Los productos veganos están viviendo su particular edad dorada, entre otras cosas porque por fin están empezando a dar con la tecla adecuada desde el punto de vista de la textura, el sabor y el valor nutricional. Llevamos un par de años oyendo hablar de la carne y sus famosas hamburguesas, así que era cuestión de tiempo que llegásemos al marisco vegano.
¿Cómo se hace? Hasta ahora los alimentos veganos que trataban de imitar productos como el sushi solían jugar con las verduras y las algas. En esta línea, especialistas en atún vegano como Good Catch están mejorando su producto final al dar con la combinación de proteínas leguminosas y aceites de algas idónea. Pero la producción actual del marisco vegano va todavía un paso más allá y ha comenzado a utilizar células de animales para reproducir en los laboratorios la textura y el sabor de alimentos como las gambas, los cangrejos o los camarones.
Tendencia empresarial. Aunque Estados Unidos es el país que cuenta con mayor número de empresas dedicadas a la producción de alimentos veganos y donde recientemente una de ellas ha levantado una ronda de financiación millonaria para producir pescado falso, el marisco vegetal solamente representa el 1% de todas las ventas minoristas relacionadas con la carne vegetal.
Por el contrario, en Singapur, la compañía Shiok Meat va camino de convertirse en la primera empresa dedicada exclusivamente a producir marisco a partir de células animales. A pesar de contar con el apoyo financiero de su gobierno, la compañía tiene que implementar mejoras en innovación para lograr reducir costes. Para hacernos una idea, una bola de la masa que conforma sus camarones veganos cuesta 132€.
¿Sin sacrificio? Este es uno de los principales reclamos que utilizan compañías como Shiok Meat o Mosa Meat para vender su producto al consumidor. Al tratarse de alimentos creados en laboratorio a partir de células madre no hay sacrificio de por medio, pero ese simple hecho no tendría por qué eximirles de tener un impacto en el medio ambiente.
Según un estudio publicado por la revista Frontiers for Sustainable Food Systems, los productos cárnicos creados en laboratorio podrían acelerar el cambio climático lo mismo o más que la carne tradicional. Según la investigación, hasta la fecha, ninguna de las compañías de este tipo ha explicado cuál es el impacto ambiental de sus sistemas de producción.
Criaderos de gambas. Las prácticas de la acuicultura china son uno de esos ejemplos que sirven para ilustrar cómo la cría animal intensiva puede perjudicar también nuestro estado de salud. Una parte de las granjas y psicifactorías del país asiático se encuentran en el delta del río de las Perlas, un espacio contaminado por los vertidos de las granjas terrestres y que presenta una elevada concentración de antibióticos que, posteriormente, son absorbidos por las gambas exportadas a los países europeos. Por detrás de Noruega, China es el segundo gran exportador de gambas.
Imagen: Marco Verch/Flickr
Ver todos los comentarios en https://www.xataka.com
VER 0 Comentario