Benidorm solo hay uno. O no. Con el turismo internacional recobrando fuerza hasta rozar sus niveles prepandemia y grandes destinos como España o Japón pulverizando sus récords de visitantes extranjeros, en el ruedo turístico surge un nuevo actor interesado en llevarse una parte del pastel: Corea del Norte.
A pesar de lo complicado que resulta viajar a Pyonyang desde gran parte del planeta, Kim Jong-un ha decidido crear una gran ciudad turística en la provincia de Kangwon, bañada por el mar de Japón y con capacidad para decenas de miles de viajeros. Y lo ha hecho tomando un referente bien conocido: la Costa Blanca española. No es solo una idea, o un proyecto difuso sobre la mesa. Tras años de obras y unas cuantas demoras, Kim quiere lanzarlo ya en mayo de 2025.
Bienvenido a Wonsan-Kalma. El proyecto no es nuevo, pero tras años de demora afronta una etapa crucial. En 2014, casi recién aterrizado en la secretaría general del Partido de los Trabajadores de Corea (WPK), Kim Jong-un anunció un ambicioso plan para convertir Wonsan, un municipio del litoral oriental, en una gran "ciudad turística". Sus ideas para el conjunto de la península de Kalma eran desde luego ambiciosas e incluían, entre otras, un hotel submarino.
Un calendario complicado. La objetivo era que el nuevo enclave turístico pudiese estrenarse en abril de 2020, pero la escasez de materiales, agravada por las sanciones internacionales, y la pandemia acabaron alterando su cronograma. Hasta hoy. En julio, después de que Kim visitase "la zona turística" Wonsan-Kalma junto a altos cargos del Gobierno norcoreano, KCNA, la agencia de noticias estatal del país, anunció que la ciudad costera se abrirá en poco más de un año, en mayo de 2025. Así lo ha decidido el Comité Central del Partido de los Trabajadores.
Se ajusten más o menos a la fecha, lo cierto es que las imágenes captadas satelitales por Planet Labs revelan que el complejo turístico ya está avanzado, al menos en los exteriores, con edificios, tiendas, aparcamientos, calles pavimentadas e incluso sillas de playa. A comienzos de año en Rusia se ofrecían ya plazas para el que se anunciaba como el primer viaje de visitantes extranjeros a Corea del Norte desde el inicio de la pandemia, un tour que incluía paradas en Pyongyang, un centro de esquí en la costa este... y vuelos a la costa de Wonsan.
¿Y cómo es Wonsan-Kalma? Del proyecto sabemos los detalles que han ido llegando a cuenta gotas a través de la prensa internacional, medios centrados en Corea del Norte y webs especializadas en turismo. Por ejemplo, NK News asegura que el complejo Wonsan-Kalma Beach Resort ocupará alrededor de 245 hectáreas y dispondrá de una playa de 5,5 km, edificios y miles de plazas de hotel. Se habla de una capacidad para 100.000 visitantes, un número considerable si se tienen en cuenta las cifras de turistas extranjeros que recibía el país antes de la pandemia.
Bien conocida por Kim Jong-un. La zona es casi tan interesante como el proyecto en sí. Wonsan está comunicada con un aeropuerto, la terminal de Kalma, y no es extraño que el propio Kim se retire a descansar allí. En primavera de 2020, en medio de especulaciones sobre la salud del dirigente norcoreano, Reuters reveló indicios de que estaba con su séquito en Wonsan. "Es una de sus casas favoritas", aseguraba a la agencia un experto, quien comparaba la afinidad de Kim por Wonsan con la que muestra Donald Trump por Mar-a-Lago, en Florida.
La región es conocida además por otra peculiaridad, una a priori no muy compatible con el éxito turístico: las autoridades norcoreanas han utilizado la región costera oriental de Wonsan para probar misiles balísticos. En 2020 el Estado Mayor de Corea del Sur advertía de hecho que se habían lanzado dos proyectiles desde la propia Wonsan, a unos 180 kilómetros de Seúl.
Ni lo uno ni lo otro ha impedido que el proyecto turístico haya atravesado retos considerables. Y no solo por los retrasos en su ejecución, arrastrados a lo largo de los últimos años. En 2023 la prensa internacional reveló que al menos parte de las construcciones del complejo turístico estaban ocupadas por gente sin hogar.
¿El Benidorm norcoreano? Que el proyecto turístico de Wonsan-Kalma se haya ganado el apodo del "Benidorm norcoreano", tanto en medios nacionales como extranjeros, no es casualidad. A comienzos de 2017, en una fase aún inicial del proyecto, Pyongyang envió a 16 funcionarios a España para recoger ideas que poder trasladar luego a Wonsan. Así lo asegura la agencia Reuters, que precisa que la delegación norcoreana visitó la urbanización turística Marina d´Or y el parque temático Terra Mítica, en Benidorm. "Vieron esos lugares con sus propios ojos y grabaron algunos", confirmaban por entonces diplomáticos del país.
Durante su visita a Wonsan en julio el propio Kim insistía en que, además de la construcción del complejo en sí, una de las claves de si éxito serán los "servicios". “Durante la reunión se debatieron cuestiones para garantizar el funcionamiento de la zona, como garantizar el aparcamiento, construir un parque de atracciones y una zona de actividades de ocio o el tratamiento de los residuos", asegura KCNA.
A la caza del turista. La construcción de un "Benidorm norcoreano" quizás resulte llamativo, pero se enmarca en una estrategia más amplia de Pyongyang centrada en el turismo internacional, una valiosa fuente de divisas. A finales de agosto el régimen deslizó que, tras el cierre de fronteras en 2020 para evitar la propagación del COVID-19, el país volverá a abrirlas para el turismo extranjero.
El propio Kim Jong-un ha mostrado su interés en recibir visitantes de naciones "amigas", China y Rusia. De hecho The Guardian apunta que es probable que los primeros viajeros no vayan a Wonsan, sino que se limiten solo a Samjiyon, cerca de la frontera china. Tanto China como Rusia son dos mercados interesantes para Corea del Norte. Antes de la pandemia, alrededor del 90% de los turistas que visitaban el país de Kim Jon-un procedían precisamente del gigante asiático.
Hablando de cifras. En cuanto a cifras, se calcula que en 2019 Corea del Norte recibió unos 300.000 visitantes extranjeros que generaron entre 90 y 150 millones de dólares. Más allá del turismo llegado de China o Rusia, el flujo de turistas hacia el norte estaba limitado ya antes de que el COVID-19 entrase en escena. Se habla de apenas 5.000 visitantes occidentales al año. De hecho EEUU suponía una parte sensible de ese mercado hasta que Washington vetó el destino en 2017, tras la dramática muerte (y el conflicto diplomático) del estudiante Otto Warmbier.
Imágenes |Maksim Shutov (Unsplash), Ryan Chan (Flickr) y Wikipedia
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