No hay negocio, sector o fenómeno social que no se haya visto afectado por el coronavirus. Las restricciones y los confinamientos han llegado incluso a lo más profundo de los océanos. El cierre de fronteras decretado por numerosos estados ha dejado a millones de marineros varados en alta mar, incapaces de atracar. Circunstancia especialmente lesiva para una industria golpeada con virulencia por la pandemia.
Millones. Según este reportaje de The Wall Street Journal, a día de hoy hay al menos 1,2 millones de marineros bloqueados en sus barcos. Muchos de ellos no tienen posibilidad de volver a poner pie en tierra firme a corto plazo. Países como China o Singapur, capitales en la industria logística, han cerrado sus puertos a ciudadanos extranjeros o han impuesto restricciones al intercambio de tripulaciones. Grecia ha hecho lo propio.
Varados. No sólo se trata de los cierres fronterizos, sino de la interrupción de los vuelos. Mes a mes, la industria naviera traslada a más de 100.000 marineros a algunos de los puertos más remotos o concurridos del mundo. Allí sustituyen a otros trabajadores que pueden llevar meses en alta mar. El cierre de las líneas y de los aeropuertos, fruto de las precauciones sanitarias, ha interrumpido los intercambios, dejando a unos varados en el océano y a otros sin posibilidad de ganarse su jornal.
Sin atraques. Como vimos en su momento, no es algo exclusivo del sector mercante. Miles de navegantes privados, enrolados en viajes turísticos o deportivos, se quedaron sin previo avisos aislados en alta mar. En el pico del confinamiento, todos los puertos bajaron la persiana, dejando a pequeñas tripulaciones sin posibilidad de abastecerse o de obtener suministros. Algunos sólo lo consiguieron gracias a la solidaridad de pequeños agricultores que les auxiliaban allí donde atracaban.
Gran escala. El problema es más grave dada la escala industrial de la marina mercante. Muchos barcos no cuentan con protocolos efectivos para impedir los contagios una vez aparecen los primeros síntomas. Hacinados en los camarotes y en la convivencia diaria, un marinero enfermo equivale a una elevada probabilidad de decenas de compañeros enfermos. Situación que les aleja un poquito más de llegar a tierra firme (los puertos nacionales no desean arriesgarse a brotes importados).
¿Anarquía? La situación genera un riesgo doble. Por un lado, los marineros afrontan crecientes problemas de salud mental, inestabilidad y descontento fruto de la ansiedad generada por la epidemia y por la ausencia de reemplazo. Tripulaciones y sindicatos consultados por Business Insider advierten sobre la posible "anarquía" de prolongarse la situación. Circunstancia que amenazaría a una industria, la mercante, responsable del 90% de los intercambios comerciales de la humanidad.
Hasta entonces, 1,2 millones de marineros seguirán varados en alta mar.
Imagen: Angus Gray