Los agricultores y los grandes fabricantes de tractores, John Deere a la cabeza, llevan años hundidos en una batalla por algo aparentemente banal: reparar su maquinaria. El derecho de cualquier persona a reparar, modificar o simplemente acceder a sus propias máquinas (sean móviles, coches o incluso lavadoras) parece básico, pero es algo que las empresas han horadado en la sombra, tratando de monopolizar el lucrativo mercado de las reparaciones.
Algunos consumidores han empezado a darse cuenta de la importancia de estos derechos, razón por la cual hemos visto un auge de iniciativas legislativas que abordan el tema. Entre ellos los agricultores.
La era del Big Data (y de ser rehenes de las empresas). Conforme los equipos agrícolas se vuelvan más modernos, más dificil es tener independencia. Prohibir a los agricultores que reparen sus máquinas es una prueba de ello. Los tractores también han entrado en la era del Big Data. Esto significa que cualquier equipo agrícola nuevo es lo suficientemente moderno para ser interconectado, recogiendo un sinfín de datos.
La licencia de software de John Deere, que un agricultor acepta automáticamente cuando gira la llave en su tractor, no solo prohíbe la reparación y modificación, sino que también protege a la empresa contra demandas por "pérdida de cosechas, de ganancias o de uso del equipo".
Dependencia de los grandes. Pero no sólo se trata de estar encadenado al software. Las máquinas de precisión de Deere pueden costar más de 500.000 euros y muy pocos agricultores las poseen directamente. El arrendatario suele ser la propia compañía, ya que se ha convertido en el quinto prestamista agrícola más grande del sector. Un "círculo vicioso" que hace que los propios agricultores se pregunten si merece la pena.
Sin derecho a reparar. Una orden ejecutiva firmada por el presidente de EEUU, Joe Biden, el año pasado, llamó a la Comisión Federal de Comercio a cambiar las prácticas anticompetitivas para que sea más fácil y más barato para los consumidores reparar los artículos que poseen al limitar la capacidad de los fabricantes de prohibir las reparaciones propias o de terceros de sus productos. Pero si bien el derecho a la reparación afecta a muchos productos, se observa más en los mercados agrícolas.
Los dueños de un tractor nuevo están obligados a pagar las tarifas del fabricante, dado que están obligados a llevarle a él su tractor averiado. Tarifas más caras y trabajos que en un taller de terceros saldrían más baratos.
Un nuevo proyecto de Ley. Un senador estadounidense presentó la Ley del Derecho Agrícola a la Reparación que garantizaría a los agricultores el derecho a reparar su propio equipo y terminaría con las restricciones actuales. El proyecto de ley requeriría que los fabricantes de equipos pongan a disposición cualquier pieza, herramienta, software y documentación que los propietarios necesiten para reparar, diagnosticar y mantener su propio equipo. Sólo el año pasado se presentaron tres demandas contra John Deere por el derecho a reparar.
El papel de las compañías. John Deere dijo en un comunicado que respalda el derecho del cliente a "mantener, diagnosticar y reparar de manera segura" el equipo y proporciona las herramientas, las piezas y la información para que los agricultores trabajen en las máquinas. Eso sí, no respaldan el derecho de modificar el software del equipo, citando riesgos de seguridad, cumplimiento de emisiones y rendimiento del motor.
Apple opera de forma similar. Hace un año anunció un nuevo programa de reparación de autoservicio que permite a los clientes comprar piezas y herramientas para reparar sus móviles, tabletas y portátiles a través de Apple Self Service Repair Online. Algo que está lejos del verdadero soporte de terceros para el derecho de reparación.
Bienvenidos sean los hackeos. Existen iniciativas como Open Source Ecology y Farm Hack, y se está desarrollando software de código abierto, pero todavía tienen que ser comercialmente viables. De hecho, una de las razones por las que el problema del derecho a la reparación se ha convertido en un tema tan peligroso es que llevan a los agricultores a utilizar software ucraniano ilegal para piratear sus tractores, tal y como contamos en este artículo.
Sin poder tocar nuestros coches. En Xataka contábamos además cómo hace dos años se presentó el Mercedes EQS y, para sorpresa de los clientes, no se podía abrir su capó. También surgía la pregunta: ¿para qué queremos abrir el capó? ¿Qué queremos reparar? Lo cierto es que, cada vez, nos importa menos lo que hay dentro de nuestro coche. Y Mercedes no es la única marca que no permite levantar el capó, también BMW en algunos de sus modelos.
Hace tiempo que las marcas ponen impedimentos para tocar el motor. Cada vez es más grande la cantidad de componentes que ya son imposibles de cambiar. Una motivación para acudir a las empresas cuando surge un problema en el sistema del vehículo. Al final, una excusa para seguir rascando el bolsillo del comprador.
Imagen: Loren King/Unsplash
En Xataka | En la automatización total del tractor, la IA es la última frontera. Y John Deere ha dado el primer paso
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