Preparaos, simples mortales, para la venida de nuestro señor y salvador, Cthulhu.
Un calamar gigante fue encontrado ayer en la bahía de Toyama, en el Japón central. El acontecimiento ha tenido una repercusión mundial por un simple motivo: el avistamiento de esta clase de cefalópodos es extremadamente inusual a menos de 900 metros de profundidad. De forma habitual, los calamares gigantes aparecen varados, muertos, en las playas de diversos puntos del planeta, pero es de lo más extraordinario encontrarlos vivos, sin daño alguno, en aguas tan poco profundas.
Los motivos de su aparición se desconocen. El animal contaba con alrededor de cuatro metros de longitud, una envergadura considerable, pero estándar dentro de la familia de los calamares gigantes. Hablamos de cefalópodos de un tamaño singular que, por sus características físicas y por la rareza de sus apariciones frente a nuestros ojos, ha despertado históricamente toda clase de leyendas y mitologías (baste leer el titular de The New York Times: "Giant Squid, Elusive Creature of the Deep, Gets a Vivid Close-Up". Hay que quererles).
Obviamente, tanto no profesionales como televisiones locales japonesas acudieron raudos a grabar el acontecimiento. Es un documento audiovisual histórico, ya que las únicas imágenes de estos especímenes que teníamos hasta la fecha habían sido producidas o bien por científicos o bien por documentales profesionales, y en ocasiones poco nítidas y distantes. Tan magnífico animal fue grabado por primera vez en 2005, y el último vídeo que teníamos de él databa de 2012. Hasta entonces, todas las reproducciones se basaban o bien en ejemplares muertos o bien en estimaciones y relatos indirectos.
El calamar gigante pertenece a la familia architeuthidae, se alimenta de peces que habitan las aguas más profundas del océano, es presa habitual del cachalote y pueden llegar a medir alrededor de 10 metros. Históricamente se han registrado avistamientos de ejemplares incluso más grandes, llegando a los 18 metros, pero no hay testimonios visuales o audiovisuales que lo atestigüen, y parte de los relatos contaban con una importante dosis de exageración (aquí un listado completo, en inglés).
En mayo apareció un calamar gigante muerto en una playa neozelandesa. Era algo más pequeño que el de ayer.
Es una criatura magnífica, pero no la más impresionante de su clase. Aunque se sabe muy poco de él y no hay documentos gráficos que nos lo muestren en primera persona, el calamar colosal es aún más grande y poderoso que su primo pequeño. Habita sólo las aguas más frías del hemisferio sur, y puede llegar a medir hasta 14 metros. Sus características son distintas a las del calamar gigante: de morfología más robusta, su pico es más alargado, sus tentáculos algo más cortos y su manto mucho más ancho. Sus ojos también serían más grandes. En teoría, es el invertebrado más grande del mundo.
La anterior descripción se basa en estimaciones de los científicos, a tenor del tamaño de los picos encontrados en los estómagos de algunos cachalotes. El calamar colosal se haya envuelto en aún más misticismo que el gigante (se ha cimentado cierta resonancia mediática gracias a las recreaciones de batallas entre estas criaturas y los cachalotes, una suerte de Alien vs. Predator de las profundidades abisales). Al fin y al cabo, los ejemplares más grandes jamás encontrados no pasaban de los 5 metros.
No hace falta remontarse demasiado en la mitología occidental para encontrar testimonios totalmente ficticios y exagerados de luchas del hombre o de otros animales contra cefalópodos monstruosos (Veinte mil leguas de viaje submarino, Moby Dick, el kraken, etc.). Relatos, claro, que no ensombrecen la realidad oculta tras la aparición del calamar gigante japonés: ha llegado la hora de Cthulhu. Pronto ya será tarde.
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