El interés por las cartas de Pokémon ha resurgido. La gente lleva meses haciendo colas en las tiendas, retransmitiendo en Twitch unboxings de sobres o pagando enormes cantidades por las más antiguas. De hecho, nuestra generación ya bucea como loca en sus sótanos en busca de aquella caja de cartas de cuando éramos niños, por si entre ellas hay alguna cuyo precio se ha disparado durante esta loca segunda era dorada de Pokémon. Si artistas como Justin Bieber o Steve Aoki están gastándose miles de euros en ellas, podemos decir que sí, están de vuelta.
Muchos de nosotros entramos en ese mundo un poco tarde, cuando éramos niños y no podíamos permitirnos hacernos con algo más allá de lo que nuestros padres, después de rogarles durante horas, nos compraban. Sin embargo, hay quienes se adelantaron al fenómeno al darse cuenta de que Pokémon estaba a punto de ser una gran parte de la cultura nerd. Una de esas personas era un hombre hoy conocido como 'El Rey Pokémon'. O Gary, como le llaman sus colegas.
Y lo curioso es que Gary “Rey Pokémon” Haase es, a pesar su título, un padre de tres hijos de 67 años de Las Vegas que hasta hace poco tenía dificultades para llegar a fin de mes. Ahora, su colección tiene un valor aproximado de 10 millones de euros, una hazaña de décadas de coleccionismo obsesivo.
Lo cierto es que él siempre fue así. Después de coleccionar chapas de botellas de Coca-Cola, cómics, merchandising de ciencia ficción y otros tipos de cartas coleccionables como Magic, Haase se metió en Pokémon en 1998. Por aquel entonces le detectaron un melanoma maligno avanzado que le impidió seguir con su trabajo de gerente de un casino para recibir tratamiento y cirugía. Dejó su trabajo y en casa, sin nada que hacer, su nueva afición floreció.
Lo que estamos viendo ahora mismo en las tiendas de Estados Unidos, donde algunas ya han prohibido la venta de estas cartas porque los fanáticos están robándolas a mano armada, se vivía de forma similar —pero de forma menos agresiva— en el apogeo de la Pokémania, entre 1999 y 2000. Haase conducía entonces durante horas fuera de su estado solo para encontrar nuevos sobres de cartas. Su sustento dependía de encontrarlas y venderlas en eBay y Yahoo!: los 4.000 euros en ganancias mensuales eran todos los ingresos que tenía para mantener a su familia.
Parte de su colección es un secreto, y lo mejor de ella está escondido en una instalación de almacenamiento de alta seguridad lejos de miradas indiscretas. Lo más curioso de todo es que no tiene intención alguna de vender ninguna de ellas. Una vez que se haya ido, quiere dejárselas a sus hijos para que ellos decidan qué hacer con el "tesoro" de su padre.
Si acudimos a Twitch, YouTube o nos paseamos por las webs de coleccionismo todo es Pokémon, Pokémon y Pokémon. La Pokémania ha alcanzado su punto álgido como si estuvieramos en 1999 de nuevo. Durante la pandemia, con la gente aburrida y nostálgica en sus casas, las cartas de Pokémon se han disparado en valor de 10 a 15 veces, y los coleccionistas de primer nivel han aprovechado este segundo “boom” para hacer negocio.
La fiebre por los intercambios millonarios
El año pasado, por ejemplo, John Stibich, también conocido como Pokémon Radar, renunció a su trabajo de ocho horas vendiendo brazos robóticos para dedicarse a vender cartas Pokémon a tiempo completo. Logró una ganancia de $100.000 en seis meses y viajó a Dubai a principios de este año para negociar una venta de $350.000 por una carta del Trofeo Pikachu de 1997. "Hace veinte años, intercambiaba cartas de Pokémon en un autobús escolar. Ahora estoy operando en Dubai. Es una transición tan extraña", decía en un vídeo de YouTube. Sus cartas ya representan el 80% de su patrimonio neto.
Pese a que Haase renuncia a vender sus preciadas cartas, el pasado octubre hizo una excepción con el YouTuber Logan Paul. Le vendió una de Charizard de la primera edición y con PSA 10. Los servicios de autenticación oficiales valoran las cartas con calificaciones en la escala entre el 1, "Deficiente" a 10, "Gem Mint". Algunos coleccionistas dicen que las valoraciones de las cartas Pokémon se dispararon una vez que Paul entró en el mercado, lo que atrajo a una generación más joven a este pasatiempo coleccionista.
Ese mismo octubre, el ex-rapero Logic compró un Charizard de primera edición de PSA 10 diferente por $220.000 en una subasta. En diciembre, otro Charizard de la primera edición de PSA 10 se vendió por 350.000 dólares en una subasta. Mucho más que apenas unos años. En 2019 se subastaban por menos de $40.000. Justin Bieber y Gary Vaynerchuck son solo algunos de los nombres que se acercaron a Haase para comprar, cómo no, otro Charizard, aunque éste rechaza repetidamente y con cortesía a las celebridades, a veces para desconcierto de quienes lo conocen bien.
“Casi todo lo que hay en mi colección, si lo sostuviera frente a mí y me preguntaras al respecto, puedo contarte toda su historia. Puede que no recuerde el cumpleaños de mi esposa, pero recordaré esas cosas", explicaba Haase en un reportaje de Input.
The Pokémon Co., la empresa fundada en 1998 y con sede en Tokio, gestiona con cuidado su marca para conseguir una rentabilidad a largo plazo. Es la franquicia de videojuegos más taquillera de la historia, con un ingreso total estimado de más de 100 mil millones de euros. Y, sin embargo, las cartas rara vez se sobreimprimen, incluso hoy, con una demanda en máximos históricos, y esa escasez forzada genera un deseo masivo.
Charlie Hurlocker, un comerciante de Pokémon de alto nivel y director de operaciones de Ludkins Media lo resumía muy bien en aquel artículo: "Si descubres que Barry Bonds (el jugador de béisbol) usa esteroides, tus cromos de Barry Bonds valdrían menos. Pero nunca vas a tener un escándalo con Charizard, porque Charizard tiene el mejor gerente de relaciones públicas de todos los tiempos, y eso es Pokémon".
Ver todos los comentarios en https://www.xataka.com
VER 0 Comentario