En los últimos años, ha habido un aumento de las historias de "empoderamiento femenino" en el mercado australiano de libros ilustrados. Se trata de un movimiento que venía siendo necesario desde hace mucho tiempo y que ha sido inspirado en gran medida por el éxito del libro de crowdfunding Cuentos de Buenas Noches para Niñas Rebeldes y al que le han salido muchas imitaciones desde su publicación en 2016.
En abril de 2019, analicé los 100 libros ilustrados más vendidos en la librería australiana de Dymocks, donde había una mezcla casi al 50 por ciento de historias modernas y clásicas (la mayoría publicadas en los últimos cinco años). Descubrí que a pesar de la prometedora evolución de la moda de las niñas rebeldes, las cifras nos dicen que los libros ilustrados en su conjunto siguen siendo muy sexistas y tienen un alto componente de género. O lo que es peor aún: las protagonistas femeninas siguen brillando por su ausencia.
Bailarinas y princesas
En la lista de los libros más vendidos de la librería Dymocks, el 46 % de los libros tenía protagonistas masculinos mientras que solamente el 17% tenía protagonistas femeninos (un 32% de los libros no tenía un personaje protagonista). Solamente había siete libros protagonizados por personajes femeninos en el top 50, en comparación con 26 libros con protagonistas masculinos.
Dieciséis libros de la lista mostraban personajes con una ocupación específica (más allá de la paternidad) y en las historias protagonizadas por personajes femeninos las protagonistas sólo mostraban ambición por las actividades típicamente femeninas: Había tres bailarinas, tres princesas y una diseñadora de moda (Claris, un ratita que "soñaba con ropa" y "leía sobre bolsos en Vanity Fair" y donde en la misma historia una niña era castigada por portarse mal y no ser "¡Ni correcta ni remilgada!").
En comparación, las historias con protagonistas masculinos tenían roles que iban desde granjeros y chefs hasta cuidadores de zoológicos o científicos.
Las cosas no han cambiado mucho en los últimos 20 años. Un estudio de 1998 descubrió que los personajes femeninos solían tener cuatro ocupaciones principales en los libros ilustrados: criada, hija, princesa y madre. Por el contrario, en el caso de los personajes masculinos había diez ocupaciones principales entre las que se incluían detective, inventor de aviones y caballero.
Zog y los Doctores Voladores (2016), uno de los libros más vendidos de la lista de la librería Dymock, intenta rectificar este desequilibrio de género, pero no lo acaba de lograr.
Solamente hace falta echar un vistazo a la primera frase del libro: "Te presento a los doctores voladores: un dragón, un caballero y una chica, cuyos nombres son Gadabout el Grande, Zog y la Princesa Perla." Tanto Zog (el dragón) como el caballero son personajes masculinos. Los dos personajes humanos son doctores y posteriormente se demuestra que Pearl lamenta las tareas tradicionales que conlleva ser una princesa. Sin embargo, el protagonista masculino es un "gran" caballero, mientras que nuestra protagonista femenina se presenta primero como una "niña" y luego se identifica como una princesa.
Por supuesto que ni las bailarinas ni las princesas tienen nada de malo, o incluso la celebración de lo femenino. Lo que es problemático, sin embargo, es la falta de otros personajes para chicas jóvenes. Cuando hay poca variedad en las historias protagonizadas por personajes femeninos y la ambición de estos personajes es limitada, los libros ilustrados se convierten en parte de un problema mayor.
Madres y padres
Las funciones de los padres también están representadas de manera muy convencional en los libros ilustrados. En un estudio de 2005 realizado sobre 200 libros ilustrados no se encontró ningún libro en el que ningún padre soltero le diera un beso o alimentara a un bebé. Mientras que las madres siempre aparecían activas en su relación con el bebé (alimentándolo, sosteniéndolo y cuidándolo), los padres rara vez eran representados ejerciendo sus responsabilidades como padres.
En mi estudio, las madres se mostraban de forma parecida, siendo mucho más activas en su papel de madres, pero también mucho más cautelosas y serias que los hombres. El libro A nadie le gusta un pedo (2017) es un buen ejemplo: una madre se sienta con delicadeza en el sofá junto a un montón de libros, bebiendo té, mientras que el padre está de pie con el mando de la tele en la mano cuando se tira un pedo. "¿Era necesario?", pregunta la madre enfadada, mientras el padre se ríe.
Los padres son retratados como más tontitos y de trato más fácil que las madres. pero también se muestra a menudo que los padres están menos comprometidos con la educación de sus hijos. Por ejemplo, en el clásico libro ilustrado australiano Edwina la Emú, parte de la comedia de la historia se supone que viene de las pocas ganas que tiene la pareja de Edwina, Edward, de ser padre ("¡Debes estar de broma!") y de la subsiguiente dificultad y fastidio a la hora de cuidar sus huevos ("Llegas tarde," murmuró Edward, 'y necesito un descanso'").
¿Dónde están las chicas?
Quizás lo más preocupante de todo es la poca representación de los personajes femeninos, siendo los protagonistas masculinos mucho más frecuentes. Un reciente estudio mostró que de los 100 mejores libros ilustrados australianos publicados en 2017, era más común que un libro no tuviera protagonista a que tuviera una protagonista femenina. Los personajes con diálogo también eran mucho más propensos a ser masculinos y 31 de los libros tenían solamente personajes masculinos, mientras que en solo seis libros todos los personajes eran femeninos.
Los protagonistas masculinos han sido durante mucho tiempo los protagonistas por defecto en los libros ilustrados. Solamente hay que pensar en algunos de los protagonistas más famosos de este tipo de libros como Max de Donde viven los monstruos, El perro Spot, Peter Rabbit o Hairy MacLary (hasta La pequeña oruga glotona es un personaje masculino). Se trata de algo común a lo largo de los libros ilustrados: un personaje puede ser un animal o una criatura y ni siquiera tener un nombre, pero lo más probable es que utilice pronombres masculinos.
De la lista de los libros más vendidos de la librería Dymocks, en el 24,6% todos los personajes eran masculinos o solamente utilizaba pronombres masculinos, incluso cuando los personajes no eran humanos y no tenían un género discernible. Por el contrario, solamente uno de los libros utilizaba solamente pronombres femeninos y no había ningún libro donde todos los personajes fueran femeninos.
La manera en que abordamos el género en los libros ilustrados es importante, puesto que ayuda a los niños a entender el mundo y a sí mismos.
Ni las niñas valientes ni los padres cariñosos deberían ser conceptos radicales, ni necesitamos seguir separando los géneros de forma tan marcada: las niñas pueden ser dulces y valientes y tener una mente científica, así como los niños pueden ser aventureros y amables y divertirse jugando a tomar el té.
Ninguno de estos rasgos se define por el género de la persona y es hora de que dejemos de limitar las cosas que los niños pueden ser.
Autora: Sarah Mokrzycki, doctoranda en la Universidad Victoria.
Este artículo ha sido publicado originalmente en The Conversation. Puedes leer el artículo original aquí.
Traducido por Silvestre Urbón.