Gregor MacGregor, Príncipe de Poyais: el soldado escocés que se hizo millonario vendiendo (dos veces) un país falso

Hay timos y estafas, y luego está la historia del escocés más cafre de la historia

Historias de timos y estafas hay muchísimas. En Xataka hemos contado más de una, de hecho. Sin embargo, que el timo o la estafa en cuestión sean un éxito ya son menos. Que la estafa sea vender un país, y se consiga, rebaja la cifra a un número ínfimo. Y que lo haga hasta dos veces, parece una broma. Esto pasó en realidad, y el país ni siquiera existía.

El nacimiento del soldado escocés. Año 1786. Nace en Edimburgo Gregor MacGregor, hijo de un antiguo capitán de la East India Company. El chico se hace mayor muy rápido. Para 1803 y con tan solo 16 años, ya está alistado en la Armada Británica. En 1810, Simón Bolívar acude a Londres en misión diplomática con la intención de reclutar oficiales a su causa. MacGregor no lo duda ni un instante y entra a servir como coronel. Su destino: Venezuela.

A partir de aquí, y dependiendo de la enciclopedia que tengas delante, la historia varía ligeramente. A veces MacGregor parece un tipo de otro planeta, y otras no tanto, pero convengamos que, por encima de todo, en mayor o menor medida, el hombre se iba a convertir en un soldado por la libertad. De entre las hazañas, por ejemplo, la que ocurrió el 26 de marzo de 1812 en el terremoto de Caracas, donde el escocés perdió la mayor parte de su ropa auxiliando a los heridos.

Luchando en varios frentes. Lo siguiente que se supo sobre nuestro protagonista es que decide prestar sus servicios a los revolucionarios venezolanos. Así obtiene el título de general de Brigada de Caballería por su valentía. En Caracas se casa por segunda vez (se quedó viudo en 1811) con Josefa Aristeguieta (prima de Bolívar) y tras la caída de la Primera República emigra a Cartagena de Indias para unirse a la figura histórica.

Si nos guiamos por todos los libros de historia, el señor MacGregor está prácticamente en cada conflicto bélico del país en los siguientes años. El punto y aparte surge en el año 1816, momento en que se dirige a Estados Unidos en una misión especial. El plan: Bolívar buscaba la independencia de Florida y torpedear el apoyo estadounidense a los realistas en Venezuela.

Retrato de Macgregor

Mosquitia. Allí, nuestro esforzado escocés se ve envuelto en varias batallas hasta terminar en la denominada como Costa de Mosquitos (Mosquitia), un enclave histórico ubicado en su mayor parte al este de Nicaragua y la otra parte en Honduras. Lo curioso de este periplo es que MacGregor pasa una buena temporada con los habitantes de la zona.

Se produce entonces uno de los momentos más fascinantes en la vida del escocés. Después de atiborrar de alcohol al terrateniente rey Federico Augusto, MacGregor lo convence para que le ceda la tierra abandonada. Así, firma un tratado con el rey a cambio de bienes para la colonización del territorio de los Poyais. Es más, él mismo se nombra Príncipe de Poyais.

Y no, no busques el territorio porque no lo vas a encontrar. Poyais no existe. El escocés se había inventado un país.

Vuelta a Reino Unido como Príncipe de Poyais. MacGregor regresa al Reino Unido en 1820 y se instala en Londres. Lo hace con “pedigrí”, ya que a todo el que le pregunta responde que es el Príncipe de Poyais. En poco tiempo, gran parte de la alta sociedad lo convierte en figura importante. Primero por pertenecer al clan MacGregor (descendencia de Roy MacGregor), pero más importante, por haber sido abanderado en la lucha por la independencia de Venezuela.

Muchos londinenses de la época estaban exhaustos y empobrecidos tras las recientes guerras napoleónicas que habían asolado Europa. Ansiaban algo de esperanza y buenas noticias. Así que cuando MacGregor llegó a la ciudad afirmando ser Su Alteza Serenísima Gregor I, Príncipe Soberano del Estado de Poyais y sus Dependencias, y Cacique de la Nación Poyer, cayeron en sus cautivadoras historias de tierras lejanas.

