Primavera de 2019: Facebook hace un rediseño de la experiencia de su red social, ahondando en aquello que anunció a finales del año anterior sobre que la plataforma se “centraría más en el lado humano”, esto es, menos presencia de medios y marcas y más contenido sobre la gente de tu familia y aquellos con los que compartan intereses. Ahora las comunidades y grupos empiezan a tener mayor relevancia que nunca antes.
Como consecuencia, al cabo de pocos meses empiezan a proliferar grupos de todo tipo, gente que se apunta a listas de Aliexpress o aficionados a la conservación medioambiental. Pero también mucho “roleplaying” o juegos de roles. Muchos de estos grupos de rol son una gigantesca broma colectiva, a saber: grupos en los que la gente se hace pasar por internautas Baby Boomers, una microsociedad de granjeros y vacas, gente que juega a interactuar fingiendo que son fantasmas en una casa encantada, otros con que son residentes del mundo de Twin Peaks, allá como compañeros de trabajo de un mismo bar o miles de personas que se encuentran dentro de la misma sala de conciertos.
Por lo general se trata de pequeñas congregaciones online cuyo público entra un par de veces a la semana, se ríe con los últimos chistes temáticos posteados por sus miembros y hacen algún comentario genérico manteniendo la broma. Pero otras comunidades tornan un cariz más lúgubre y serio, como el grupo cuyos miembros actúan como si fuesen adictos a las drogas, donde la gente imagina (o eso queremos creer) las “sobredosis” que se acaban de meter y “confiesan” los abusos infantiles que sufrieron y que les llevaron a esta situación.
Existe también un grupo que simula ser un gigantesco grupo de chat para los trabajadores de un mismo hospital en el que sus miembros deben emplear un grado de precisión descriptiva y técnica en sus interacciones que lleva a pensar que o bien son trabajadores sanitarios en el mundo real o está llevando a miles de personas a estudiar toda una profesión sólo para hacer comentarios en Facebook. Hay quien está echando cuatro o cinco horas diarias dentro de estos microuniversos digitales.
Corte a: lo mejor que le ha pasado a estos grupos de Facebook es el grupo de las hormigas
Su nombre oficial es “Un grupo donde todos fingimos ser hormigas dentro de una colonia”. La descripción es fiel a su contenido: cientos de miles de personillas se han transformado en La hormiga Julio o La hormiga Sara, átomos descerebrados en un gigantesco entramado social cuya variedad de interacciones individuales tienen el grado de diversidad que te encontrarías en un terrario.
Están constantemente hablando de la Reina Hormiga (siempre hay que nombrarla en mayúsculas o corres el riesgo de ser expulsado” y pasan los días anunciando que sus antenas les avisan de que va a llover o buscando fotos de comida, que comparten en el grupo sólo para que la gente llene el post de comentarios como “Alzar” o “Masticar”, una y otra vez, dos acciones que “cumplen” a rajatabla para llevársela a su líder suprema y mantener su comunidad con vida. Hay posts que en menos de 24 horas sobrepasan los 10.000 comentarios.
Sólo muy de vez en cuando surgen pequeños conflictos, como toparse con una mariquita con la que, inteligencia colectiva en las respuestas mediante, determinan si deben hacerse amigos de ella o no. Pero en el fondo el interés es otro, el de dejarse llevar por ese placentero torrente de oligofrenia comunal.
Para abril de 2020 la página tenía 170.000 seguidores, y a fecha de mediados de julio ha sobrepasado los 1.900.000. Dos cosas se considera que han ayudado a su estallido: los artículos en la prensa generalista que descubrieron al gran público hace un par de meses lo que se estaba cociendo en este rincón de Internet y la determinación de sus moderadores de mantener cualquier tipo de referencia a la “política humana” o al coronavirus completamente fuera de su espacio.
Mucho han hablado sobre este último punto los psicólogos, que consideran que el triunfo de estos grupos es la viva manifestación de lo que están necesitando las personas durante la pandemia, especialmente durante el confinamiento: a) un escapismo que nos permita alienarnos del duro contexto económico y sanitario y b) una oportunidad de suplir nuestra necesidad social en casa y dentro de un marco con normas sencillas y fácilmente controlables. El éxito de otras comunidades de rol en vivo fuera de Facebook durante estos meses confirmaría esta idea.
Pero la broma se les está yendo de las manos
El fenómeno insectoide ha llegado a un punto crítico en el que la colonia ya no es tal y ha tomado más bien la forma de plaga. Como informa Buzzfeed esta comunidad ha empezado a colonizar otros espacios digitales. Por ejemplo, en “The Road to El Dorado Goldposting”, un grupo en el que los aficionados de la vieja película de dibujos comparten memes y teorías fan sobre la misma, ha empezado a ser abarrotada por mensajes de “Alzar”, “Masticar”, “”Invadir” o “Recultar”, así como congas de emojis de hormigas.
Todos los esfuerzos de los fans de El Dorado son en vano, ninguna de sus propuestas insecticidas está funcionando y siempre reaparecen. Lo mismo ha ocurrido en “Marvel Shieldposting”, cuyos moderadores bromean con memes en los que las hormigas simulan ser el ejército de héroes contra Thanos que apareció al final de la última entrega de Disney.
Otra de esas guerras culturales que nunca imaginaste presenciar.
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