La foto superior, tomada por satélites climáticos, refleja sólo una parte de lo que está pasando en Indonesia este año: un país de más de 250 millones de habitantes está ardiendo. En lo que va de año, se han detectado casi 120.000 incendios. Una catástrofe climática en la que han muerto al menos 19 personas y medio millón más han necesitado tratamiento médico.
Que casi todos los días de septiembre y octubre ha emitido más CO2 a la atmósfera que Estados Unidos, según el World Resource Institute. El país ya es el cuarto mayor contaminante de este gas. Más que Alemania o Rusia. Los estados vecinos de Singapur y Malasia se han visto obligados a cerrar escuelas y cancelar vuelos. Y, sin embargo, apenas se habla de la situación.
¿Cómo es posible que haya casi 120.000 incendios en un año?
Los incendios en Indonesia son el mayor desastre medioambiental de este año, pero si echamos un vistazo a la gráfica superior vemos que es un problema recurrente. Agravado este año por las escasas lluvias -que hasta la semana pasada no ayudaron a combatir el fuego- y una situación endémica que va a peor. Como mencionaba George Monbiot en The Guardian, todo esto ha pasado mientras hablábamos de si las salchichas son malas para tu salud.
Los incendios se producen de múltiples maneras, pero casi todos con un elemento en común: Indonesia arde para dejar la tierra libre para varios monocultivos, especialmente el de aceite de palma, cada vez más demandado en Occidente como ingrediente culinario o materia prima para biodiésel. Tanto en el caso de los fuegos legales (cada agricultor tiene permiso nominal del gobierno para quemar hasta dos hectáreas) como en el de los ilegales, el fuego descontrolado termina arrasando enormes extensiones de terreno.
Por encima y por debajo de la tierra: gran parte de lo que arde es turba seca, rica en carbono y que, sin humedad, se convierte en un excelente combustible de la naturaleza. Uno que emite mucho más dióxido de carbono y otros gases de efecto invernadero que un incendio "normal". Y que no se reabsorbe porque la tierra incendiada no se reforesta, sino que se dedica al cultivo.
Un círculo vicioso que este año ha llegado demasiado lejos: la turba desecada (intencionadamente, con desvío de canales) y la desaparición progresiva de las selvas, junto al fenómeno de El Niño han llevado a esta situación. Una que provoca conflictos diplomáticos con los países vecinos (aunque las emisiones nos afecten a todos). Sólo en la vecina Malasia, ha provocado que miles de colegios hayan tenido que cerrar al menos cuatro veces en lo que va de año.
Y eso sin hablar de la fauna: los orangutanes y los tigres de Sumatra del país están casi extintos debido a los incendios anuales.
¿Hay solución?
Este año, una de las mayores multinacionales en el comercio de aceite de palma, Willard, se comprometió a no comerciar con aceite de palma que provenga de zonas deforestadas o quemadas. Willard representa casi la mitad del todo el comercio global del planeta. Es una excelente noticia. Pero en Indonesia, se estima que cerca del 40% de todos los cultivos provienen de agricultores locales, y que en muchos casos se trata de un negocio ilícito, protegido por la corrupción. El gobierno indonesio lleva años sin mover ficha, hasta que la situación se ha vuelto insostenible. Durante octubre, ha abierto una investigación a varias empresas productoras y se ha comprometido a cambiar un modelo fuera de control.
En Vox estiman que hay dos posibles soluciones, a las que ya se ha comprometido el presidente Joko Widodo, que se reunió recientemente con Obama: modificar el sistema de canales del país para devolver la humedad a las zonas de turba (que crean los fuegos más difíciles de controlar). Y crear de una vez por todas un mapa estatal que clarifique quiénes son los dueños de las tierras. Porque en Indonesia es práctica habitual quemar más de lo que te toca y reclamar como tuyo lo que ha ardido.
El resto de países de la región también están presionando a Indonesia. Parte de la industria papelera malaya, por ejemplo, no adquirirá materia prima de las empresas indonesias sospechosas de haber contribuido a unos catástrofe llameante cuyo coste se estima en casi 43.000 millones de euros.
Por qué no se habla de ello
Indonesia forma parte del G20 -es la 16ª economía del mundo-. Y está invitada a la Cumbre del Clima de París, que comienza a finales de este mes. Sin embargo, ni todos los elementos ni la cercanía de la Cumbre han servido para que el peor desastre climático del planeta este año ocupe titulares, como denuncia Monbiot. Salvo un par de noticias, el protagonismo de Indonesia en los medios ha ido de la mano de un nombre más familiar: Google. El titular del mes para el país asiático -al menos, en los medios occidentales- ha sido que Google llenará el país de globos para proporcionar Internet.
El texto de Monbiot ha sido compartido más de 400.000 veces desde su publicación el día 30 de octubre. Y el activista achaca el silencio mediático a la situación actual del periodismo "entre otras mil respuestas, casi todas relacionadas con el poder":
Pero una de las razones es la absoluta falta de perspectiva en una industria deshabilitada dominada por los comunicados de prensa (...) donde todo el mundo parece que espera que los demás lideren. Los medios de comunicación han tomado la no-decisión colectiva de tratar esta catástrofe como algo menor. Y todos seguimos adelante como si no estuviese pasando".