En Finlandia no vive mucha gente. Apenas de cinco millones de personas pueblan las llanuras infinitas, repletas de bosques de coníferas y decenas de miles de lagos, del norte de Europa. Con una densidad poblacional de 17 habitantes por kilómetro cuadrado, una de las más bajas del continente, los finlandeses se han acostumbrado a vivir solos. Solos y en la distancia.
Al contrario que en los países mediterráneos, donde nos encanta tocarnos, abrazarnos y estar juntos, los finlandeses aprecian mucho su espacio personal. Sobre la materia se ha escrito mucho y es una de las características más peculiares del país finés. El recelo al contacto físico no sólo se despliega hacia el extranjero: es propio de todo finlandés de pro, y se manifiesta de forma sorprendente en las filas para esperar al transporte público.
Esta recopilación de bvirtanen007 de fotografías en paradas de metro y, sobre todo, de autobús, muestra lo que en otros lugares sería impensable: más de metro y medio de separación entre el primer pasajero y el siguiente. De pie o sentados, todos ellos guardan un espacio reverencial (y casi absurdo para las mentes sureñas) que deriva en larguísimas hileras... De muy poca gente. Los finlandeses dan mucha importancia a su espacio.
El fenómeno es una broma recurrente en los mentideros de la red, y los propios finlandeses son conscientes de ellos. Como se explica aquí, Finlandia ha sido hasta muy recientemente un país de pescadores y ganaderos. Ciudadanos de un lugar llamado bosque, perdidos en la inmensidad de sus árboles, de sus lagos, de su país vacío. Al igual que sucede en Noruega, los finlandeses aman la armonía con la naturaleza. Y eso siempre implica hacerlo en solitario o en poca compañía.
Hace unos años, una televisión finlandesa quiso comprobarlo con un peculiar experimento. Colocó varias cámaras ocultas en estaciones de metro y paradas de autobús de Helsinki, la capital y ciudad más poblada, y puso a actores a acercarse a viandantes y pasajeros aleatorios. Los intérpretes sólo tenían que andar un par de pasos en la dirección a su objetivo para provocar una sutil pero evidente incomodidad. Todos los finlandeses cambiaban su lenguaje corporal y mostraban estrés, extrañeza, horror.
Este otro montaje quizá sea paradigmático del amor finlandés por el espacio personal: un montón de personas apelotonadas bajo la marquesina de una parada de autobús y otro montón esparcidos, muy separados entre sí, lejos de ella. ¿La solución al misterio? Quizá quienes se resguardaban de la nieve sin temor a estar cerca los unos de los otros eran extranjeros. Los demás, indiferentes al frío, resguardaban su espacio personal fuera de la marquesina.
Es un ejemplo como otro cualquiera del extremo paranoico, a ojos de un mediterráneo, que alcanza el amor finlandés por el espacio personal. De forma muy divertida, los finlandeses saben reírse de ellos. Unas populares viñetas digitales dedicadas a diseccionar los estereotipos más firmemente asociados a la personalidad finlandesa, Finnish Nightmares, exploran de forma frecuente el problema del "espacio personal" en el país. Lo hace con un tino y un sentido del humor encomiables.
En verano, en invierno, bajo la nieve, con temperaturas extremas, en condiciones benignas: da un poco igual. En Finlandia es importante respetar el espacio de tu conciudadano. No significa que siempre sea así: hay fotografías que prueban como, cuando la ocasión lo requiere, Finlandia es capaz de apretujarse como un español o italiano de pro. Frente al supuesto orden inglés o a la extenuante metodología japonesa, Finlandia tiene algo que aportar a la ciencia de hacer cola: espacio.
He aquí algunos otros ejemplos.
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