Un tercio de la población mundial está confinada en sus casas por la crisis del coronavirus y eso, de momento, no entiende de número de seguidores en redes sociales. Del mismo modo que cualquier ciudadano medio tiene que cumplir con las restricciones de movilidad impuestas, los influencers han tenido que cambiar los viajes y la asistencia a eventos por maratones de Netflix y sesiones de yoga en diferido. Sin embargo, no todos están dispuestos a mostrar su vida "tal cual es".
Estética dividida. El confinamiento y el consumo de contenido a través de redes sociales nos está dejando una fotografía de la comunidad influencer bastante dividida. Mientras una parte del colectivo como Alexandra Pereira, Sara Escudero o María Pombo tratan de mantener una estética muy cuidada y similar a las semanas anteriores a la crisis (fotos de looks, eventos o viajes), otros perfiles también asociados al ámbito de la moda o la belleza como Chiara Ferragni, Marta Riumbau o Dulceida están optando mostrar una imagen más real y adaptada a las circunstancias cotidianas.
Contenido. De la misma forma que una parte del colectivo está huyendo de mostrar cómo es su vida detrás de una ventana, sucede lo mismo con la tipología de los vídeos compartidos. Por ejemplo, María Pombo combina el contenido más superficial donde muestra sus últimas prendas adquiridas con vídeos donde aparece dibujando para distraerse. Por su parte, influencers como Laura Escanes, Marta Riumbau o Dulceida se están centrando en crear material adaptado a la cuarentena: rutinas de ejercicio físico, consejos para el teletrabajo o vídeos de looks para estar en casa.
Más allá de una feed inalterada por la cuarentena, otras creadoras como Alexandra Pereira se decantan por utilizar las stories y los directos para aportar ese punto de realidad del que carecen las publicaciones estáticas.
Diversificación. Si hace unos meses hablábamos de que TikTok se estaba convirtiendo en una red social donde importa más el fondo que la forma, ahora, los influencers que están confinados están comenzado a dedicarle más tiempo y subir a ella ese contenido que evitan mostrar en Instagram. Por ejemplo, Dulceida está utilizando su cuenta para subir cambios de look en pijama a cara lavada y coreografías improvisadas junto a Luc Loren.
Chiara Ferragni. La influencer italiana es uno de los rostros más seguidos del ámbito de la moda internacional y actualmente uno de esos perfiles que apuesta por crear contenido cercano a la realidad de sus seguidores (lujos al margen, por supuesto). Lo que hace dos meses eran vídeos de desfiles de alta costura y looks sobre una alfombra roja, hoy han sido sustituidos por vídeos de su hijo bailando frente al televisor, fotos en chándal y directos desde los balcones.
Además, con el objetivo de dotar de más recursos a la sanidad de su país, ella y su marido el rapero italiano Fedez han realizado una colecta benéfica con la que han acumulado 4.3 millones de euros que han ido destinados íntegramente a reforzar la UCI del hospital San Raffaele en Milán.
Faceta profesional. La ausencia de un sistema de monetización en Instagram hace que los creadores solo puedan ganar dinero en esta plataforma a través de la publicidad y, desde que se decretó el estado de alarma, las publicaciones patrocinadas escasean. Por ejemplo, la última de Dulceida es del 11 de marzo. De hecho, los perfiles que están subiendo contenido publicitario son aquellos que actualmente tienen a la venta colecciones propias.
En China, durante la crisis del coronavirus, la mayor parte de las marcas decidieron posponer las campañas con influencers hasta mayo, con el objetivo de poder retomarlas en un contexto de normalidad.
Imagen: TikTok/Dulceida
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