Durante los últimos años hemos sido testigos de un imperturbable proceso de transformación económica. Nuestros hábitos de consumo han transitado de la adquisición al préstamo. Ya no compramos cosas, las alquilamos. Este proceso se ha bautizado como uberización de la economía, aunque sería más preciso, por lo popular cada aplicación, la airbnbización. Ya tenemos un Airbnb para casi todo. Oficinas, trasteros, garajes, coches, cámpings, caravanas, moda, barcos, almacenes.
Y ahora, era cuestión de tiempo, tenemos el Airbnb de las piscinas.
Qué. Se llama Swimmy, nació en Francia, cuenta con tres años de experiencia y llegó el año pasado a España. Quizá a causa del coronavirus y de nuestra reeditada necesidad de pasar tiempo al aire libre ha gozado de una repentina popularidad mediática. Su funcionamiento es sencillo, y mimetiza al de Airbnb: usuarios particulares ofrecen sus piscinas a cambio de un precio a fijar con el cliente.
Por qué. Porque vivimos tiempos de aislamiento y cuarentena. Lo cuenta una portavoz de la compañía en ABC: "Se nos ha empezado a conocer este año. El covid nos ha catapultado". Los rebrotes en piscinas y en lugares públicos al aire libre son minoritarios, cuando no inexistentes. Pero del mismo modo que tenemos miedo a alojarnos en hoteles, abarrotando las reservas de Airbnb, acudir a un lugar atestado de bañistas inspira respeto. ¿Qué mejor que un chapuzón privado y seguro?
Precios. El modelo de negocio es distinto al de Airbnb. Hay muchas piscinas públicas más baratas que las ofertadas por Swimmy. La entrada por persona oscila entre los 10€ de las más baratas y los 25€ de las más caras. La aplicación apela a la exclusividad. ¿No tienes piscina pero quieres celebrar una fiesta? Olvídate de tu instalación municipal atestada de gente. Opta por una de las miles de piscinas privadas donde tendrás asegurado un entorno tranquilo y controlado, con la gente que tú quieres.
Escasez. Por el momento la oferta es muy limitada. Una cuarentena de piscinas en Madrid; una veintena en Barcelona; y una docena en Sevilla. Ya han surgido ideas similares. Piscilovers, lanzada en pleno coronavirus, es una de ellas. Como explica La Opinión de Murcia a través de una anfitriona, el éxito ha sido casi inmediato. Grupos de hasta 20 personas, a razón de, pongamos, 15€ por medio día, resulta en 300€ por una tarde. Swimmy se lleva un 12% en concepto de comisión.
Qué tiene. La aplicación especifica las condiciones de alquiler, que pueden variar enormemente en función del anfitrión: desde la disponibilidad de baños y tumbonas hasta la existencia de mesas o campos deportivos, a sumar a la presencia o no de los dueños. Es, como es evidente, un negocio destinado a propietarios de fincas amplias y tendentes al lujo. Por definición y potencial cliente, un mercado menos popular que el de Airbnb. Pero repentinamente interesante tras el coronavirus.
¿La alternativa? Tu piscina de barrio de siempre. O el otro boom del año: las hinchables.
Imagen: Sebastian Voortman
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