No ha caído bien la última exposición del Palacio de las Alhajas organizada bajo el paraguas de la BNE por la empresa Iniciativas y Exposiciones. “Leonardo da Vinci, los rostros del genio” está comisariada por Christian Gálvez, el presentador de Pasapalabra, que es, según la web de la expo, “experto mundial en la figura de Leonardo da Vinci”, figura que vivirá el V Centenario de su muerte en 2019 y ocasión para la que distintas instituciones de todo el mundo ya están preparando distintos trabajos.
De cuadros falsos y partners dudosos
Gálvez lleva, según cuenta, nueve años estudiando de cerca la figura del famoso artista florentino. Para corroborarlo debemos echar mano de su “Trilogía Crónicas del Renacimiento”, compuesta de dos libros de ficción inspiradas en una base histórica (al estilo de las novelas de Dan Brown) y un tercer libro ensayístico, Leonardo da Vinci cara a cara, de recién publicación por Penguin Random House como introducción a la exposición que ahora comisaria el presentador y de la que la casa editorial es partner oficial.
Mediaset España también colabora con este proyecto. La entrada son 14.50 euros y todos los beneficios que recaude el presentador por la muestra irán donar a la Federación Española de Enfermedades Raras, aunque no los de los libros que venda a raíz de esta exposición.
El Comité Español de Historia del Arte (CEHA), entidad que agrupa a más de 500 catedráticos historiadores, se ha sentido tan violentado por la propuesta de Gálvez que han publicado una carta de queja en su página web. El reproche va dirigido a Ana Santos, la directora de la Biblioteca Nacional y la institución bajo la que se ha constituido la exposición. A Los rostros del genio le acompañará Madrid I y Madrid II, la exhibición de los dos únicos códices de Da Vinci con los que contamos en España y de cuya presentación al público se ha encargado Elisa Ruiz, catedrática y eminencia nacional sobre los escritos del pintor.
El profesor Benito Navarrete y el resto de compañeros de CEHA no tienen problema con la muestra de Elisa Ruiz, pero sí con la de Gálvez. Reprochan que una institución pública no debería permitir el instrusismo laboral, más cuando “se ha difundido una imagen de gran exposición que no se corresponde con la realidad”. Que alienta más una visión fantasiosa y mitológica del artista propia de la literatura del s. XIX que de la más terrenal de la que se sabe ahora gracias al trabajo de historiadores como Ruiz.
Luego resulta que en la exposición de Gálvez se expone como autorretrato de Da Vinci un cuadro que todos los expertos (los de verdad) consideran que no puede ser suyo y que cualquier historiador del arte entrenado ve que no puede ser esa época.
— El Barroquista (@elbarroquista) 10 de diciembre de 2018
Aquí, el cuadro en cuestión.
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Lo más grave no sería la pobreza de los materiales seleccionados, sino la pura distorsión de la verdad en favor de los intereses económicos. Gálvez ha seleccionado un presunto autorretrato de Da Vinci, Tavola Lucana, de cuya autoría dudan todos los expertos. Todos salvo uno: su descubridor el profesor de historia medieval Nicola Barbatelli, que lo encontró en 2009.
En el libro de ensayo de recién publicación, el presentador de Pasapalabra se atreve a apoyar la credibilidad de este cuadro que ahora expone, al contrario que el resto de colegas del ramo, pero, como apunta el profesor Navarrete, Gálvez da el visto bueno de este cuadro en un libro en el que no se menciona ni una vez los estudios más contrastados sobre el personaje renacentista.
La Biblioteca Nacional se ha pronunciado sólo para difundir las buenas cifras de asistencia que está teniendo Los rostros del genio y recordar que el trabajo de la historiadora Elisa Ruiz también estará disponible en la misma muestra.
La divulgación contra el rigor
La polémica ha avivado después de un cruce de declaraciones de dos de sus protagonistas. Gálvez se ha defendido de los reproches de los historiadores. “Soy comunicador y divulgador, no investigador de arte. No pretendo sentar cátedra sobre nada, habrá gente que quiera pagar la entrada y habrá gente que no y ya está, no hay más", recoge El País, cosa que choca con el refuerzo constante desde la web de la expo de su preparación y los múltiples títulos que ostenta.
También ha asegurado que su propuesta cuenta con el asesoramiento y el respaldo de catedráticos, entre ellos el de Elisa Ruiz. Pero Ruiz ha respondido afirmando que el caso es totalmente el contrario. Que cuando supo que Gálvez estaría implicado presentó su dimisión (aunque luego continuó participando por las presiones de la Biblioteca Nacional) y que después de una serie de emails las desavenencias entre ellos dos fue tal que Ruiz puso como condición no tener que volver a hablar con el actor.
Se trata de un nuevo caso de la colisión de las labores científicas y pedagógicas y la viabilidad económica de cualquier producto cultural. Para los historiadores es un problema que la Biblioteca Nacional, uno de los espacios públicos donde ellos pueden realizar su actividad, ceda a una visión comercial y falsaria de la divulgación al público. Puede que Gálvez atraiga a mucha más gente que los profesionales más prestigiosos, pero a cambio se sacrifica la credibilidad y se pone en peligro la autoridad propia de estas instituciones cuya función pública no es otra que la generación y difusión del conocimiento.
¿Y qué valoración le causará al público esta muestra?
Podemos echar mano de las opiniones de los lectores de Leonardo da Vinci -cara a cara- en la web de Amazon, donde tiene tres estrellas y media. Mientras unos lo odian, otros lo aman.
Para RFOG el documento es una “pérdida de tiempo” en el que no se cuenta absolutamente nada que no se sepa ya sobre el personaje con el agravante de que Gálvez haya aplicado análisis morfopsicológicos sobre Da Vinci a raíz de las supuestas imágenes de Leonardo. Es decir, que ha “analizado” al genio mediante la frenología de nuestros días. Para María, sin embargo, que acaba de empezar el libro, tiene buena pinta. “Christian lo ha vuelto a clavar. Felicidades¡¡¡¡”.