Ante una inflación desesperada, medidas desesperadas: el plan de Turquía para subir los sueldos un 30%

La economía mundial vive una inflación sin precedentes en lo que va de siglo. Casi todos los países se enfrentan a subidas de precios que alcanzan máximos históricos en Europa y Estados Unidos. Pero no todos han recibido el embate de la misma manera. Entre ellos, hay uno que está sufriendo el fenómeno de manera alarmante: Turquía. Si bien el país está expuesto a las mismas fuerzas que afectan a otros países, las políticas económicas poco ortodoxas del presidente Recep Tayyip Erdogan han incrementado la crisis.

Turquía se enfrenta ahora a una inflación desenfrenada en la que su moneda ha perdido más del 20% de su valor desde principios de año.

Los datos. Cuestan de creer. La tasa anual de inflación de Turquía alcanzó casi el 80% en junio, la más alta en 24 años. Pensad que en España roza el 10% y ya supone un caos para la familia media. Los precios al consumidor aumentaron allí un 78,6% con respecto a 2021, impulsados ​​por el aumento del coste de los alimentos (+100%), transporte (+123%) y bebidas (+93,93%), según datos del Instituto de Estadística de Turquía. El aumento mensual es de un insólito 4,95%.

Si ya nos parecen cifras desastrosas, los economistas del país aún creen que la tasa real de la inflación es de casi el doble que la cifra oficial del gobierno por los recientes aumentos en los precios del petróleo y el gas.

IPC de Turquía.

¿Cómo se ha llegado hasta aquí? La lira turca lleva desplomándose desde la crisis de la deuda europea en 2012. Para frenar su declive, en 2018 Erdoğan lanzó lo que él denomina un "nuevo modelo económico": dejar de lado el aumento de la inflación y recortar las tasas de interés para impulsar el crecimiento económico. Hace unos meses le dijo al banco central de Turquía que comenzara a reducir las tasas de interés a medida que subían los precios, en lugar de incrementarlas.

El país camina a contracorriente. En un momento en que los bancos centrales del mundo aumentan el coste de los préstamos para reducir la demanda y controlar así la inflación, Turquía está haciendo justo lo contrario: las tasas de interés se han mantenido. Erdogan argumenta que eso reducirá la inflación e impulsará la producción y las exportaciones y culpa de los problemas económicos de su país a la interferencia extranjera.

El precio a pagar. El resultado de todas esas maniobras son la caída en picado de la lira y una pérdida abismal del poder adquisitivo del turco medio. Su moneda se convirtió en 2021 en la peor divisa emergente, cuando su cotización cayó hasta los 0,107 dólares, un descenso de más del 20% en sólo un año. Para que los hogares no reciban el golpe tan severamente, el gobierno incluso ha tenido que implementar reducciones fiscales en bienes básicos y ajustar los precios de la electricidad.

Suben los salarios. Y la medida estrella, claro. Anunció un segundo aumento del salario mínimo ahora que los turcos luchan contra un coste de vida imposible. El salario mínimo neto mensual aumentará un 29% a 5500 liras (313,91 euros). Y ya lo hizo en enero un 50,5%. Hay que comentar en este punto que más del 40% de todos los trabajadores en Turquía ganan el salario mínimo, según la Institución de Seguridad Social del país.

También hay que recordar que Erdogan se juega la reelección en los próximos comicios que tendrán lugar el año que viene. Sin embargo, los analistas advierten de que el aumento del salario mínimo pueda tener un efecto dominó en los salarios en general y que empeore aún más la inflación. Las buenas noticias son que la temporada de turismo este verano podría revivir un poco su economía. Aunque el futuro pinta muy negro.

Imagen: Unsplash

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