El atentado contra el mercadillo navideño de Berlín ha vuelto a poner sobre la mesa, a nivel europeo, la cuestión de los refugiados y del control de fronteras dentro de la Unión Europea. La posibilidad de que el autor fuera un migrante de origen musulmán espoleó, poco después de la tragedia, diversas reacciones: desde la culpabilización de los refugiados y asilados hasta el ataque a Angela Merkel, canciller de Alemania.
Merkel y su política de puertas abiertas para con los refugiados volvió a centrar la atención de parte del estbalishment político europeo. Geert Wilders, el ultraderchista holandés, tuiteó un montaje de la canciller conservadora con las manos manchadas de sangre, culpabilizándola de los muertos en Berlín. Farage hizo declaraciones parecidas que causaron una oleada discursiva en Twitter. De fondo, se extendía la misma idea: al abrir las puertas de Alemania de forma benevolente, Merkel era parcialmente culpable.
Es un viejo dilema, expresado en España por articulistas y columnistas de distinto orbe, en el que una política "dura" contra la inmigración habría evitado el atentado de Berlín. Sin embargo, no es claro que haya una causa-efecto evidente.
Merkel y los atentados como arma arrojadiza
Alemania no es ajena al debate. Desde que Angela Merkel, junto a Suecia, fuera la única líder continental que aceptara de buen grado la acogida de refugiados de las guerras sirias e iraquíes su imagen ha ganado adeptos a la izquierda del tablero político y ha levantados sospechas entre sus tradicionales socios. La oleada de atentados (muchos de ellos fallidos) sufrida por Alemania con motivo del cambio del modus operandi de ISIS ha servido de fermento para formaciones como Alternativa para Alemania.
Pero la utilización del terrorismo no sólo ha causado un quebradero de cabeza a la CDU (y al SPD) en el Este de Alemania, en unas elecciones federales y locales que observaron el alto crecimiento de AfD. También dentro de los propios partidos detrás de Merkel. La CSU bávara, por ejemplo, más tradicional y conservadora que la CDU, ha sido muy crítica con la canciller, y algunos de sus alcaldes han llevado autobuses llenos de migrantes a las puertas del Bundestag.
Dentro de la CDU otros altos cargos destacados han cuestionado la gestión de Merkel.
La retórica es común en otros países europeos. El UKIP, por ejemplo, de amplio éxito en las pasadas europeas y en el referéndum por la permanencia o salida de la Unión Europea, ha catalizado el miedo al inmigrante y al refugiado en Reino Unido. El Frente Nacional de Le Pen, que lidera las encuestas en Francia, ha hecho lo propio. Empujados por sus circunstancias electorales, otros gobiernos europeos se han mostrado reacios a acoger refugiados.
Merkel (y Suecia) ha sido la gran excepción.
En su relato, refugiados equivale a terrorismo. Es un riesgo inasumible para los países europeos, y Alemania sería, hoy, el ejemplo de que tienen razón.
ISIS no opera igual en Francia que en Alemania
De modo que, ¿tiene sentido la acusación? ¿Es Alemania objeto de ataques yihadistas por la política blanda de Merkel, por la mayor presencia de refugiados? Lo primero que hay que tener en cuenta es que la investigación sobre los acontecimientos de Berlín sigue en marcha, y que ya ha dado al menos un giro de guión. Pero también es relevante entender cómo ha operado ISIS desde que su estrategia rotara a los ataques terroristas tradicionales en Europa.
Como vimos en su momento, la estrategia del "lobo solitario" ha sido un común en diversas acciones violentas desde mediados del siglo XX, y el yihadismo internacional lo ha adoptado en distintas variantes bajo el paraguas de "yihad individual", una suerte de "resistencia global" desjerarquizada en la que células independientes operan en diversos países. Fue la estructura del terrorismo de Al-Qaeda post-11S, y tenía sentido operativo en tanto que permitía que la desarticulazión de una pieza clave no acabara con toda la red.
ISIS había cambiado el paradigma del yihadismo y había optado, al contrario que Al-Qaeda, por hacerse con un territorio. Pero las sucesivas derrotas sufridas durante el último año, personificadas hoy en la batalla por Mosul que combaten las tropas iraquíes y kurdas, provocó que su estrategia cambiara. Así, pasarían a utilizar las redes yihadistas bien asentadas en Francia y Bélgica para ataques como el de Bruselas o como el de París, donde individuos locales entrenados en Siria realizarían ataques.
Desde entonces, sin embargo, ISIS ha reclamado todos los ataques que ha podido, en gran medida por su política de patrocinio de cualquier acto terrorista contra Occidente. Al margen de su implicación real o no.
Ese apadrinamiento espiritual del yihadismo global, de cualquier ataque de terror, no significa que ISIS esté detrás de los ataques en Alemania. Como se explica en este profundo artículo de BuzzFeed, hay ciertas diferencias entre Alemania, Francia y Bélgica, los otros dos países más golpeados por el terrorismo.
El principal: en Francia y Bélgica sí hay células yihadistas y redes operando desde hace años, bien establecidas y relacionadas con el mundo criminal. Eso permite que ISIS pueda tener más contacto con redes de radicalización y que pueda ofrecer apoyo logístico sobre el terreno. En Alemania, sin embargo, la situación es distinta. De todos los arrestados por perpetrar ataques o prepararlos, pocos tiene vínculos directos con redes yihadistas, y muchos son incapaces de realizar sus ataques precisamente por su carencia de medios.
Mientras Francia ha visto como más de 10.000 franceses están en la lista de seguridad de inteligencia, Alemania sólo cuenta 800 sujetos. Al no contar con una estructura definida en Alemania, ISIS ha optado por mensajes propagandísticos dirigidos a lobos solitarios en el país, de efectividad limitada. Una de las posibles razones por la diferencia de casos entre Alemania y Francia es la dificultad de los yihadistas de enviar, vía refugiados, a sus potenciales atacantes al país germano. Menos aún tras el endurecimiento de las fronteras.
La conclusión es que en Alemania, antes que en Francia, es más difícil realizar ataques a gran escala, organizados y apoyados a nivel estructural por ISIS. No más sencillo, pese a su mayor acogida de refugiados. Pero ISIS lo está intentando igualmente (y de ahí la ola de atentados).
En cualquier caso, la imagen de Merkel se ha resentido a nivel político, y sus perspectivas electorales y su popularidad han caído este año. El ataque de Berlín ha servido para reavivar una retórica que parecía algo paralizada durante la segunda mitad de 2016, cuando la cuestión de los refugiados pasó a un segundo plano mediático. Tenga poso real o no, los partidos y políticos anti-inmigración han aprovechado (y aprovecharán en el futuro) las acciones violentas de carácter yihadista realizadas en Alemania.
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Imagen | Britta Pedersen/DPA Alemania
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