de noche. Molesta su sonido. Y molestan más, mucho más, las ronchas que dejan sus picaduras. Bien lo sabemos en España, donde entre finales de la primavera y el verano lidiamos con el temido mosquito tigre. Y bien lo saben en Japón, donde estos diminutos insectos suponen todo un quebradero de cabeza. Allí también se las ven sobre todo con el aedas albopictus, la especie que más incordia en la isla Honshu, donde se concentran la mayoría de ciudades.
Para plantarles cara los japoneses desarrollaron hace ya más de un siglo un método que puede ayudarnos a evitar molestas picazones en España.
No digas mosquito, di katori senko. Aunque lo de quemar vegetales aromáticos para espantar mosquitos no es una táctica exclusiva de Japón fue allí donde, hace ya más de un siglo, desarrollaron una forma particularmente eficaz de hacerlo. Su nombre: katori senko. La palabra suena exótica, pero el concepto es en realidad muy sencillo. Básicamente consiste en una barra de incienso en forma de espiral que se fijan sobre soportes y a las que se añaden otros ingredientes para repeler insectos, como anacetum cinerariifolium, más conocida como piretro.
Una solución con historia. Usar el katori senko es muy sencillo. Solo hay que encenderlo y esperar a que el humo se expanda. Lo de quemar plantas aromáticas no es nuevo ni exclusivo de Japón, pero versión más extendida sobre la historia del katori senko asegura que fue allí donde se ideó. Para ser más precisos el mérito se atribuye a Eiichiro y Yuki Ueyama, quienes tuvieron la idea a inicios del siglo XX.
The Japan Times recuerda que la idea surgió por puro azar. De hecho Eiichiro Ueyama no se dedicaba a combatir insectos, sino a la exportación de mandarinas. Gracias a la mediación de un amigo, el estatista Fukuzawa Yikichi, acabó entrando en contacto con un comerciante de EEUU que le ofreció unas semillas de piretro, una planta vistosa que, le explicó, resultaban mortífera para los insectos. Ueayama la bautizó "jyochūgiku" y no tardó en mezclar el polvo de sus flores con almidón para elaborar unas barritas de incienso que, efectivamente, repelían mosquitos.
La clave: su forma de espiral. Lo de las barritas estaba bien, pero era una solución mejorable. De entrada porque se consumían muy rápido. En 40 minutos ya solo quedaban cenizas. Fue la esposa de Eiichiro, Yuki, quien tuvo una idea en 1895: ¿por qué no cambiar la forma por otra en espiral? "Las bobinas fueron un éxito y se laminaron a mano hasta 1957, cuando se mecanizó la producción. Desde entonces, poco ha cambiado en las resistencias antimosquitos de la marca Kincho de Ueyama, incluido el color verde intenso y el empaque", relata el diario nipón.
El cambio no fue menor. Como precisa Living Japan, al darle forma de espiral los katori senko ganaron algunas ventajas importantes: grosor y longitud —lo que se traduce a su vez en una mayor duración— y seguridad, ya que el nuevo diseño concéntrico reducía el riesgo de que pudiera caerse y provocar un incendio.
Adaptándose a los tiempos. El método funcionó tan bien que hoy podemos encontrar espirales antimosquitos de diferentes marcas y con una amplia variedad de fragancias. El sistema también ha evolucionado. "Mientras que las espirales y palos tradicionales se fabricaban con una pasta de piretro, las espirales modernas para mosquitos contienen en su mayoría insecticidas piretroides o sustancias derivadas de plantas como la citronela. Son baratos, portátiles y generalmente eficaces para reducir las picaduras", anotan desde la Universidad de Sídney.
Con letra pequeña. La institución australiana recuerda que la capacidad de las espirales para repeler mosquitos "se ha estudiado bien" y habitualmente "reducen la capacidad" de los insectos para picar; pero también aconseja tener presentes sus limitaciones: "Es bueno para que los mosquitos piquen menos, pero cuando existe riesgo de enfermedad es necesario detener todas las picaduras", recuerda.
En un artículo centrado en los katori senko, el profesor Cameron Webb, de la Facultad de Medicina de Sídney anima también a evitar la exposición prolongada al humo, sobre todo si las espirales se utilizan en espacios cerrados.
"Hay pruebas suficientes que demuestran que, cuando se utiliza al aire libre, la quema de espirales antimosquitos ayuda a reducir las picaduras de mosquitos, pero debe utilizarse con prudencia. Su uso en combinación con repelentes tópicos de insectos probablemente proporcione la mejor protección. Es mejor evitar su uso en habitaciones cerradas; los dispositivos 'sin humo' son una buena alternativa".
Un sistema, pero no el único. Las espirales no son el único método al que recurren los japoneses para protegerse de las picaduras de los mosquitos. En el país se usan repelentes de ultrasonidos y espray y trucos más tradicionales, como instalar mosquiteras en ventanas y puertas, eliminar en la medida de lo posible los focos de agua estancada que pueda haber en el hogar —macetas o jarrones— y usar prendas que se lo pongan más complicado a los insectos que quieran picarnos.
Imágenes | Tom (Flickr) y Ronald Langeveld (Unsplash)
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