Nada ha unido más a la generación millennial que el aguacate. Durante la última década, el fruto ha evolucionado del raro exotismo culinario a la obsesión colectiva. Sólo en Estados Unidos sus consumidores invierten colectivamente en torno al millón de dólares mensuales en adquirirlo, y su producción global ha pasado del escaso millón de toneladas métricas en 1985 a los más de 3,5 millones de 2016. Y creciendo. ¿Pero hasta cuándo podemos estirar la producción mundial?
Quizá no mucho.
Al congelador. Consternado por la posibilidad de un futuro sin aguacates, Chris O’Brien, investigador en la Universidad de Queensland, Australia, decidió estudiar formas de criogenizarlo. De conservar su esencia en un arcón congelador para que las generaciones futuras pudieran saborear sus deliciosas entrañas. Sus resultados acaban de ser publicados aquí, y son bastante optimistas para con la conversación del fruto.
Técnica. Nuestro hombre se ha valido de un método llamado "criopreservación". En esencia, consiste en congelar material biológico a una temperatura inferior a los -160º C, lo suficientemente baja como para preservar la materia celular sin extinguirla. O'Brien ha sido el primero en criogenizar trozos de aguacate con nitrógeno líquido y revivirlos con éxito. La técnica en sí lleva siendo empleada por la ciencia desde los años setenta en un amplio número de especies vegetales.
Complejidad, variedad. Las particularidades genéticas del aguacate habían hecho de su criopreservación una tarea compleja. El propio O'Brian ha pasado más de un año experimentando con el fruto. "Se trata de almacenar la diversidad genética del aguacate de tal modo que no se pierda para siempre", explica aquí, "estamos preservando una industria internacional para las generaciones futuras". El proyecto ha funcionado con dos variedades distintas de aguacate, reed y velvick.
Ninguna de ellas es tu favorita. Aún.
¿Por qué? Es una buena pregunta. La producción de aguacate ha aumentado durante las últimas décadas. ¿Acaso corre peligro de extinción? Sí y no. Su criogenización permite preservar sus particularidades genéticas, en caso de que una epidemia o un cambio drástico en las condiciones ambientales (ejem) arrasara con sus cultivos. Son amenazas que comparten otros cultivos (como el café, el chocolate o el plátano), y que la ciencia está tratando de combatir mediante bancos de semillas.
El más célebre es el de Svalbard, en Noruega, y hablamos de él aquí.
Problemas. Sucede que, como explican nuestros compañeros de Xataka, los bancos de semilla no son todo lo efectivos que desearíamos. Gran parte de las semillas son demasiado sensibles a la desecación, lo que hace inviable su almacenaje a largo plazo. Al menos el 36% de especies vegetales en peligro crítico de extinción requieren de otras alternativas, además del 33% de los árboles y el 10% de las plantas medicinales. En plena "sexta gran extinción", las plantas corren tanto peligro como nuestros queridos mamíferos.
Ahí es donde entran técnicas alternativas, y donde la criogenización puede salvar al aguacate, tan preciado por nuestra generación y al mismo tiempo tan en peligro por nuestra propia obsesión.
Imagen: Louis Hansel/Unsplash
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