El confinamiento de más de un tercio de la población mundial está revelando comportamientos sociales dignos de análisis. Si conforme avanzaba la pandemia el miedo al desabastecimiento del papel higiénico se convertía en un meme en sí mismo, un mes después de iniciar la cuarentena masiva, los españoles han comenzado a percibir que las unidades disponibles de harina y levadura son otro bien escaso.
Del mismo modo que durante el mes de marzo, varias cadenas de supermercados estadounidenses se quedaron temporalmente sin stock de papel higiénico o toallitas, ahora, comercios de Francia y España han comenzado a notificar escasez de paquetes de harina y levadura de panadería. La razón principal parece ser la misma: estamos haciendo pan y bizcocho por encima de nuestras posibilidades.
En línea con esta nueva obsesión por la repostería, la escritora de libros de cocina norteamericana, Sam Nosrat, no ha querido dejar pasar la oportunidad que le brinda esta cuarentena y ha creado un podcast denominado 'Homecooking', a través del cual comparte consejos de comida casera y recetas de aprovechamiento. Unos recogidos con entusiasmo por una buena parte de los europeos confinados.
Tal es la tendencia que, según datos recogidos por Stackline, las máquinas para hacer pan son la segunda categoría de productos más cotizados en el comercio electrónico y registran un aumento del 652% respecto a las cifras de marzo de 2020. Por detrás se encuentra la harina que ha experimentado un incremento de la demanda del 238%. Algo especialmente cierto entre los españoles, repentinamente obsesionados por una sola cosa.
Hacer su propio pan.
"Tengo un Ferrari sin gasolina"
Roberto Fernández, reside en Madrid y quiere hacer pan con su nueva panificadora. Hace varias semanas, decidió dar el salto y hacerse con este gadget que le permitiría entretenerse y hacer sus pinitos en el mundo de la panadería durante la cuarentena. ¿Problema? Es incapaz de conseguir levadura y siente que tiene un Ferrari sin gasolina: "He mirado en la tienda online de El Corte Inglés, Mercadona y he ido presencialmente al Eroski y al Supersol. Y nada, ni rastro. Solo tengo harina y necesito levadura de panadería o fresca para poder hacerlo", cuenta a Magnet.
En el lado opuesto de la suerte, se encuentra Lorena Ferrero, aficionada a la cocina y vecina de Avilés que el pasado fin de semana se estrenó como maestra obradora de su propia casa. "Aunque nos costó encontrar la levadura fresca, después de visitar dos supermercados donde no tenían stock, la conseguimos en una panadería de nuestro barrio", explica y añade que, como le gustó tanto la experiencia, ya está fabricando su propia masa madre.
Javier, fundador del obrador Panic Madrid, constata la tendencia anterior y reconoce que en las últimas semanas ha recibido "una avalancha de dudas y preguntas que concentra entre Whastapp, Instagram, Twitter y el correo electrónico". En esta línea, los pedidos de pan a domicilio también han experimentado un repunte, al igual que lo hacen las ventas de harina y las peticiones de masa madre que regalan a todos los interesados.
"Mucha gente ha comenzado a hacer su propio pan porque ya lo tenían ahí, rascando el hipotálamo, y ahora están aprovechando el momento. Otros han comenzado a hornear por pura necesidad debido a que viven apartados, y otros simplemente por ocio", sostiene, y añade que también está observando cómo algunos de los cocineros de los restaurantes a los que sirven pan y que ahora están cerrados se han animado a experimentar.
Mariana, artesana al frente del obrador avilesino 'La Miga de Mariana', no detecta tanto un incremento en las peticiones de masa madre como sí un interés en las recetas para elaborar pan en casa: "He comenzado a subir vídeos a Instagram en los cuales explico cómo arrancar una masa madre desde cero y, posteriormente, subiré tutoriales para enseñar cómo hacer el pan. La acogida está siendo muy buena y ya hay clientes que me han mandado incluso fotos", detalla a Magnet.
Sonia Barrantes, natural de Candás y residente en Gijón, también se ha sumado a esta nueva fiebre, pero "más por matar el tiempo que otra cosa": "Aunque soy de hacer bizcochos a menudo, ahora que estoy en casa y que mi marido teletrabaja todo el día, recurro más a ello", aclara. Algo similar le sucede a Lorena, que asegura "ponerse nerviosa y sentir ansiedad si se sienta en el sofá a no hacer nada". Por lo que opta por la salida más común estos días. El pan.
"Tenemos que aprender a bajar revoluciones"
Y es que a pesar de que a muchos todavía nos abrumen la cantidad de planes que surgen en las redes sociales como consecuencia de la cuarentena, en realidad, tener la mente concentrada en distintas actividades puede ayudarnos a "transitar mejor este estado de alarma", según confirma Sara Villoria, psicóloga y fundadora de Psicología Riot.
En este aspecto, Villoria va un paso más allá y comenta que "las tareas que son muy físicas y que nos llevan a utilizar no solo las manos, sino también el cuerpo captan mucho mejor nuestra atención y nos facilitan focalizarnos solamente en una cosa, en comparación con otras actividades que requieren estar más pensando o creando".
Por esta razón, cocinar, practicar deporte, tocar un instrumento, hacer manualidades o, en este caso, amasar y hornear pan resulta beneficioso y nos ayuda a pasar de forma más agradable la situación a la que hacemos frente estos días, confinados en el hogar.
Sin embargo, Villoria ve una diferencia clara en realizar una tarea que nos resulte agradable y nos entretenga y "el afán de llenar el tiempo de confinamiento a toda costa". "Este tipo de comportamientos son un espejo de cómo hemos estado viviendo y un reflejo del contexto de vida al que nos empuja la sociedad. Parece que la valía personal y lo que es correcto se funde con tener que llegar a todo, hacerlo ya y muy bien", opina.
Como profesional dedicada a velar por el buen estado de la salud mental, Villoria lo ve claro y cree que esta pandemia debe servirnos para "aprender a permitirnos estar cómo necesitemos, bajar revoluciones y cuidarnos", y añade que es un buen momento para reflexionar sobre los cambios que necesitamos en nuestras vidas, una vez volvamos a la normalidad.
Ante esta última conclusión, pregunto a Lorena, que repetirá su experiencia como panadera en los próximos días, si cuando termine el confinamiento introducirá la producción de pan en su vida cotidiana: "Me gusta hacer pan, pero creo que es una experiencia que reservaré para el tiempo libre, en mi día a día y con los horarios que tengo, bastante es que saco tiempo para hacerme el tupper para comer en el trabajo".
Imagen: Kate Remmer
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