El siglo pasado ha tenido un crecimiento de población sin precedentes. Mientras que el número de personas en el mundo se duplicó de 800 a 1600 millones entre 1750 y 1900, durante el siglo XXI la cifra se multiplicó por cuatro alcanzando los 6100 millones de personas. Sólo en los últimos 15 años se han sumado otros 1200 millones de personas, algo que ha producido una ola de preocupaciones sobre el tema de la “superpoblación” por todo el mundo: desde el Reino Unido al África subsahariana.
De ahí que para algunos haya sido una sorpresa el hecho de que Japón, la tercera economía del mundo publicara descenso demográfico desde 1920 con un 0,7 % menos de población que cinco años atrás. El principal motivo es una tasa de nacimiento constantemente baja.
En Japón llevan tiempo temiendo que llegue el día en el que su población incluso se extinga. En 2006, el Instituto Nacional Demográfico y de Seguridad Social japonés predijo que para finales del siglo actual la población caerá hasta los 50 millones, llegando a ser tan sólo de 10 millones para finales del siglo que viene.
Para el año 2350 quedaría un millón de personas y según la tendencia solamente habría 62 personas en el país del sol naciente en el año 3000. (Puede que para entonces vivamos bajo el mar).
Estas predicciones negativas no son exclusivas de Japón, siendo muchos los países asiáticos que esperan tener un rápido descenso demográfico durante los próximos siglos. En Corea del Sur han publicado un informe similar al de Japón, asumiendo de forma generosa que para 2503 quedarán 10000 coreanos.
Pero esto no es algo exclusivo de Asia. Existe una tendencia demográfica similar en algunos países de Europa del Este, como Bulgaria, como consecuencia de la baja tasa de natalidad y de la alta tasa de emigración. Incluso los informes realizados por el gobierno alemán (con una de las menores tasas de natalidad de la Unión) han sido citados como motivo de la política ante la crisis de los refugiados de la canciller Angela Merkel.
Calidad, no cantidad
¿Deberíamos preocuparnos al respecto? Según los estudios tradicionales sobre demografía y economía, que consideran que el tamaño de la población es algo tan crítico como el crecimiento del PIB, deberíamos estar muy preocupados, algo que se multiplica si incluimos el envejecimiento de la población. A esto se le llama a veces la “bomba de relojería demográfica” por sus efectos tanto en el crecimiento económico como en la sostenibilidad del sistema de seguridad social y de salud.
Sin embargo, últimamente los demógrafos han intentado desviar el debate de las preocupaciones sobre los problemas de super o infrapoblación centrándose en el número población como una de las variables en cuanto a crecimiento económico o sostenibilidad e introduciendo otras variables como estilo de vida, educación, ahorros, etc.
De esta forma, la cantidad total de personas no importa tanto como su calidad (definida por ejemplo por la educación o la salud). Esto no solamente implica que el decline en cuanto a población puede verse reforzado por un aumento de la productividad laboral (y del capital), si bien también se puede extender en cierta medida a la “bomba de relojería” del envejecimiento de la población.
Política a base de demagogia
Si este es el caso ¿Por qué algunos gobiernos como el de Japón o el de Corea del Sur están tan preocupados por el descenso de población?
El descenso de población puede ser visto, hasta cierto punto, como una forma de debilidad nacional: una falta de “vitalidad”. Estos sentimientos nacionalistas pueden no solamente llevar a debate la viralidad de la cultura, sino que también pueden tener consecuencias para (la percepción) de la defensa nacional, de ahí que no sea sorpresa que las predicciones surcoreanas sobre la “extinción” fueran encargadas por un político de derechas.
En Taiwán, el último presidente dijo que la baja tasa de natalidad era “un tema de seguridad nacional”. Puede que estos informes sobre la extinción de las poblaciones no sean una amenaza real, pero sí que son otra manera de incitar a los ciudadanos a tener descendencia.
Sin embargo, en condiciones mucho más locales, es necesario tener en cuenta dónde se está produciendo el mayor nivel de despoblación. De hecho Tokio está creciendo a buen ritmo, si bien en el resto de Japón, al igual que pasa en otros países del este asiático, lo grave es la despoblación a gran escala debido tanto a la baja tasa de natalidad como a la emigración a las ciudades. El reciente libro "Local Extinctions" se ha convertido en un bestseller en Japón y en China hay pueblos en los que prácticamente solo vive gente mayor.
Está claro cuáles son las consecuencias a nivel económico y social en las áreas rurales. Un ejemplo específico se cuenta en este artículo de mucha menos repercusión mediática que el informe sobre la despoblación en Japón. Durante los últimos dos años dos universidades en la zona de Pingtung al sur de Taiwán han cerrado. Si bien hay otros motivos a tener en cuenta, la prensa local culpó directamente a “el descenso de estudiantes en el país” asociado a la baja tasa de natalidad.
El pico de la juventud
Lo que vemos en la zona de Pingtung es un reflejo de los cambios dramáticos previstos para la población juvenil en todo el mundo durante los próximos 50 años.
Tal y como muestra la siguiente tabla, el mundo está dividido en dos partes: una formada por países donde la población de entre 15 y 19 años crecerá (casi se triplicará en el caso de Nigeria) y otra formada por los países donde descenderá.
Algunos ejemplos de países donde se va a producir un descenso de la población juvenil entre 2015 y 1050 son Taiwán (-46%), Tailandia (-38%), Polonia y Corea del Sur (ambos -31%), Brasil (-22%) y China (-21%). Mientras que los sistemas educativos siguen creciendo en muchos de estos países sería erróneo interpretar estos datos como el cierre inevitable de colegios y universidades.
Si bien pueden indicar que bajo el principio básico de la oferta y la demanda, la calidad de la educación (sobre todo en el caso de la educación superior) podría mejorar a medida que los estudiantes se vuelven más exigentes y esto tendría un impacto en el número total de centros.
Aquellos países que actualmente representan la mayor parte de la población mundial habrían llegado al “pico de la juventud”. No solamente la gente joven va a tener que cargar el lastre de hacerse cargo de la población envejecida, sino que también se va a ver marginada a nivel demográfico, lo que también puede suponer verse aislada a nivel político.
Mientras tanto, el gran aumento de población juvenil en otras partes del mundo (sobre todo en el África subsahariana y en Oriente Medio) ha creado preocupaciones que van más allá de la “superpoblación”: preocupación sobre emigración al extranjero, explotación del campo y de los recursos y disturbios debido al llamado “boom de los jóvenes".
Para mí está claro que darse cuenta del potencial de ambas caras de la moneda sobre el auge y el debacle de la población juvenil será algo clave para determinar hasta qué punto los cambios en la demografía pueden tener un efecto negativo en las sociedades a nivel local, nacional o global. De ahí que sea imprescindible contar con una mejor educación, puestos de trabajos decentes y una fuerte representación política.
Autor: Stuart Gietel-Basten, Profesor de Política Social en la Universidad de Oxford
Este artículo ha sido publicado originalmente en The Conversation. Puedes leer el artículo original aquí.
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