Madrid, Barcelona, Londres, París, Milán, Múnich, Ámsterdam, Oporto, Manchester. Cuando pensamos en los grandes clubes de fútbol europeos pensamos, invariablemente, en capitales nacionales o ciudades de especial prominencia histórica, cultural o económica. No solemos pensar en pueblos o urbes medianas. De tanto en cuanto un equipo rompe con esta dinámica. Ese equipo, en España, tiene un nombre: Villarreal. Ayer se proclamó campeón de la Europa League frente al Manchester United.
Nunca una ciudad tan pequeña había conseguido algo así.
La cifra. Villarreal cuenta 50.000 habitantes. Para toparnos con un campeón de similar tamaño debemos viajar hasta 1988, cuando el KV Mechelen se impuso al Ajax de Ámsterdam en la Recopa (competición ya extinta que enfrentaba a los campeones coperos de cada país de Europa). Mechelen es una pequeña localidad flamenca de 86.000 habitantes. Hasta ayer también era la única ciudad con menos de 100.000 habitantes que había levantado un título continental. Ahora comparte honor con Villarreal.
Otros precedentes. Los recopila aquí Aitor Lagunas, periodista deportivo: sólo cinco ciudades con menos de 100.000 habitantes (un umbral razonable para diferenciar a las ciudades pequeñas de las medianas) han disputado una final europea. A Villarreal y Mechelen debemos sumar a Székesfehérvár (Hungría, 97.000 habitantes en 1985, cuando perdió la UEFA con el Real Madrid); Bastia (Francia, 48.000 habitantes en 1978, cuando perdió la UEFA con el PSV); y Mónaco (35.000 habitantes censados en 2004, cuando perdió la Champions League con el Oporto).
Del pueblo al cielo. Con sus matices (es propiedad de uno de los hombres más ricos de España, al fin y al cabo), el triunfo del Villarreal es el triunfo del fútbol de pueblo. La población ni siquiera es cabecera provincial (el honor corresponde a Castellón, 170.000 habitantes, cuyo equipo ha descendido este año a la Segunda División B). Tampoco se cuenta entre las diez más grandes de su comunidad autónoma, quedando por debajo de localidades tan poco relevantes en el fútbol como Torrevieja (80.000), Gandía (75.000) o San Vicente del Raspeig (58.000).
Donde otros no. Villarreal, el municipio, ha conseguido algo que otros clubes/ciudades españolas más humildes sólo soñaron. Lo más lejos que pudo llegar el Getafe (180.000 habitantes) en su andadura europea fueron los cuartos de final, en 2008, perdidos de forma dramática ante el Bayern de Múnich. Su referente más inmediato, el Alavés, llegó a la final de la UEFA en 2001 (un partido histórico), pero su estatus demográfico y político es mayor (250.000 habitantes y capital del País Vasco). Este mismo año el Granada llegó muy lejos, pero su dimensión es otra (230.000).
No importa qué referente tomemos (Zaragoza, Deportivo, Celta, Betis, Málaga, Athletic). Todos los equipos de clase media que han llegado lejos en Europa surgen de ciudades mayores dentro de España, en ocasiones superando el medio millón de habitantes. Todas menos el Villarreal.
La contraria. Por último, el éxito villarrealense tiene tintes irónicos. Hace tan sólo unas semanas del anuncio y posterior suspensión de la Superliga, la competición cerrada que doce clubes europeos (doce de los más ricos) deseaban crear en paralelo a los torneos organizados por las federaciones nacionales y la UEFA. Aquel proyecto, ya fallido, anticipa el futuro del fútbol: más concentrado en mercados grandes, en ciudades prominentes, en equipos multinacionales, desarraigados de sus orígenes. Llevamos muchos años caminando hacia ese escenario, quizá inevitable.
Frente a la franquicización del fútbol, un pueblo de 50.000 habitantes acaba de ganar la Europa League.
Imagen: Michael Sohn