Acontecimiento itinerante donde los haya, el Tour de Francia representa un gigantesco reto logístico. La carrera atraviesa miles de kilómetros, poblaciones, departamentos, hoteles, restaurantes y puntos de salida y llegada a lo largo de tres semanas, apurando apenas dos días de descanso en el camino. Dado su carácter simbólico para todos los franceses, la organización jamás deja cabo suelto alguno. Y eso incluye una sorprendente tarea: limpiar penes del asfalto.
Quiénes. ASO, la empresa encargada de poner en funcionamiento el Tour cada verano, cuenta con dos personas encargadas de recorrer los principales puertos de cada etapa en busca de dibujos fálicos. Lo cuenta un reportaje de la televisión holandesa NOS. Cargados con un cubo de pintura blanca y un puñado de brochas, nuestros héroes circulan por las rampas del Tourmalet identificando penes. Y una vez sobre ellos, decorándolos de tal modo que su existencia tan sólo se intuya.
Cómo. Con elevadas dosis de imaginación. Los dos trabajadores aprovechan la forma de los penes para dibujar por encima otros elementos, tales como búhos o mariposas. Deben hacerlo por la mañana, antes de que llegue la caravana, y con cierta premura, dadas las exigencias logísticas de la carrera. "Cuatro en cinco kilómetros", expresa uno de ellos en un momento, visiblemente frustrado por la proliferación de arte fálico. La tendencia, al parecer, es bastante común.
Orígenes. Es habitual que los aficionados decoren las rampas de los puertos con pintadas de apoyo a determinados corredores. De un tiempo a esta parte también lo es que aparezcan penes. El primer avistamiento data de 2016, cuando un gigantesco miembro se coló en el camino de la segunda etapa, entre Saint-Lô y Cherbourg-en-Cotentin. La broma se difundió entre los medios de comunicación, y funcionó como efecto llamada para otros artistas de inquietante creatividad.
ASO, consternada por la aparición de figuras obscenas en su sacrosanta carrera, se puso manos a la obra para erradicarlas. Y de ahí el surgimiento de tan improbable figura, la del liquidador de penes en las calzadas.
Tendencia. ¿Pero por qué un pene? Lo cierto es que los hombres llevan milenios dibujándolos por doquier. El grafiti fálico más antiguo jamás hallado tiene 2.500 años de vida, y se encuentra en una remota isla griega. Símbolo de virilidad y dominación, los romanos acostumbraban a grabar penes en monumentos tan reseñables como el Muro de Adriano. El rastro del falo garabateado ha acompañado a cada generación y a cada civilización (de su obsesión dio buena cuenta Supersalidos).
Nueva generación. El arte gonadal ha alcanzado en nuestro tiempo un nuevo significado. Hoy tenemos a artistas dedicados en cuerpo y alma a crear cuadros con sus miembros (Pricasso es un buen ejemplo), mientras que otros han tratado de resignificar la forma del pene para convertirla en un manifiesto político. Mozilla acaba de lanzar Do Not Draw a Penis, donde te invita a dibujar penes para entrenar a una IA, acaso el no va más de tan venerable y secular tradición.
¿Y por qué lo hacemos? Es una buena pregunta que la ciencia aún no ha despachado. Aquí tienes una explicación psicoanalista que, obvio, lo vincula al complejo de Edipo. Para otros es una cuestión de masculinidad tóxica. Y para otros es simplemente muy divertido. Contra todos ellos luchan los hombres del Tour de Francia.
Imagen: NOS
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