Hace año y medio, Mark Zuckerberg apuntalaba una de las máximas históricas de Facebook: no debes pagar por su uso. "Siempre habrá una versión que sea gratuita", explicó, para gran escándalo de la prensa tecnológica ante la posibilidad de que se desarrollaran "otras versiones" de pago. Similares rumores han rotado en torno a WhatsApp durante los últimos años, sin que ninguno se sintetizara en un modelo de pago mensual similar al de otras aplicaciones. Es gratis. Úsalo. Pero una cosa es lo que Zuckerberg desee para sus servicios y otra muy distinta los intereses de los estados soberanos.
El último ejemplo es el Líbano.
Pagar por hablar. Resulta que el equipo de gobierno de Saad al-Hariri, primer ministro del país desde 2016, baraja la posibilidad de imponer un impuesto a las llamadas de voz digitales. Líbano cobraría así alrededor de 20 céntimos (en dólares) al día (unos $6 al mes) por cualquier comunicación establecida a través de un VoIP, sea Facebook, WhatsApp o FaceTime (todas ellas poseídas por la misma persona: Mark Zuckerberg). La idea es recaudar alrededor de $250 millones al cabo del año y aliviar así las calamitosas cuentas públicas del Líbano, un país acostumbrado al conflicto violento y a la decadencia económica.
Crisis. Al gobierno no le salen las cuentas. Tiene ante sí la titánica tarea de reducir una de las deudas públicas más abultadas del mundo, por encima del 140% del PIB. En un contexto de recesión, inestabilidad política y endeblez del mercado laboral, Líbano es incapaz de recaudar lo suficiente como para cumplir con sus acreedores. Ante la ausencia de reformas de calado y crecimiento económico, el resultado son medidas tan desesperadas como esta. Ningún otro país se ha planteado un impuesto sistemático sobre WhatsApp. Aún no está claro si la cuantía se dirigiría al ciudadano o al servicio en sí.
Caro. En el fondo es irrelevante: el usuario terminará sufragando el coste. Más de 3,5 millones de personas que utilizaban WhatsApp y otros servicios de voz como un subterfugio. Resulta que las dos empresas de teleoperadoras del Líbano (Touch y Alfa) están controladas por el estado, y que el monopolio de facto ha derivado en tarifas muy elevadas, las más altas de su entorno. Las llamadas digitales permiten a los libaneses esquivar los precios draconianos de las teleoperadoras, lo que a su vez ahonda en la crisis fiscal del estado. Algunos foros del país ya se preguntan si la maniobra es legal.
Emergencia. En septiembre, las autoridades tuvieron que declarar el estado de "emergencia económica" ante el recrudecimiento de la crisis. El gobierno se encuentra en una situación límite, dado que necesita aprobar un presupuesto fiscalmente viable para desbloquear algunas reformas cruciales. Miles de personas tomaron las calles de Beirut hace algunas semanas protestando por la situación económica. A la devaluación monetaria y el decrecimiento se le unen factores externos, como la guerra de Siria y su influjo de refugiados y las sanciones de Estados Unidos contra Hezbollah, cuyo impacto alcanza al resto de la economía.
Gratuidad. El resto de la humanidad puede respirar tranquila: WhatsApp seguirá siendo gratis. No siempre fue así. Durante un breve periodo de tiempo, algunos usuarios, no todos, tuvieron que abonar una cantidad muy pequeña (en torno al 1€ anual) por utilizar sus servicios. De 2016 en adelante las cuotas se anularon. Se trató de una decisión puntual para obtener algo de ingresos, pequeños en comparación de su gigantesco volumen de usuarios (400 millones). Hoy aquellos micropagos son historia, aunque en el horizonte ya se vislumbra la publicidad. La compañía la incorporará en los estados a partir de 2020.