¿Estuvo Villarejo detrás del hundimiento del Prestige? ¿Fue tal vez el planificador del AVE Madrid-Sevilla? ¿Estamos seguros de que no fue él quien guionizó el final de Los Serrano? Son preguntas que, en vista de las últimas noticias, hay que empezar a hacerse. El ex comisario está demostrando ser la figura en las sombras más importante de España democrática.
La noticia de hoy, publicada en ese medio de nuevo cuño abarrotado de exclusivas que parecen beneficiar siempre al presunto criminal llamado Moncloa.com, ha dado otro de sus bombazos: Villarejo orquestó el incendio del Windsor por orden de Francisco González y hay documentos que así lo acreditan.
González fue el presidente principal del BBVA hasta diciembre de 2018, y bajo su mandato el banco contrató servicios del millonario policía para hacer, presuntamente, espionaje empresarial, hechos que ahora se están investigando por Anticorrupción. El BCE ha pedido la salida completa de González de la entidad, deseando que pierda también su cargo como presidente honorífico.
Es casi un sueño de la conspiración. Los hilos de Villarejo, quien parece tener una saca sin fondo de escándalos políticos, han hecho que se reactive en nuestra memoria uno de los eventos más fascinantes de mediados de los 2000, aquel rascacielos de la Castellana, se consumió por un fuego repentino y contundente.
Aunque el informe oficial de la investigación nunca validó que hubiese sido un incendio provocado, la explicación accidental dejó mucho que desear. La prensa y la cultura popular llevan desde entonces ofreciendo varios posibles culpables, desde el empresario Florentino Reyzábal hasta fantasmas pasando por, eso sí, la teoría más respaldada: un encargo del BBVA.
Justo un día antes del incendio, Anticorrupción había pedido a Deloitte los informes sobre una auditoría de 1994 a FG Valores, del presidente del BBVA, Francisco González. Los informes, que estaban en la planta 23 del edificio, se perdieron para siempre, ya que curiosamente, y fuera del procedimiento habitual, sólo existía una única copia de ellos. El incendio del edificio se inició en las instalaciones de Deloitte, en la planta 21.
Un nuevo y fascinante caso que presenta Moncloa.com y que no tiene de momento ningún tipo de validez judicial (aunque el medio acaba de anunciar que ha puesto a disposición de la Audiencia Nacional los documentos relativos a la conspiración del incendio). Con este ya son mil los casos de la historia política de España en los que Villarejo ha estado de una forma u otra implicado, aunque se espera que sus famosos 40 terabytes todavía nos den más sorpresas.
He aquí un listado de todo lo que, de momento, se le ha achacado, tanto judicial como extraoficialmente. Si quieres separar los hechos investigados de los que sólo son filtraciones a prensa, aquí tienes las causas judiciales abiertas que implican a Villarejo.
1, 2, 3... Los 24 hechos con los que se relaciona a José Manuel Villarejo Pérez
El clan de Villarejo lo formaban multitud de informantes, entre ellos varios comisarios de policía y funcionarios de la Agencia Tributaria. Villarejo se ofrecía a obtener información confidencial e ilegal, según las leyes de España (sólo se podrían obtener por mandato judicial), de los adversarios de las personas o empresas que le contrataban a cambio de dinero.
Por esta supuesta práctica ya se investiga que haya dado servicio a un bufete de abogados, un empresario de la construcción y una familia adinerada peleada por una herencia.
También podría ser el caso del BBVA. Entre, al menos, 2004 y 2005, se encargó de un espionaje masivo a dirigentes del Gobierno socialista, empresarios, banqueros y periodistas, con sus correspondientes seguimientos destinados al chantaje, para desbaratar una operación destinada a sustituir a Francisco González como presidente del banco.
Con respecto a este último caso, Villarejo ha amenazado con filtrar información sensible sobre cómo su acuerdo con el BBVA de pinchar 4.000 teléfonos del país está, de algún modo, relacionado con intereses económicos de la banca derivados del 11M.
Ángel Olivares, miembro del PSOE, actual secretario de estado de Defensa y ex director general de la Policía, también parece haber comprado los servicios de espionaje de Villarejo, concretamente para vigilar a José María Aznar en los primeros años 90, cuando todavía era presidente de Castilla y León, y vincularle con un constructor burgalés que terminó siendo imputado por corrupción.
Su espionaje también le ha llevado al terreno internacional. Villarejo y sus socios fueron contratados por un alto cargo de Guinea Ecuatorial para recabar trapos sucios de uno de los hijos del presidente para desacreditarle y anularle en las luchas familiares. 5.3 millones de euros que después fueron diversificados en distintos paraísos fiscales.
A través de otros contactos, como el comisario Carlos Salamanca, ayudó a introducir España de manera ilegal a una docena de ciudadanos guineanos por los que un abogado con vínculos con Guinea les regaló coches, relojes de lujo, viajes al extranjero, palcos en el estadio Santiago Bernabéu y diversas cantidades en metálico que suman 135.000 euros.
