Graphext, plataforma española de manejo de big data, ha hecho un análisis de los últimos datos de la Encuesta de Población Activa que confirma un giro histórico en el mundo laboral que se esperaba que ocurriese: las mujeres de entre 20 y 44 años ya son mayoría estadística en las consideradas como “profesiones de alta cualificación”. En esta categoría se aglutinan los trabajadores profesionales de más alta especialización dentro de las ciencias duras y sociales, la ingeniería, la salud, la enseñanza, administración pública y privada y tecnología de la información y de comunicaciones.
Como se observa en los gráficos que ha compartido Victoriano Izquierdo, uno de los fundadores de la empresa, las mujeres adelantan en casi un tercio en cuanto al volumen de “científicos e intelectuales”. Otro de los hallazgos del equipo es que empieza a haber más hombres que mujeres dedicados a profesiones poco cualificadas, salvo en el sector servicios. Aun así, los hombres siguen copando con fuerza los puestos de “directores y gerentes”.
Una estadística con truco: para leer correctamente estos resultados es importante desentrañar la segregación ocupacional de las categorías elegidas. Como muestran otros análisis, hay profesiones cualificadas “feminizadas” y otras “masculinizadas”: las mujeres dominan la administración, las ciencias de la salud y la enseñanza primaria y secundaria, entre otras, mientras que los hombres se agrupan mucho más en las ingenierías o enseñanzas universitarias. Pero, pese a todo, y si hacemos la suma total de todos los profesionales en activo, sí es una novedad que las mujeres hayan adelantado a los hombres dentro del mundo de la alta cualificación.
Por qué eran unos resultados esperables: porque en este tiempo la incorporación de la mujer al mundo laboral ha sido mucho mayor, lo que les ha permitido desarrollar sus carreras. Pero, sobre todo, porque la mujer es ahora el sexo fuerte en las universidades. Desde 2017 seis de cada diez titulados en España son mujeres, también son el 57% de los titulados de Master y están a punto de sorpassar a los varones en el mundo de los doctorados. También tienden a tener mejor nota media y a completar las carreras más rápidamente que sus compañeros.
Por qué es una buena noticia: porque así se va rompiendo la dinámica sexista del mercado de trabajo. Como explica este estudio de la Fundación BBVA, La brecha de género se reduce a muchísima más velocidad en las ocupaciones en las que hay una proporción de hombres y mujeres similar. Es decir, que ahí donde haya unos porcentajes más equilibrados, pongamos, una presencia de un 60% de hombres y un 40% de mujeres (o viceversa), la retribución se va haciendo más igualitaria que en aquellos trabajos masculinizados o feminizados.
Y por qué también es mala: porque, aunque queda mucho por hacer en cuanto a igualdad salarial y profesional en favor de las mujeres (faltan cientos de años para que accedan a las mismas condiciones salariales que los hombres en todo el mundo), empezamos a percibir que ese objetivo de correspondencia también se puede desviar desde el otro lado: que los hombres se nos queden atrás.
Si los hombres se convirtiesen en una mayoría dentro de los trabajadores no cualificados (algo que aún no ocurre por el importante impacto de las trabajadoras domésticas y de limpieza), serán más vulnerables en el futuro no sólo por una indeseable brecha económica, sino también porque esos son los trabajos que más fácilmente se destruyen. Los estudios además están ya afectando a otra fuente de desigualdades: las parejiles. Como demostraron informes de la OCDE, las mujeres buscan ligar con hombres con su mismo nivel de estudios y por lógica con lo que hemos visto, cada vez hay menos.
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