Japón tenía 153 centenarios en 1963, hoy son 95.119 personas. El secreto de su longevidad: hacer todo lo que no queremos

No hay una sola explicación al asombroso número de centenarios en el país, más bien hay varias

Japón tiene un problema con el envejecimiento de la población como actor clave. Sin embargo, cuando hablamos del gran número de personas mayores (frente a las jóvenes), muchas veces se nos escapa un dato que no hay que desdeñar: esas personas no son solo mayores, o ancianos, son centenarios. De hecho, el país vuelve a ser noticia estos días por la desorbitante cifra de personas que cuentan con tres cifras en su DNI. ¿Existe algún secreto para ello?

La noticia. Lo ha anunciado el Ministerio de Salud. El número de centenarios en Japón se situó en 95.119 hasta el domingo, alcanzando un récord por 54º año consecutivo. La cifra, extraída del sistema básico de registro de residentes, aumentó en 2.980 respecto al año anterior. No solo eso. Las mujeres representaron 83.958, es decir, alrededor del 88% del total.

Para situarnos en contexto, Japón tenía 153 centenarios en 1963, cuando el país comenzó a registrar las estadísticas. El número superó los 1.000 en 1981, los 10.000 en 1998, los 50.000 en 2012 y los 90.000 en 2022. Se calculó que el número de centenarios por cada 100.000 personas de la población era de 76,49.

Dónde se encuentran. Entre las 47 prefecturas del país, la tasa más alta se registró en Shimane, con 159,54, lo que marca el duodécimo año consecutivo en que la prefectura encabeza la clasificación. Le siguieron Kochi, con 154,20, y Kagoshima, con 130,73. En cambio, la tasa más baja se registró en Saitama, con 45,81, seguida de Aichi, con 48,80, y Chiba, con 52,60.

La persona más “vieja”. En este caso, tenemos que hablar de una mujer. Tomiko Itooka, 116 años, de Ashiya, prefectura de Hyogo, mientras que el hombre más longevo es Kiyotaka Mizuno, 110 años, de Iwata, prefectura de Shizuoka. Además, el número de personas que cumplen 100 años durante el año fiscal 2024, que se extiende hasta marzo del próximo año, asciende a 47.888.

A todos se les obsequiará con una carta de felicitación y una copa de plata.

Superancianos. Hace unos días, Times publicaba un reportaje sobre Yoshimitsu Miyauchi. Todos los días corre 40 minutos y hace flexiones y estiramientos. Tras el desayuno, trabaja en los campos durante varias horas. Este régimen de entrenamiento y esfuerzo le ha llevado a un nuevo récord mundial la semana pasada en los 800 metros de su categoría, un hito al que espera agregar un récord en los 1.500 metros este mes. Miyauchi tiene 100 años.

El medio aprovechaba la historia de Miyauchi para hablar de una nueva clase de élite en el país. Si bien muchos de los centenarios son frágiles, como debería indicar su edad, han surgido una especie de superancianos en Japón, centenarios que, en las artes, los negocios o incluso el deporte, no sólo se mantienen a flote, sino que avanzan y triunfan a pasos agigantados. El medio cuenta la historia de otros tantos que, como Miyauchi, tienen una vida insospechadamente activa y triunfal a una edad donde… ya saben.

Con una esperanza de vida media de 81 años para los hombres y 87 para las mujeres, Japón está claramente consolidado como el país más longevo del mundo. Seis de las 20 personas más longevas de la historia, todas ellas mujeres, han sido japonesas, al igual que el hombre más longevo del mundo. Esto nos lleva irremediablemente a la pregunta, ¿cómo demonios lo hacen?

El primer secreto. Las cifras de longevidad en Japón no han pasado desapercibidas para la ciencia. De hecho, un estudio publicado en The Lancet venía a ofrecer la primera clave. En esencia, si el país tiene tantos centenarios es porque viven muy alejados de lo que se cuece en la mayoría de sociedades “modernas”. Según el trabajo de los investigadores, los avances en materia de longevidad japonesa tienen que ver principalmente con el estilo de vida, la prevención de factores de riesgo (reducción del consumo de alcohol o tabaco, accidentes cardiovasculares) y el control de enfermedades infecciosas.

Además, subrayan que la vida en Japón es notablemente más larga en las zonas rurales, en pequeñas comunidades donde el ritmo de vida es menos estresante que en la metrópoli. A este respecto, The Times también añade a la atención médica universal y de alta calidad como factores importantes. De hecho, cuentan que cuando Miyauchi tuvo cáncer de intestino hace seis años, se lo diagnosticaron rápidamente y lo extirparon, “aunque tuve que perderme el maratón de Kagoshima”, contaba el atleta anciano.

Segundo secreto: Meiwaku. Lo contamos hace un tiempo. El término hace referencia al miedo que tienen  los jubilados del país a convertirse en una carga física, emocional o financiera para sus familias. Así, con la finalidad de no ser meiwaku, muchos ancianos de Japón están constantemente incentivados para practicar ejercicio físico o continuar realizando actividades de estímulo mental.

Según cifras oficiales sobre la Sociedad del Envejecimiento japonesa, el 70% de las personas de entre 60 y 69 años y el 50% de los mayores de 70 están trabajando o participan en actividades de voluntariado, ejercicio físico o pasatiempos sociales.

Tercer secreto: una dieta saludable. Intuíamos que la dieta tradicional japonesa, rica en pescado y verduras ligeramente cocidas y baja en grasas, tenía algo que ver en ello. Aquí volvemos a acudir a la ciencia. En un estudio de 2017, y tras analizar la alimentación japonesa, se llegó a la conclusión de que su dieta era capaz de reducir hasta un 15% el índice de mortalidad de la población, sobre todo por causas cardiovasculares. Aquellas personas que consumían con mayor frecuencia verduras, frutas y pescado fresco eran quienes más probabilidad tenían de vivir más años.

De hecho, ingerir alimentos bajos en calorías es uno de los secretos mejor guardados de Okinawa, el lugar del mundo con más personas centenarias: por cada 100.000 habitantes esta isla tiene 68 que superan el siglo de vida.

El último "secreto". Supongo que no es uno como tal, pero en el caso de Miyauchi, apunta claramente a que no podría haber llegado a esta etapa de la vida sin unas ganas irremediables por seguir aquí o, como mínimo, de vivir sin la angustia del envejecimiento y su inevitable fin.

“Todos los hombres envejecen y todos mueren”, cuenta al Times. “Yo también lo haré, algún día. Lo importante es cómo pasar bien cada día”. Mientras "espera", el hombre se centra en lo importante: el campeonato que tendrá lugar este mes en Kioto, donde espera conseguir otro récord mundial en los 100 metros de una categoría que hace 40 años era solo producto de la imaginación.

Imagen | Adam Jones, Dudeinspace

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