Habitualmente, un centro comercial está repleto de gente, tiendas y, en definitiva, trasiego, pero cuando las cosas no salen como los responsables esperan, un edificio tan grande puede convertirse en un espacio liminal propio de una película de terror. Es lo que está ocurriendo con algunos centros comerciales de Estados Unidos que tuvieron una buena vida durante un tiempo y ahora han muerto. En otras ocasiones, una mala planificación condenó el proyecto desde el principio.
Es la historia del New South China Mall, el que fue el centro comercial más grande del planeta que estuvo desocupado en un 99% durante mucho tiempo. Y que tuvo un final feliz. A medias.
Megaproyecto. El hogar del New South China Mall es Dongguan. Se trata de una de las ciudades industriales más importantes de China, con una población censada de más de diez millones de personas. No es de las más boyantes debido a su población obrera, las condiciones sociales de la misma y que las comunicaciones con otros centros urbanos no es sencilla debido a la ausencia de un aeropuerto.
El centro comercial fue obra de Hu Guirong, quien se hizo multimillonario gracias a la industria de los fideos instantáneos y, con un costo de construcción de unos 1.300 millones de dólares, el New South China Mall abrió sus puertas. Fue un capricho para honrar su ciudad natal.
Copiando ciudades. El espacio era (y es) inmenso. Un área total de 892.000 metros cuadrados, 659.612 metros cuadrados construidos y espacio para más de 2.000 tiendas. Algo curioso es que en China hay réplicas de algunas ciudades, sobre todo europeas. Un ejemplo es el complejo de oficinas de Huawei que replica ciudades como Granada. Otro, la réplica de monumentos y barrios europeos, como puede ser París.
En el centro comercial, los constructores decidieron que era una buena idea replicar distritos de ciudades como Ámsterdam, Roma, París o Venecia, así como otras zonas inspiradas en California, Caribe o Egipto. Un ejemplo es el Campanario de San Marcos de Venecia (con un canal de más de dos kilómetros en los que se podía pasear en góndola) o la réplica del Arco del Triunfo de 25 metros de alto, la mitad de la altura del de París.
Megafracaso. Aunque espectacular, resultó un fracaso rotundo. Hay varios motivos que jugaron en contra del complejo desde el principio. Uno es que se encontraba en los suburbios, por lo que para llegar había que utilizar el coche. La zona tampoco acompañaba.
Cuando se ideó el centro comercial, se proyectó que los ocupantes de estos espacios comerciales fueran marcas de lujo, algo muy alejado de las posibilidades económicas de los habitantes de la zona en la que se encontraba.
99% "se alquila". Eso provocó que los comercios se redujeran a cadenas de comida rápida y se reportó que prácticamente la totalidad del espacio estaba desocupado. A diferencia de otros proyectos de este estilo que se abandonan o se reutilizan para otro fin, Hu Guirong no se rindió y vendió una participación mayoritaria del centro comercial.
Founder Group, que formaba parte de la Universidad de Pekín, buscó revitalizar el edificio. Lo primero fue un cambio de nombre que era algo más largo (New South China Mall, Living City), pero durante más de una década sólo comercios como KFC, McDonald’s o un cine IMAX se mantuvieron en pie. Parecía que todo estaba perdido, pero la solución estuvo frente a sus narices en todo momento.
Resurrección. ¿La clave? Reinventar el concepto del centro. Tras el fracaso a la hora de intentar atraer a un público adinerado, la organización optó por la estrategia contraria: intentar que la clase media se sintiera como en casa. Se limpiaron los canales, se ampliaron las zonas verdes, se cambió la iluminación y se inauguró un parque marítimo. Eso, unido a que tiendas más accesibles empezaron a establecerse, permitió que la ocupación del centro comercial se recuperaran hasta un 91% en 2020.
Al final, la historia del New South China Mall ha sido positiva. Dejó de ser hace tiempo el centro comercial más grande del planeta, pero al menos no ha quedado como una mole de hormigón abandonada más. Como hay tantas y tantas.
Imagen | David290
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