El hashtag #ninosenlacalle que circuló ampliamente ayer por Twitter espoleó en buena parte de la ciudadanía una parte muy oscura y pesimista de sí misma. Las redes sociales, su habilidad para ayudar a propagar fragmentos de realidad instrumentalizados para despertar nuestras emociones más viscerales, nos llevó a poner el grito en el cielo por todas esas fotos y vídeos de padres con sus hijos que no hacían más que campar a sus anchas por las calles irradiando covid como si de confeti se tratase. En nuestra mente, después del conspicuo paseo matutino media España ya había sentenciado a la otra a un futuro donde la curva ascenderá con la empinadura del Everest.
Aún no sabemos si el desconfinamiento de niños nos ha perjudicado
Según los datos manejados por el ministerio del Interior, la jornada de ayer se desarrolló sin “incumplimientos graves o generalizados” en el paisaje español. Algunas comunidades autónomas sí han sido más críticas. Otras ya están anunciando que a partir de hoy se hará una vigilancia más activa, multas y cierres de espacios públicos incluidas. Para mitigar el indignómetro que despertaron las decenas de imágenes que se compartieron con profusión algunos fotógrafos han mostrado lo mucho que puede hacer el encuadre y la óptica a la hora de manipular la ocupación de un espacio.
Otros han señalado que puede tratarse de un efecto involuntario del confinamiento: nuestra asociación de la actividad humana pública con la infección y la muerte es tal que ahora imágenes así despiertan un grado de aprensividad que tal vez sea superior al que deberíamos sentir en base a la amenaza vigente. Además, lo que vemos no es lo único que ocurre. Aunque la gente no ha podido salir a las calles, los trabajadores de diversas actividades han seguido acudiendo a sus centros, no siempre con las mejores protecciones, como se apuntaba en esta misma fotografía de ayer de los trabajadores del matadero de Binéfar, en Huesca.
En cualquier caso, en dos o tres semanas se podrá empezar a adivinar el efecto concreto en las estadísticas del coronavirus de la famosa salida de los niños y padres.
Pero sí sabemos que los vigilantes tampoco se han portado bien
No toda imagen de la vía pública es legal, mucho menos si en ellas vemos a niños y especialmente si estos son el centro de interés de la fotografía. Sergio Carrasco Mayans, abogado especializado en Derecho de las Nuevas Tecnologías y en Derecho Público, subraya que en fotos hechas por vecinos el menor no debería ser reconocible.
Para la ciudadanía, que no para los medios de comunicación, sólo es posible hacer fotos en el espacio público si estás haciendo si en ella los transeúntes sean una figura accesoria, como por ejemplo, si en una foto que sacas a amigo se cuela alguien de fondo, pero en este caso el carácter de la imagen del menor es el centro mismo del objetivo de hacer esa fotografía. No es posible difundir imágenes de menores de 14 años sin el consentimiento de sus tutores. De subir a redes sociales fotos en las que se les vea estarían infringiendo tanto la Ley de Protección del Menor como la de Protección de Datos.
En algunas de las imágenes y vídeos que hemos visto en la jornada de ayer se ve a los niños a lo lejos, sin poder identificar sus rostros, pero no ha sido una actitud extensible entre todos los fotógrafos denunciantes. También los españoles que hayan hecho correr las fotos protagonizadas por niños a golpe de retuit o incluso compartiéndolas como mensajes privados en WhatsApp pueden exponerse a algún tipo de sanción.
Otro ejemplo más de cómo el coronavirus está alterando nuestro civismo.
Foto: GJV/Gtres
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