No, Vladimir Putin jamás ha cabalgado a lomos de un oso pardo de los Urales, por más que tal imagen sea la más gloriosa concebida nunca en Internet. Pero Rusia, el país meme, sí es capaz de producir otros hechos extraordinarios. Como Stepan, el oso pardo de 23 años y más de 350 kilos que vive con un feliz matrimonio ruso.
Sus nombres: Yury y Svetlana Panteleyenko. Su pasión: cuidar y alimentar, además de jugar y disfrutar, a Stepan, un gigantesco úrsido pacificado y educado por la pareja durante años. Panteleyenko se toparon dos décadas atrás con el dueño de un circo que ansiaba deshacerse de un grupo de oseznos, entre los que se contaba un escuálido Stepan. A su tierna edad, los Panteleyenko lo educaron y se convirtieron en sus padres.
Desde entonces, Stepan se ha convertido no sólo en un miembro más de la feliz vida matrimonial de Yuri y Svetlana, sino también en una estrella mediática.
Stepan: el oso actor y modelo
Pese a todo, Rusia es aún un país con ciertas normas, y entre ellas no se contempla la posibilidad de tener a todo un oso pardo en casa. El animal es territorial y peligroso para el ser humano, de modo que, ¿cómo consiguieron los Panteleyenko quedarse con Stepan? Sencillo: convirtiendo su vida en un circo ambulante. El amor de la pareja por el animal era tan grande que, para quedarse con él y vivir con él, en su casa, tuvieron que licenciarse como circenses.
De ahí al mundo del espectáculo sólo quedaba un paso.
Como se explica aquí, el matrimonio comenzó a girar por Rusia mostrando las habilidades de Stepan, un oso, según ellos, bastante habilidoso. La utilización de osos como espectáculo circense es algo habitual. La convivencia continuada de la pareja con el úrsido creó una alianza poderosa que llenó los recintos, hasta el punto de empujarles a girar por todo el mundo.
Sin embargo, lo extraordinario de Stepan y los Panteleyenko no es su relación comercial, por llamarla de algún modo, sino su relación personal. Cansados de los avatares del circo, ambos decidieron que Stepan no giraría más, y que se quedaría en su casa para siempre. Abandonaron los escenarios, entregaron a su oso-perro un gigantesco espacio verde detrás de su casa, con piscina incluida, y lo convirtieron en su vástago salvaje.
Y así durante más de dos décadas. Stepan es ya un oso viejo (suelen vivir un cuarto de siglo) y, al parecer y según cuentan sus dueños, no hace nada. Es decir, que se comporta como un animal acostumbrado a la presencia humana. No sólo eso: bebe té con la pareja, se sienta en la mesa con ellos, juega a la pelota, se pasea por la casa y, ocasionalmente, ejerce de modelo y actor. Ha participado en películas y books de modelos rusos mostrando su eslavidad en paisajes salvajes y aún no conquistados por el hombre.
Tiene página web. Es un oso adorable, pero también trabajador. Aquí puedes ver fotos de su convivencia con la familia.
"Vale, ahora quiero un oso-mascota"
¿Significa eso que puedo tener un oso en casa? TL;DR: no.
El oso es un bicho salvaje y por más que una pareja haya logrado pacificar sus costumbres y lograr que el animal se adapte a su convivencia, su estado de domesticación no es plena (al uso, por ejemplo, del perro). Lo exploramos en su momento a cuenta de los zorros siberianos (sí domesticados) comercializados en Estados Unidos: siguen siendo animales con instintos y tendencias de la vida salvaje. Un ejemplar domesticado no implica que la especie esté domesticada.
El ser humano, de hecho, ni siquiera está seguro de haber domesticado 100% a los gatos, la segunda compañía animal más popular en todo el planeta (después de los perros, auténticamente domesticados).
En caso de que lograras las licencias necesarias para tener a todo un oso pardo en España (utópico: hay muy pocos y se está intentando reintroducirlos en cautividad en zonas como el Pirineo o la cordillera cantábrica), prepara grandes cantidades de comida. Esos 350 kilos no se mantienen solos. Los osos comen frutos del bosque, carnes, plantas y salmones (25 kilos al día). En ese sentido, es una gran ventaja. Ya sólo hay que evitar que no te coma a ti.