El confinamiento ha supuesto una losa para numerosos sectores, pero también una oportunidad para acelerar procesos quizá inevitables a largo plazo. El teletrabajo o la peatonalización de las ciudades son dos buenos ejemplos. La educación online, otro. Profesores y alumnos no han tenido más remedio que optar por ella durante los últimos meses.
Con éxito dispar.
Denuncia. El punto de fricción se encuentra, cómo no, en los exámenes. La semana pasada un alumno de la Universidad de Córdoba denunciaba a la institución por "videovigilar" a sus estudiantes durante la elaboración de los exámanes a distancia. Según el demandante, la obligatoriedad de las grabaciones viola "el derecho a la intimidad de domicilio y no tiene base legal". Fue admitida a trámite, aunque aún no tiene resolución.
La batalla. Todas las universidades han impulsado evaluaciones a distancia, siempre mediante grabaciones supervisadas. Hay diferentes mecanismos, desde la webcam hasta sistemas de reconocimiento facial. Estos últimos están en el disparadero, y han sido cuestionados por la Agencia Española de Protección de Datos. La asociación de rectores los contempla con mucha cautela, al ser altamente invasivos.
La ley. ¿Pero qué hay de las grabaciones? Un experto ha explicado en Maldita que no requieren del permiso de los alumnos, pero que el tratamiento de los datos debe ser exquisito. El denunciante de Córdoba lo ve de otro modo, y se ampara, no sin cierta vaguedad, en la jurisprudencia del Tribunal de Estrasburgo. Sin ley orgánica, defiende, no puede haber "injerencia" en el derecho a la privacidad.
Trampas. La proliferación de negocios para "copiar" ha puesto en alerta a los centros. Algunas universidades considerarán que el alumno no se habrá presentado si se niega a ser grabado. Lo que a su vez ha provocado la movilización del alumnado. En Valencia, ha protestado por la prevalencia de las pruebas online en las evaluaciones, dado que "no tienen todas las garantías de ser ejecutadas correctamente y en condiciones de igualdad".
Si las universidades trabajaran más por adecuar su docencia y evaluación a la situación actual en lugar de buscar todo tipo de mecanismos de vigilancia y control hacia el estudiantado la situación podría variar mucho pic.twitter.com/KExg8eRzdL
— CEUNE (@CEUNE2) April 27, 2020
Pensar vs. memorizar. El Ministerio de Universidades ha publicado algunas pautas, recomendando, ante todo, diseñar exámenes donde prime al reflexión y el análisis, y no la memorización. Lo que limitaría la necesidad de grabar. Necesidad puesta también en duda por el Consejo de Estudiantes, acusando a las universidades de estar más preocupadas por "vigilar y controlar" que por adecuar su "docencia y evaluación".
El desfase. Y un último aspecto igualmente problemático: la tecnología. En Estados Unidos los exámanes para alumnos avanzados se han topado con... Softwares desactualizados y obsoletos. Dificultando las pruebas. En paralelo, no todos los alumnos tienen el mismo acceso a material y desempeño tecnológico, una brecha muy acusada por renta y clase social. Lo que en su día ya motivó el aprobado general en los colegios.
Imagen: Reuters
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