Un grabado que supuestamente representa el "puerto de Black River en el territorio de Poyais"

La gran estafa. MacGregor le dice a los londinenses y a sus compatriotas escoceses que el rey Augusto lo había nombrado Príncipe de Poyais concediéndole una gran extensión de las hermosas tierras en la Bahía de Honduras. El envoltorio del cuento es perfecto: llenas de minas de oro, frutas raras, agua cristalina y suelo fértil, la tierra simplemente necesitaba colonos. El escocés se asocia con otros timadores y abre oficinas para la Legación Poyaisiana en Gran Bretaña en Londres, y oficinas de tierras en Glasgow, Stirling y Edimburgo para vender extensiones.

De esta forma, MacGregor intercambiaba dinero falso de Poyais que había impreso por la moneda real de los colonos interesados. Incluso presentó el libro "Sketch of the Mosquito Shore, including the Territory of Poyais" como prueba de la existencia de Poyais. El libreto describía de manera similar una tierra, no solo rica en recursos, sino también con su servicio civil, un banco, un ejército y un gobierno democrático.

Por supuesto, MacGregor en realidad había publicado el libro él mismo usando el seudónimo de Capitán Thomas Strangeways.

Grandes inversiones. Lo que ocurrió entonces es tan verídico como surrealista. Cientos de personas, tanto ricas como pobres, creyeron la historia e invirtieron en la tierra (además, en aquella época en Reino Unido se sabía muy poco sobre las antiguas colonias ibéricas). MacGregor se convirtió en tiempo récord en lo que hoy sería un multimillonario (según los estándares actuales). Multitudes de ciudadanos invirtieron en el reino e incluso intentaron mudarse allí, convirtiéndose en víctimas de uno de los mayores estafadores del mundo.

La situación se tornó en cómica cuando el escocés fue recibido por el rey Jorge IV, quién lo acaba nombrando Sir Gregor con el fin de promover las relaciones entre ambos países. De hecho, MacGregor dobló la apuesta alquilando barcos para llevar a la gente a su nuevo hogar.

En busca de la tierra prometida. En 1822, unas 240 personas, muchas de ellas mayores, partieron hacia Poyais en dos embarcaciones. Cuando llegaron no encontraron el paraíso descrito. En cambio, encontraron una tierra vacía, inhóspita y llena de insectos. La malaria y la fiebre amarilla pronto arrasaron al grupo, matando a tres cuartas partes. Finalmente, 50 personas lograron regresar a Londres. Se descubre que MacGregor es un fraude.

Poyais existe. Para entonces, el escocés ya se había escapado a Francia. ¿Qué ocurrió? Que los franceses se dejaron llevar por el fascinante concepto de Poyais con la misma facilidad que los británicos y los escoceses. El hombre crea más asociaciones y le vende a los locales la idea de un reino de oportunidades. Y aunque parezca mentira, en otoño de 1825 volvían a partir un gran número de barcos repleto de franceses sonrientes en busca de ese pedazo de tierra que les iba a cambiar la vida.

Sin embargo, las autoridades francesas comenzaron a sospechar y MacGregor, ahora sí, termina en la cárcel, primero en Francia, y más tarde en Inglaterra. Increíblemente, las autoridades de ambos países lo liberaron después de breves estancias.

El final. MacGregor escapa del país y se retira durante unos años en algún punto en Europa. Dicen que hasta mediados de 1830 siguió intentando vender acciones de Poyais a quién quisiera escucharle. Ironías de la vida, sus últimos días de discurren en Sudamérica, epicentro de la estafa. El hombre se refugia en Venezuela, lugar donde incluso llega a nacionalizarse y convence a las autoridades para que le otorguen una pensión por sus años de servicio como general en la Guerra de Independencia de Venezuela.

Finalmente, el hombre que vendió un país que no existía, dos veces, murió el 4 de diciembre de 1845 a la edad de 59 años.

Imagen | George Watson

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