La economía más potente del planeta. Quitando excepcionalidades fiscales como Irlanda o Luxemburgo, la segunda economía con mayor paridad de poder adquisitivo (sólo los noruegos viven mejor en estos términos). Estados Unidos es, como sabemos, el país de la prosperidad.
Sin embargo para muchos de sus ciudadanos el sueño americano no es más que un mito, cuando no una pesadilla. Enfermos mentales, veteranos de guerra, drogadictos. Indigentes en todos los casos. Pasar por Skid Row, el suburbio más deprimido de Los Ángeles, es reconocer los efectos colaterales de un país que, pese a su riqueza, cuenta con una limitada asistencia a los necesitados. Los que salen del sistema rara vez vuelven a entrar.
En 2017 ya se había dado la alarma. El último recuento en el condado de Los Ángeles, en términos relativos la quinta mayor economía del mundo, había revelado un incremento de un año para otro de personas sin hogar. Eran cifras tan malas como las que hubo durante la última crisis, con la salvedad de que el empleo estaba en máximos históricos. Pero el último informe ha sido aún más desolador. En 2019 hay 59.000 personas en esta situación. Ha vuelto a crecer. Son un 12% más que en 2018.
Para poner en perspectiva, en toda España hay registradas 40.000 personas sin techo para un país con 47 millones de ciudadanos. En California son 10 millones. Hay más vagabundos en la ciudad de Los Ángeles que en todo nuestro país. En Estados Unidos hay medio millón de personas en esta situación, lo que supone un 0,17% de la población.
En realidad sólo son cifras graves si tenemos en cuenta la renta per cápita, ya que en los indicadores brutos no salen tan mal parados. Según la OCDE, en Suecia hay es un 0.36% de la población y en paraíso social americano que es Canadá son un 0.44%. Eso sí, en México son el 0,04% y en España el 0.09%. También las cifras de sinhogarismo de Los Ángeles son engañosas, ya que Skid Row se considera la Meca de los desatendidos en todo el país. Regiones como Chicago, con inviernos muy duros, dan billetes a los pobres para que se trasladen aquí.
Esta pobreza extrema afecta especialmente a afroamericanos y latinos. Los afroamericanos tienen cuatro veces más probabilidades de quedarse en la calle que los demás grupos, según el estudio. Sólo el 20% de la población vagabunda es blanca para un país en el que su demografía es del 66%. También los hombres tienen más oportunidades de caer en desgracia: en Los Ángeles son el 66.7% de los afectados.
La razón inmediata del aumento de la población sinhogar se ha dado en el incremento de los precios de la vivienda. Según un estudio, para poder alquilar un apartamento de una habitación en la ciudad de la Costa Este una persona que gane el sueldo mínimo (13.5 dólares/hora) debe trabajar 79 horas a la semana. Casi un millón de personas del condado invierte más del 50% de sus ingresos mensuales en sufragar el alquiler.
En el tiempo transcurrido desde los primeros asentamientos, en 1980, se han aplicado multitud de medidas infructuosas. Activistas instalaron servicios de higiene, como baños públicos, pero las autoridades los retiraban por haber sido usados para la prostitución. Durante unos años se permitió crear una especie de zona sin ley. Más adelante, para retirar a los indigentes, se aplicó una política de mano dura. Se les multaba por cualquier cosa como medida para meterles en la cárcel o en instituciones mentales.
Nueva Orleands, también con amplias poblaciones desamparadas por los efectos del Katrina y el alza de la vivienda, encontró recientemente la solución. El “Housing First” ha sacado al 90% de la población, y se estima que la inversión en estas viviendas es inferior al que habrían invertido en la suma del resto de gastos sociales de este tipo de población. Sin embargo, al país americano le queda mucho por hacer. Mientras la media de gasto social de la UE es del 28.2%, en Estados Unidos ronda el 18.7%.
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