Himmler se obsesionó tanto con el origen de "los arios" que enfadó al líder nazi menos recomendable: Hitler

Himmler se obsesionó con la historia del pueblo alemán y la arqueología, tanto que empezó a realizar descubrimientos sobre el pasado germano que no gustaron nada a Hitler

El primer nombre que viene a la cabeza cuando hablamos del nazismo o, incluso, cuando nos referimos a la Segunda Guerra Mundial, es el de Adolf Hitler. Se trata de un nombre que será indeleble durante décadas debido a que fue el líder del NSDAP, pero otros como los de Göring, Goebbels, Bormann, Speer, Globočnik o Himmler, entre muchos, muchos otros, también son extremadamente relevantes debido a sus acciones antes y durante la guerra, así como a su aparición en películas como 'Malditos bastardos' o 'El hundimiento'.

Sin embargo, el nombre que puede que no nos suene tanto es el de Karl Maria Wiligut. Wiligut era austriaco y sirvió en el ejército austrohúngaro durante la Primera Guerra Mundial y no era ningún modelo de conducta: era violento, excéntrico y los médicos afirmaron que padecía esquizofrenia y megalomanía. Y si algo le obsesionaba era poder tener un heredero varón al que transmitir su conocimiento secreto.

¿Qué conocimiento secreto? Pues todo el que acuñó estudiando durante años disciplinas como la magia, la alquimia o la adivinación, ese conjunto de ciencias ocultas que solo unos pocos elegidos eran dignos de conocer. Y su figura cautivó a Heinrich Himmler, arquitecto de la Solución Final y quien se obsesionó sobremanera con el ocultismo, la historia antigua, la simbología vikinga y los arios. Dedicó parte de su vida a encontrar ese fantasioso pasado excelso de los alemanes, pero a Hitler no le hizo ninguna gracia.

La búsqueda de los arios

Volvamos a Wiligut por un momento. El austriaco fue miembro de una secta masónica desde 1889 hasta 1909. En esos 20 años, Karl había conseguido el rango de "Caballero" y, sobre todo, muchísimo conocimiento sobre prácticas esotéricas, así como contactos dentro del mundo del ocultismo. Creía, de hecho, que era heredero de una larga lista de maestros germánicos que se remontaba a tiempos prehistóricos y todo ese batiburrillo de ideas, junto con la influencia del cristianismo positivo, fue el caldo de cultivo para que, posteriormente, Karl llamara la atención de Himmler.

En aquellos años se fundó la Orden de los Nuevos Templarios, también en Austria. Nacida en 1900, era una sociedad secreta protofascista que ya empezó a promulgar las ideas de la "clase dominante", una raza superior que debía imponerse a la "gente animal", que era la raza inferior. Según la ideología del grupo, la raza superior podía usar toda su fuerza para imponerse a la inferior. Esto desembocó en la eugenesia nazi y en las políticas de exterminio de Hitler.

La Ordo Novi Templi brindó apoyo al nazismo en sus primeros años y el símbolo de la orden era una bandera amarilla con una esvástica y cuatro flores de lis. ¿El significado de la misma? Un fondo dorado que simboliza la eternidad, los lirios de la pureza racial y la esvástica que es el héroe ario.

Wewelsburg

Volvamos a Wiligut. Después de que fuera clínicamente diagnosticado como esquizofrénico, fue recluido en una institución psiquiátrica. Pasó allí de 1924 a 1927 y, en 1932, abandonó a su familia y se fue a Alemania. Desde allí, seguía en contacto con antiguos miembros de la Orden de los Nuevos Templarios y siguió cultivando su fama como ocultista, pero ahora en Múnich.

En 1933 llegó su momento: conoció a Himmler. Se debieron caer bien, ya que no solo fue incluido en las SS, sino que en dos años ascendió a uno de los rangos más altos del grupo paramilitar: Brigadeführer. Se trasladó a Berlín para estar bien cerca de Himmler. De hecho, se encargó de desarrollar sus planes para que el palacio de Wewelsburg fuera el "centro del mundo" creado por los nazis. Wiligut desarrolló una serie de runas y diseñó el SS-Ehrenring, un anillo de honor de las SS que era uno de los premios más codiciados del nazismo.

El diseño del SS-Ehrenring

Era entregado directamente por Himmler y tenía una serie de reglas:

  • Cada anillo debía tener el nombre del destinatario y la fecha de concesión.
  • Tenía grabada la firma de Himmler en el interior.
  • Debía llevarse solo en el anular de la mano izquierda.
  • Si el receptor moría, era despedido o retirado del servicio, el anillo debía ser devuelto.

Era una muestra —más— del interés de Himmler por el misticismo germánico, pero resulta que Karl, por mucho que contribuyera a alimentar el interés histórico, supremacista y ocultista que ya tenía Himmler, avergonzó al alto cargo alemán. En 1938, se enteró de que el austriaco había sido ingresado en una institución de salud mental y se "animó" a Karl a que se jubilara antes de tiempo: en febrero de 1939.

Y el SS-Ehrenring

Ese mismo 1938, Himmler envió a un equipo de nazis al Tíbet. No se trataba de una misión de sabotaje o espionaje, sino de… ¿arqueología? Tanto Hitler como Himmler, en ese interés por conocer sus raíces raciales, esa sangre "vikinga" (entre muchas comillas) y la historia de los arios, pensaban que esos mismos arios habían llegado a la India desde el norte de Europa, mezclándose con la población local y desvirtuando su "pureza" (de nuevo, entre muchas comillas). Era tal el interés que, en 1935, Himmler fundó un instituto de investigación en el que 100 "eruditos" alemanes estudiaban el pasado de la raza.

