Hace tres días, una noticia estremecía a los lectores de todos los medios de comunicación. Científicos chinos habían encontrado una cepa de gripe "potencialmente pandémica" muy presente ya entre los cerdos del país. La historia acaparó la atención de media humanidad. En condiciones normales, si no viviéramos una epidemia sin precedentes, a duras penas habría encontrado hueco en los periódicos.
Hoy ha vuelto a suceder.
¡Peste! En esta ocasión, los protagonistas son dos ciudadanos de Mongolia sospechosos de haber contraído la peste bubónica (sí, esa peste) en el oeste del país. Al parecer, la pareja de jóvenes habría consumido carne de marmota, contrayendo la célebre enfermedad (no tanto por ingerirla, sino por entrar en contacto con pulgas capaces de transmitirla). Las autoridades han decretado la cuarentena general en la región y han cerrado la frontera con Rusia.
¿Grave? Depende de cómo queramos mirarlo. En mayo de 2019 sucedió algo muy parecido. Una pareja de kazajos étnicos consumió carne de marmota, contrajo la peste y falleció a los pocos días. El gobierno decretó una cuarentena de seis días para la provincia, cerró el tránsito con Rusia y China, inspeccionó a los contactos cercanos y todo volvió a la normalidad. De media, Mongolia registra una muerte por peste bubónica al año.
Repetición. Escarbar en la hemeroteca ilustra hasta qué punto los contagios por peste bubónica, si bien minoritarios, son frecuentes. Hace menos de un año, en noviembre, se registraron otros dos casos en China, también procedentes de Mongolia. En 2014 sucedió algo parecido, esta vez causando la muerte de una persona en Yumen. No es exclusivo de este rincón del mundo. En 2018 un niño de Idaho fue tratado por peste bubónica, en el primer caso registrado en la zona... En un cuarto de siglo.
Brotes. Más allá de los casos aislados, los brotes a gran escala también tienen periodicidad. Durante las últimas décadas sólo se han registrado en África. Uno de los más recientes se dio en 2017, cuando más de 2.300 personas contrajeron la peste neumónica en Madagascar. Fallecieron 202 (una fatalidad del 8,6%). Similares brotes se han dado con frecuencia en Uganda (255 casos entre 2008 y 2016, con una fatalidad del 26% para los casos analizados); y en el Congo, con múltiples casos año tras año.
Frecuencia. La peste, en definitiva, queda muy lejos de una excepcionalidad o de estar erradicada. La mirada a largo plazo ilustra su prevalencia. Entre el año 2000 y 2013 Estados Unidos registró 57 contagios, de los cuales murieron 7. En todo el mundo la cifra ascendió a los 21.000 casos, con más de 1.600 muertes. En la primera década del siglo el 97% de los casos en todo el mundo (en torno a 20.000) se identificaron en África, muy en especial en Madagascar y el Congo, donde es endémica.
Pero su localización es mucho más amplia. Argelia, uno de los países más próximos a Europa del continente, se topó con dos brotes severos en 2003 y en 2009. Libia identificó otro en 2009. En América del Sur, Perú ha concentrado el 87% (120) de los contagios en los últimos doce años. La media es muy consistente en el tiempo. Para muestra: entre 1988 y 1997 se registraron unos 2.500 casos mundiales cada año.
Importancia. Tanzania, Kazajistán, Mongolia, China, Madagascar, el Congo, Argelia, Perú... El listado de países donde la peste copa de tanto en cuanto las noticias es amplio. La noticia que hoy ya ocupa decenas de medios de comunicación y que se está viralizando poco a poco tiene más que ver con nuestra ansiedad actual que con una amenaza real para el planeta. Los antibióticos son extremadamente efectivos aplacando a la peste. Un escenario como el de 1347 es imposible.
Ante todo, el recorrido de esta clase de noticias puede tener un efecto de "Pedro y el Lobo" a largo plazo: saturarnos, inmunizarnos ante alertas reales. Y relajar nuestra atención frente a casos preocupantes. Como ha terminado sucediendo con este coronavirus.
Imagen: Ronald Woan/Flickr
Ver todos los comentarios en https://www.xataka.com
VER 0 Comentario