El país ha lidiado en verano con una escasez de grano que ha dejado incluso tiendas desabastecidas
La situación se explica por varios factores, pero hay analistas que apuntan a uno clave: la política agrícola
Tiendas con los estantes vacíos, un stock en los niveles más bajos de las últimas dos décadas, precios al alza, una parte considerable de la cosecha afectada por el calor extremo… No corren buenos tiempos para el arroz en Japón. El país de los nigiris y makis, casi autosuficiente en lo que a granos de arroz se refiere, ha visto cómo se cierne una tormenta perfecta sobre uno de sus alimentos básicos.
Una lo suficientemente grave como para que haya motivado un informe del Departamento de Agricultura de EEUU (USDA) o incluso haya llevado a uno de sus periódicos más influyentes, el veterano The Mainichi, a publicar un editorial en el que da un tirón de orejas a las políticas gubernamentales relacionadas con su cultivo, tanto "las presentes" como "las pasadas", se encarga de subrayar.
Una tormenta perfecta. Es una expresión manida, pero capta bien lo que ha pasado con el arroz en Japón, donde en los últimos años el consumo per cápita ha rondado los 50 kilos. A pesar de su importancia, tradición y de que casi el 100% del grano japonés se produce en sus propios campos, a lo largo de los últimos meses el país ha lidiado con una escasez de arroz grave. En agosto hubo tiendas sin stock o que directamente pedían a sus clientes que comprasen con responsabilidad.
De esa carencia se han hecho eco medios locales, pero también otros de alcance internacionales, como The Guardian, Financial Times, CNBC o Le Monde, además de expertos en alimentación y Departamento de Agricultura de EEUU, que hace unos días lanzó un informe analizando la situación del arroz en Japón.
¿Dónde puedo encontrar arroz?. "A lo largo del verano Japón se ha enfrentado a una escasez de arroz de mesa que ha dejado vacíos las tiendas, ya que la demanda ha superado a la producción durante los últimos tres años, lo que ha provocado que las existencias se agoten hasta alcanzar sus niveles más bajos en más de dos décadas", advierte la USDA. No es la única causa que detecta.
En el diagnóstico de la agencia se combinan factores circunstanciales, como el pico de demanda registrado en agosto, cuando los japoneses se lanzaron a abastecerse de arroz preocupados por la temporada de tifones o el riesgo de sufrir un seísmo, con otros de corte más estructural, relacionados con el mercado o la política.
Caída de las existencias. Una de las ideas en las que incide la agencia estadounidense es la caída del stock. Citando datos del propio Ministerio de Agricultura nipón, recuerda que la demanda ha superado la producción desde la campaña 2021-202. De hecho calcula que en 2023/2024 la primera se situará en7,02 millones de toneladas frente a una producción de 2023 de "solo" 6,61. La cosecha se ha visto afectada además por las altas temperaturas y sequía.
Es más, hay analistas que señalan que 2023 no fue un mal año en los arrozales, pero el calor hizo que apenas el 59,6% del grano lograse la mayor calidad, un 16% menos que el ejercicio anterior. Lo que está claro para la oficina de Alimentación es que en junio de 2024 el stock del sector privado cayó "bruscamente" con respecto 2023 hasta situarse "en el nivel más bajo desde 1999".
¿Una mala cosecha por el calor? Kazuhito Yamashita, ex técnico del Ministerio de Agricultura de Japón y director de investigación del Instituto Canon de Estadios Globales (CIGS) descarta que esa sea la explicación clave de lo que ha ocurrido en el país. En una entrevista con The Mainichi recordaba que el indicador que refleja el volumen recolectado en 2023 no difiere demasiado del de "un año promedio". "La cosecha no fue mala", zanja: "La escasez se debe a la política de reducción de superficie cultivada, que reduce la cantidad de tierra dedicada".
"Se recorta la producción de arroz para aumentar los precios de mercado y el gobierno concede subvenciones a los arroceros que se pasan a otros cultivos como el trigo o la soja. Japón ha mantenido esta política más de 50 años", recuerda.
