Si la arquitectura rectora de las instituciones estadounidenses estaba desde hacía más de medio siglo dominada por un espíritu modernista, Donald Trump se irá de la Casa Blanca cambiando esto y sustituyéndolo por la tradición. Se trata de un último golpe del presidente saliente que, buscado o no, adquiere una dimensión simbólica de lo más elocuente sobre el estado ideológico actual de nación.
"Hacer los Edificios Federales Bonitos de Nuevo ": así se llamaba la última orden ejecutiva aprobada por Trump con el objetivo de unificar el aspecto de los edificios federales de EE.UU. A partir de ahora el neoclasicismo de los edificios más representativos de Washington y otras grandes urbes será la “preferida y usada por defecto” por la Administración de Servicios Generales (GSA), el organismo gubernamental encargado de las nuevas construcciones.
¿Por qué? Se trata de una acción populista. Al igual que en muchos países, una parte importante de la ciudadanía rechaza las arquitecturas modernistas y prefiere aquello que tiene un aspecto conservador. En concreto en los últimos años ha habido dos edificios, el Tribunal de Justicia de Miami y el Edificio Federal de San Francisco, que se llevaron las burlas de mucha gente. El borrador del decreto ahora firmado por Trump, redactado por un lobby arquitectónico, dejaba perlas como que esas construcciones "tienen poco atractivo estético" y que violaban la tradición. Es hora de que "la arquitectura federal inspire de nuevo respeto en lugar de desconcierto o repugnancia", decían.
Así que a partir de ahora la GSA tendrá que aceptar el estilo imperial y, en caso de duda, apoyarse en los dictados de un consejo formado por el Presidente.
La filosofía de Daniel Patrick Moynihan: para llevar a cabo su plan, la GSA tendrá que reescribir sus muy queridos Principios Rectores para la Arquitectura Federal, utilizados como base de diseño desde 1962. El ideólogo fue Moynihan, hombre de confianza de Kennedy. El objetivo de este gabinete era construir edificios que fuesen un "testimonio visual de la dignidad, la iniciativa, el vigor y la estabilidad del gobierno estadounidense", traducido: fomentar construcciones contemporáneas que sirviesen de promoción y catapulta de arquitectos y artistas nacionales. Luchar por ser el país que descubriese y dictase el futuro del diseño en lugar de mirar a un pasado, el grecorromano, que en realidad no les pertenecía. Detrás de las construcciones neoclásicas tan valoradas por los republicanos y buena parte de la ciudadanía había una búsqueda de trasmitir la legitimidad política que una nación recién inaugurada no tenía.
Por eso mismo esos Principios Rectores promovían diseños “frescos, regionales y auténticos”, aunque más importante aún, determinaban que no había un único “estilo nacional”, que es lo que la orden de Trump prefiere cambiar. Moynihan consideraba que la libertad de creación era sinónimo de valor democrático. A partir de ahora nada de brutalismo, nada de deconstructivismo ni inventos. Fuera edificios “feos”, un calificativo que suena no muy lejano a la famosa etiqueta de “degenerado” que se llevó el arte en tiempos de Hitler, esas mismas obras que, a falta de la crítica que dejará el paso del tiempo, han sido después refrendadas por el mercado del arte.
¿Y valdrá para algo? Sí que ha servido, para molestar a muchos colectivos y sumar puntos en la guerra cultural que vive el país. Según el Instituto Americano de Arquitectos, el National Trust for Historic Preservation y otras muchas voces, su plan visual, además de totalitario y unificador, es antidemocrático y matará la diversidad cultural, básicamente música para los oídos de los conservadores más movilizados. También ha logrado que el arquitecto jefe de GSA renunciase en verano antes de tener que reescribir los nuevos Principios, y provocó que un congresista demócrata lanzase una legislación estatal que evite los efectos de la orden en Nevada, dando más visibilidad al asunto. Ahora bien, los expertos apuntan a que le resultará muy fácil a la nueva administración dar marcha atrás, en cuestión de meses, al decreto. Por todo esto se trata más de un acto mediático que de otra cosa.
Consejos vendo: hay algo de ironía en este último decreto. El neoclasicismo también nació como corriente que contrarrestara los excesos estéticos del anterior estilo hegemónico, el barroco, con sus ornamentaciones excesivas y sus lujos estomagantes. Hay quien no ha dudado en sacar a colación qué aspecto tienen las residencias de Trump cuando la decoración corre a su gusto personal.
Ver todos los comentarios en https://www.xataka.com
VER 0 Comentario