Para sus servicios Villarejo no siempre necesitaba acceder a datos de Hacienda. A veces era trabajo de violencia y amenazas. Villarejo también fue contratado por Juan Muñoz, empresario y marido de Ana Rosa Quintana, para acosar y chantajear a un tercero con la idea de que devolviese una deuda.
También está imputado por haber acosado y apuñalado en plena calle a la doctora Elisa Pinto, trabajando así para el empresario y exconsejero de OHL Javier López Madrid al que la mujer había denunciado por acoso sexual, agresión y amenazas.
También le contrató el mismísimo Ministerio del Interior para robarle a Bárcenas documentación comprometedora de la caja B del PP. Para conseguirlo, Villarejo contrató con fondos reservados del Estado al chófer de Bárcenas y a otros seis confidentes, que espiaron, robaron y fotocopiaron documentos del ex tesorero.
Villarejo cooperaba con el marido de Cospedal, al que, cuando se desató el casó Gürtel, informaba periódicamente de la evolución de las investigaciones. Los Cospedal ya se conocían de antes con el agente: en 2009 la que fue presidenta del Partido Popular de Castilla-La Mancha le encargó que espiara al hermano de Rubalcaba y a Javier Arenas para tener trapos sucios con los que poder beneficiarse políticamente.
Tumbó la vida política de Ignacio González, ex presidente de la Comunidad de Madrid y apoyo de Esperanza Aguirre, filtrando en 2014 la conversación en la que el político y el policía mantuvieron en 2011 hablando de las sociedades pantalla que le habrían permitido comprar, entre otros, el lujoso ático de Estepona.
Persiguió a la amante del Rey emérito: tiene grabaciones en las que, haciéndose pasar por un agente del CNI, le sonsaca a Corinna Zu Sayn-Wittgenstein que trabajaba como testaferro del monarca y que este contaba grandes cantidades de dinero corrupto en paraísos fiscales. Sayn-Wittgenstein denunció varios robos de documentación.
Se encargó en el pasado de la seguridad de las empresas del Compi-Yogui, el empresario inmobiliario Javier López Madrid más conocido por ser el amigo de la Reina Letizia. Por todo esto López Madrid habría mandado en los últimos tiempos buscar micrófonos en sus dos viviendas ante el temor de que hubiese grabado conversaciones mantenidas informalmente con Letizia.
Villarejo formó parte de la “brigada política” del Ministerio del Interior Jorge Fernández Díaz. Esta brigada, compuesta por distintas figuras del Estado, elaboraba informes policiales que mezclaban mentiras con datos obtenidos de forma fraudulenta y con elucubraciones de procedencia ambigua y anónima para filtrarlos a la prensa y después judicializar a los implicados (aunque las investigaciones quedasen en nada) como plan del PP para desprestigiar a CiU y ERC.
Los más llamativos, los informes que implicaban que Artur Mas y los Pujol tenían cuentas en bancos situados en paraísos fiscales y que publicó el diario El Mundo. A Villarejo se le han encontrado más informes sobre Artur Mas, la financiación de Unió, del referéndum y sobre el cónsul honorario de Letonia en Barcelona.
Villarejo también negoció con los Pujol. Le dio a Josep Pujol Ferrusola (hijo del expresidente de la Generalitat) información sobre supuestas conductas sexuales de jueces y fiscales (que luego se descubrirían falsas) a cambio de que le revelasen datos sobre las irregularidades de Convergencia.
Villarejo también pudo estar detrás del informe "PISA" elaborado por esta brigada política de Interior sobre las cuentas de Podemos.
El excomisario, que llevaba años en una guerra interna contra los representantes del CNI, ordenó grabar la reunión que mantuvieron agentes tanto del CNI como de Asuntos Internos de la Policía sobre el Pequeño Nicolás, y que estuvo detrás de la filtración de esa grabación.
Ángel Pérez-Maura, empresario español, estaba siendo investigado por un caso de corrupción de concursos públicos en Guatemala. Pero Villarejo, a cambio de unos millones, consiguió paralizar la orden de extradición en un caso que salpica al exjuez Baltasar Garzón y a la actual ministra de Justicia socialista, Dolores Delgado.
Aunque Garzón también ha sido víctima de los encargos de Villarejo: la hoy ministra Margarita Robles y el exministro Juan Alberto Belloch ordenaron al comisario realizar un informe para acabar con la carrera del polémico juez.
Villarejo Ha estado detrás de la Gürtel, de Lezo, de la Púnica y Palau. La investigación abierta a su nombre ha tenido que dividirse en diez piezas independientes y el juzgado a cargo de la instrucción ya ha solicitado un magistrado y un juez de refuerzo para poder abarcar el volumen de trabajo y que las causas no acaben naufragando por problemas de desorden y acumulación. El ex policía ha declarado en alguna ocasión que ha trabajado a las órdenes de “sucesivos ministros del Interior” desde 1993, y prometió que, si no salía de prisión antes de Navidad, se jubilaría por todo lo alto con una "traca final". Podemos sospechar que todavía no hemos conocido todas sus hazañas, tanto de las reales como de las ficticias.
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