"Producción controlada". "Como el consumo de pan, pasta y otros alimentos alternativos está aumentando, si los agricultores produjeran la misma cantidad de arroz que antes, habría un excedente, lo que provocaría una caída del precio. Para evitar esta situación, la producción se ha reducido año tras año, y últimamente sólo se utiliza el 60% de los arrozales —abunda—. La producción se ha mantenido por debajo de la mitad del máximo de 14,45 millones de toneladas métricas anuales".
En su opinión, esa es "la esencia" de lo que ha ocurrido con el arroz en el país. "Debido a que la producción ha sido controlada tan estrictamente, cuando hay un aumento incluso leve de demanda puede generar rápidamente una falta y aumento de precios", reflexiona. Sencillamente, la oferta no es lo suficientemente elástica para aguantar imprevistos, como un aumento de la afluencia de turistas deseosos de comer sushi o las "compras de pánico" ante la amenaza de un gran terremoto.
Suma y sigue. El escenario es en realidad más complicado e incluye otros factores: el paulatino descenso en el consumo per cápita de arroz a lo largo de los últimos años, un aumento de las exportaciones, el paulativo envejecimiento de los agricultores dedicados a la producción de arroz o una pérdida de superficie de tierra cultivable que no se podrá recuperarse de la noche a la mañana.
En juego entran tambiém los aranceles aplicados en Japón al grano importado para proteger su propia producción o que parte de la cosecha nacional, dedicada a fines como piensos, procesamiento, reservas o exportaciones, no pueden desviarse para atender el consumo de los hogares ya que está contratado o subvencionado. En 2023/2024 ese arroz reservado para "otros fines" supuso, según datos del Gobierno nipón, 1,3 millones de toneladas de los 7,91 millones cultivados.
La huella del turismo. Otro de los factores que explican que a lo largo de las últimas semanas haya habido supermercados que se han quedado sin paquetes de arroz o que incluso han limitado la compra por cliente es el boom turístico que vive el país. Su popularidad como destino y la debilidad del yen frente a otras divisas ha hecho que el país insular esté en cifras récord de viajeros. Y no pocos de ellos visitan sus restaurantes para probar sushi u otros platos a base de arroz.
La CNBC precisa que el consumo de grano achacable a los visitantes se ha disparado casi un 170%. De 19.000 toneladas entre julio de 2022 y junio de 2023, pasó a 51.000 toneladas entre julio de 2023 y el pasado junio, precisa Oscar Tjakra, analista del banco mundial de alimentación y agricultura Rabobank.
¿Hasta qué punto influye? Yamashita reconoce que el aumento de visitantes hasta niveles récord es uno de los elementos de la ecuación, pero cuestiona que sea realmente "un factor importante". "Incluso si cerca de tres millones de visitantes se quedaran en Japón cada mes durante una semana y tomaran arroz en el desayuno, el almuerzo y la cena, como muchos japoneses, esto representaría solo alrededor del 0,5% del consumo total", reflexiona el investigador del CIGS.
Para algunos analistas, lo que sí muestra el aumento de demanda por parte de los turistas —al igual que "las compras de pánico" antes de tifones o terremotos— es la limitada capacidad de la oferta de grano para adaptarse a cambios en la demanda. De ahí que hablen de una "necesidad urgente" de reforma y nuevas políticas en el sector. A medida que el arroz cosechado este año va llegando a los supermercados del país, el Gobierno espera que la escasez de grano vaya remitiendo.
"Aislada del mundo". El entrecomillado es en este caso de Joseph Glauber, de International Food Policy Research Institute, quien advierte que "la economía del arroz de Japón sigue estando en gran medida aislada del mercado mundial". En su opinión, más allá de las mejores o peores cosechas o la afición de los turistas por el sushi, lo que explica la caída de oferta general son las políticas arroceras del propio país. Si bien Japón importa cientos de miles de toneladas anuales por sus acuerdos con la OMC, recuerda la CNBC, aplica un arancel elevado al grano importado.
Como telón de fondo, el país ha anotado un aumento sensible en el precio de un alimento clave: en agosto se pagaban 16.133 yenes por 60 kilos de grano, unos 113 dólares. Supone un 3% más que el mes anterior y un alza del 5% desde principios de año. The Diplomat precisa que en julio el precio del arroz alcanzó su nivel más alto en 11 años, lo que pudo contribuir también a las "compras de pánico."
Imágenes | Debs (ò‿ó)♪ (Flickr), Steven Rieder (Flickr) y USDA
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