Himmler creía que en el Himalaya se podrían encontrar rastros del ario más puro y llegaron a la zona sin cortarse: con banderas luciendo la esvástica. Claro, en culturas orientales, la esvástica significa otra cosa muy diferente. Allí, Himmler y su equipo (entre ellos el zoólogo Ernst Schäfer y el antropólogo Bruno Beger) realizaron estudios de campo: recogieron muestras, artefactos, datos antropológicos, tomaron fotografías, midieron el cráneo de 376 tibetanos… pero estalló la Segunda Guerra Mundial.

También hicieron un montón de fotos.

Bruno Beger, el antropólogo de las SS en esta expedición, midiendo el cráneo de un hombre tibetano

Lebensraum

A finales del siglo XIX, el geógrafo Friedrich Ratzel popularizó el término Lebensraum. Inicialmente, fue clave dentro de las políticas de "espacio vital", que son aquellas en las que el estado debía proporcionar espacio suficiente a su pueblo para que este se desarrollara. El problema es que implicaba el darwinismo social, por lo que los más fuertes tenían el derecho a quitar el territorio a otros pueblos.

Esta idea llamó la atención de Hitler que, en su Mein Kampf, pervirtió esta idea del espacio habitable. En 1933, ya con Hitler bien asentado en el poder, mostró su plan a sus principales oficiales: el plan de espacio vital en el este. El Plan General Ost, o GPO, consistía en la colonización y germanización de Europa Central y Oriental. En él estaba implícito el carácter colonialista, pero no solo expulsando a los habitantes ya presentes en la zona, sino permitiendo su exterminio.

En 1939, con el ataque a Polonia, Alemania inició no solo la Segunda Guerra Mundial, sino también esos primeros pasos para la conquista del espacio vital oriental. Basado en estas ideas de Hitler, Himmler quiso dar forma al plan de asentamiento que, en su cabeza, se traduciría como villas repletas de alemanes de la más alta pureza genética con granjas, espacios deportivos, centros políticos, y todo ello rodeado por espesos bosques de robles para reproducir los antiguos bosques del norte de Alemania.

"Los romanos de hoy deben estar riéndose de estas revelaciones" - Adolf Hitler sobre los descubrimientos del pasado de los alemanes

La idea de fondo, claro, era que ese plan de colonización convirtiera a los altos cargos de las SS en una especie de terratenientes poderosos para que no cuestionaran ninguna orden del mando y, así, ser más eficaces con cualquier método a su alcance para limpiar los territorios del este. Himmler empezó a presionar a Hitler, siendo insistente para llevar a cabo el plan de asentamiento, algo a lo que el Führer accedió en julio del 42. Una victoria para Himmler.

La vergüenza de Hitler

Aunque Hitler había dejado que Himmler se saliera con la suya con el plan de asentamiento, lo cierto es que no estaba muy contento con lo que Himmler estaba encontrando. En ese afán por husmear en la historia germánica, estaban saliendo a la luz datos que avergonzaban al Führer y al pasado del pueblo alemán.

Como escribió la la periodista científica e histórica Heather Pringle, motivo era que los pueblos germánicos no vivían de forma tan "ordenada" como el Imperio Romano, por ejemplo, lo que rompía esa idea de que el Tercer Reich fuera un imperio heredero del de los romanos. Hitler llegó a ridiculizar a Himmler en su círculo privado: "Ya es bastante malo que los romanos erigieran grandes edificios cuando nuestros antepasados todavía vivían en chozas de barro", comentó a Albert Speer.

Esas expediciones arqueológicas se llevaron a cabo gracias a la Ahnenerbe, la ‘Sociedad de estudios para la historia antigua del espíritu’ con la que la cúpula nazi justificaba sus acciones. Y, concretamente, la cita de Hitler fue la siguiente:

"¿Por qué llamamos la atención de todo el mundo sobre el hecho de que no tenemos pasado? Ya es bastante malo que los romanos estuvieran erigiendo grandes edificios cuando nuestros antepasados aún vivían en chozas de barro. Ahora Himmler ha comenzado a desenterrar estas aldeas de chozas de barro y se entusiasma con cada fragmento de cerámica y hacha de piedra que encuentra. Realmente, deberíamos hacer todo lo posible por mantenernos callados sobre este pasado. En lugar de eso, Himmler hace un gran escándalo al respecto. Los romanos de hoy deben estar riéndose de estas revelaciones".

Sin embargo, Hitler debía considerar que, en plena guerra expansionista, había cosas mejores que hacer, pero estaba contento con los planes de asentamiento que Himmler estaba llevando a cabo. Afirmó que "es una práctica que debe seguirse. A aquellos distritos en los que es evidente una tendencia hacia la degeneración, debemos enviar un cuerpo de tropas de élite y, en diez o veinte años, la estirpe habrá mejorado hasta quedar irreconocible".

Al final, no fue así, y de ese plan queda solo alguna granja de las SS en una carretera de la ciudad de Mehrow.

Imágenes | Carsten Steger, Michael Moynihan and Stephen Flowers, Equirhodont, MSWG, Bundesarchiv

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