Yoshihide Suga ha jurado el cargo como nuevo ministro al frente de un ministerio de reciente confección: el de la soledad. Se trata de un problema social que de manera evidente necesita algún remedio, y con el nombramiento el gabinete de Suga pretende hacer ver que el Estado hará lo posible por frenar su avance.
La otra pandemia: antes de la Covid en este y otros países hablábamos el enorme incremento de los sentimientos de soledad en las sociedades desarrolladas como la pandemia que se estaba cargando nuestras vidas. Si lo comparamos con el resto de potencias del mundo, Japón, como en tantas otras cosas, va a la cabeza al respecto de tasa de suicidios por millón de habitantes. Cada año se quitan más personas la vida que, según las estadísticas, en Corea del Norte.
El coronavirus ha sido a este respecto brutal: según Japan Times, el saldo de suicidios en 2020 fue de 20.919 personas, un aumento de 750 personas con respecto al año anterior y el primer año en que esta cifra aumentaba tras 11 años de declive. El crecimiento ha sido mucho mayor en dos colectivos: menores de edad y mujeres. Para un país en el que el 15% de sus habitantes dice que no tiene ninguna relación social fuera de la familia (la tasa más alta de la OCDE), los confinamientos y los aislamientos han hecho una dura mella en la salud mental colectiva.
En Japón en el mes de octubre de 2020, perdió más gente la vida por quitársela que por el virus.
Bajas tasas de natalidad, aumento de esperanza de vida, cambios en las conductas sociales… Aquí El Confidencial explicaba cómo se trata de un cambio muy profundo en la idea de la sociabilidad: las nuevas generaciones cada vez ven menos interés en las interacciones casuales, se crean tecnologías para evitar en lo máximo posible el roce humano, se empieza incluso a ir sólo al karaoke porque se cree que con el contacto social del móvil es suficiente, y se ve vivir sólo como símbolo de éxito.
Así que detrás de los pintorescos bares de hombres cuarentones que alquilan a personas o a robots femeninos para que les hagan caso o les den la mano durante unas horas puede haber tanto unas costumbres diferentes a las nuestras como, en algunos casos, una verdadera necesidad terapéutica. Según estudios, el 15% de los hombres mayores que viven solos tienen menos de una conversación cada dos semanas, y lo mismo le ocurre al 8.4% de hombres jóvenes y de mediana edad solteros. A nivel humano, hablamos del país más silencioso de la Tierra.
Japón no ha sido el pionero en esto del Ministerio de la soledad: Reino Unido fue el primer país en nombrar a alguien al frente de este cargo en 2018, tras la publicación de un informe por el que se reveló que más de nueve millones de personas decían que se sentían solas siempre o a menudo. En España el cóctel de circunstancias que lleva a una “pandemia de soledad” tampoco nos es ajeno.
Y es que es más que el suicidio: el lado utilitarista del informe de Reino Unido desveló que este sentir se estaba comiendo el equivalente a más de 35.000 millones de euros anuales en productividad. Estar solo provoca un mayor deterioro cognitivo, lo que también hace que el ciudadano pierda estabilidad emocional y competitividad en el mercado laboral. Según algunos estudios, vivir solo aumenta el riesgo de enfermedad cardíaca en un 29%, el equivalente a fumar media cajetilla, y hace que se doble el riesgo de Alzheimer que sobre la población que vive acompañada.