Han borrado muchos de los hilos (no todos), pero el daño ya está hecho. Cepeda, el patito feo de esta edición de Operación Triunfo, el eterno nominado que ha superado varios retos por los pelos y bajo el repudio de buena parte de los espectadores, es el nuevo héroe forocochil de la temporada. Quieren que gane OT para que sea el que nos represente en la próxima gala de Eurovisión. Primero estuvieron El Tekila y John Cobra, ahora el foro más masivo e incorrecto de toda España piensa erigir un nuevo héroe particular.
Ecoteuve han sido los primeros en lanzar el aviso. Ellos mismos recopilaban imágenes de los hilos creados ad hoc y de los mensajes que en ellos se vertían. Como una mente colmena organizada pedían invisibilizar el hilo “para que no se cosquen los de TVE, que ya nos conocen”.
Hace unas horas los pocos hilos que quedan en la plataforma al respecto estaban desactivados, pero la duda ya está ahí, ya que entre los forococheros ya se ha corrido la voz y ha prendido la llama del trolleo: sólo tienen que bajarse una app, votar no cuesta nada e indignarán a medio país, ese que de verdad se toma en serio cada lunes los resultados de la Academia.
Los verídicos seguidores del cantante tampoco pueden alegrarse: el motivo para encumbrar a “Cepena” (así le llaman en algunos hilos de Forocoches) es justamente su patetismo, su nulo atractivo como figura de entretenimiento y el mismo rechazo que causa entre el jurado y los espectadores. El distintivo del Roto2 no se lo ha dado su talento, sino la falta del mismo.
Esto ha alimentado entre muchos espectadores sospechas de conspiración no ya futuras, sino pasadas. Como decíamos, el participante gallego lleva cuatro semanas salvándose de la expulsión, siendo su última nominación especialmente llamativa: se enfrentaba a uno de los que se creía favoritos del público Raoul, y desde luego el más querido por los profesores y el jurado. A todos ellos les venció el voto de los tuiteros, que es lo que algunos insinúan ahora que pudo estar influido por el popular foro en castellano, aunque desde el propio foro lo niegan.
Tres millones de espectadores tiene esta nueva edición del concurso de canto, así como un inmenso seguimiento en redes sociales. Pero de todos ellos sólo 250.000 se han bajado la aplicación oficial para votar virtualmente, un voto que va vinculado a las cuentas de Facebook o Twitter del que intenta registrarse. Por hacernos una idea, Forocoches consiguió aglutinar 269.929 votos para la preselección de John Cobra para Eurovisión allá por 2010, cuando el foro tenía menos participantes.
Muchas variables (desde la visibilidad de los hilos de trolleo a OT hasta el nivel de movilización de una plataforma que ya no vive sus mejores días pero que, cada tanto, intenta que FC "vuelva a ser grande") pueden hacer que los shurmanos sean capaces o no de influir en los resultados.
Lo que sí se ha producido es una indignación entre los espectadores genuinos del producto de Gestmusic. En estas semanas en que la conversación de los medios de ocio y cultura gira entorno a la tiranía del fan, se pueden extrapolar varios de sus elementos a este contexto, el de un programa cuyo ecosistema debería mantenerse intacto, según algunos seguidores.
¿Y qué es ese ecosistema del que hablamos? Esa es otra de las claves para entender la indignación que se está viendo en Twitter. No es un reality show cualquiera, y mucho ha cambiado con respecto a las primeras ediciones de jovencísimos chicos de terrible pronunciación en inglés y estilismos cuestionables que adquirieron estatus de celebrities para toda una vida. Los chicos de hoy saben a lo que vienen y están más preparados, pero sobre todo, la cadena ha decidido hacer una propuesta identitaria mucho más plural, representando con menos conservadurismo la realidad de las nuevas generaciones del país.
Mientras en la última edición de Gran Hermano se retransmitía en directo una escena propia de la violencia doméstica sin que nadie a su alrededor hiciese nada, OT llevaba a los escenarios a una chica de bandera arcoíris en la muñeca y que daba el primer beso trans de la historia de la televisión pública. Dos chicos coronaban después una de sus actuaciones con un momento tremendamente gay.
La cadena permite que los chicos envíen diariamente vídeos y selfies para premiar a sus seguidores. Se canta y se baila reggaetón tratándolo como lo que es, un género más dentro de la realidad musical del país. Y media España empatizaba con un alma cándida que lo mismo habla de lo mucho que le flipan los aspersores que se escabulle de un directo en prime time porque tiene que hacer pis.
Dicho claramente: frente a los Cárdenas, los Pablo Motos y la tradicional caspa berlusconiana, este espacio televisivo se ha convertido en el oasis que tenía desplazada de la televisión (y por tanto de la hegemonía cultural) a buena parte de los ciudadanos. Jipiprogres herederos de las políticas sociales del zapaterismo, que dirán unos; el amplio espectro demográfico millennial y progresista al que ya no se puede seguir obviando desde los entes públicos, que dirán otros.
Y ahí, en todo esto, está Cepeda. También como una figura que representa a una parte de España. Más tradicional, más vista y con menos brillo propio por el momento en el que nos ha tocado vivir. Al que algunos espectadores quieren de forma auténtica, pero que tiene inevitablemente un componente simbólico de distanciamiento con respecto a este buenrrollismo Benetton que hemos definido.
Él mismo fue incapaz de poner de su parte para bailar reggaetón cuando fue su tarea de la semana, y parece refugiarse en su única fuerte: la clásica balada pop. Cepeda tiene, además, una legión de fans femeninas que ven en él al típico chico guapo con aspiraciones románticas.
Así que hay gente desde las redes hay quien ha achacado el ataque de Forocoches desde esta perspectiva, desde la lectura política que puede hacerse muy fácilmente, el triunfo de Cepeda como corte de mangas lanzado por los shurmanos a esta fiesta de la pluralidad que les estaba restando protagonismo. Dentro del inconmensurable foro no es tan fácil ver si esta es la principal intencionalidad.
Más bien la cuestión musical y el carisma del chico (que, como ya hemos visto, no son sus fuertes) parecen ser los factores cruciales de la jugada. Es el LOL, el contraataque por las risas. La brillante idea de que el participante en clara inferioridad de recursos salga por la puerta grande venciendo a los ganadores morales y represente a España como lo que es, el mismo país tragicómico que vio en Don Quijote el reflejo que le devolvía el espejo.
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