Hay algo que debemos conceder a los británicos: son capaces de informar sobre sus propias desgracias con más flema y justicia que nadie. Esto es especialmente cierto si hablamos de la BBC, la proverbial cadena pública que, desde principios del siglo XX, sirve como exponente del buen periodismo.
Una posición referencial llevada hasta las últimas consecuencias. Cuando esta mañana la periodista de la BBC, Carrie Gracie, anunciaba su dimisión como corresponsal en China debido a las sistemática discriminación salarial de la mujer dentro de su propia empresa, la BBC fue la primera en informar sobre la polémica. Sobria noticia recabando las durísimas acusaciones de Gracie y amplia cobertura (con desdoble incluido) sobre el sexismo de... la propia BBC.
Tamaño ejercicio de flagelo propio es extraordinario. Son pocos los medios que informen sobre sí mismos de forma abierta y sin sesgos. La mayoría batalla los reportajes de la competencia analizando las dinámicas de poder, la financiación o los cotilleos internos de sus propias redacciones. Para la BBC, sin embargo, que una reputada periodista le acuse de una política salarial machista merece el mismo tratamiento que cualquier otra noticia.
Un sexismo, por cierto, muy acusado si atendemos a lo expuesto por Carrie Gracie. En una larga carta que se puede leer íntegramente aquí, la corresponsal explica por qué abandona su puesto en Pekín (uno de los más prestigiosos dentro de la cadena) y regresa a la redacción televisiva en Londres (lejos de los focos y, presumiblemente, con un menor salario):
En temas salariales, la BBC no está a la altura de sus abiertos valores de confianza, honestidad y responsabilidad. La difusión pública de salarios que la BBC se vio forzada a realizar hace seis meses reveló no sólo unas pagas inaceptablemente altas para los presentadores más prestigiosos, sino también una indefendible brecha de género salarial entre hombres y mujeres haciendo el mismo trabajo. Estas revelaciones dañaron la confianza de los trabajadores de la cadena. Por primera vez, las mujeres tuvieron evidencia de lo que habían sospechado durante mucho tiempo, que no estaban siendo valoradas en igualdad de condiciones.
Gracie habla desde la experiencia: es una de las cuatro grandes corresponsales en el extranjero de la cadena (dos hombres y dos mujeres), trabajando, como ella misma cuenta, a más de 5.000 kilómetros de su familia. Cuando la BBC se vio obligada a publicar los sueldos de toda la corporación, descubrió que tanto ella como su otra colega corresponsal cobraban alrededor de un 50% menos anual que los dos hombres en el extranjero.
Desde entonces, Gracie ha entablado una larga batalla con sus superiores para obtener, en sus palabras, una "igualdad" real en términos salariales. Cuando preguntó a qué se debía la radical diferencia de salarios entre sus colegas varones y ella, la BBC lo justificó señalando la distinta naturaleza de su trabajo. Para Gracie, dado que el puesto era el mismo solo que en países distintos, tal excusa era laxa e insuficiente, y exigió que su salario se igualara al de sus colegas.
"Expliqué a mis editores que la única solución razonable pasaba porque todos los editores internacionales cobraran lo mismo. Ellos deberían decidir el montante adecuado, pero dejé claro que no estaba buscando un aumento salarial, tan sólo igualdad", cuenta. La respuesta de la BBC fue exactamente lo contrario: un aumento salarial que, a juicio de Gracie, no igualaba lo pagado a sus colegas hombres. Ante esa oferta, dimitió y regresará a la redacción en Londres.
Una polémica gestada desde hace tiempo
La carta y la dimisión de Gracie ha supuesto una auténtica tormenta mediática en Reino Unido. La BBC se financia en esencia con dinero público, gracias a una pequeña cuota que todos los espectadores del país pagan anualmente (gestionada por el gobierno). Gracia afirma que es de justicia que los fee payers sean conscientes de la discriminación machista aún existente en una institución pública (y en un símbolo nacional) como la BBC.
El movimiento, ampliamente cubierto por otros medios pero dignamente publicitado por la propia BBC, se une a una larga lista de reivindicaciones feministas colocadas en la primera línea de la agenda pública a nivel internacional. Gracie es especialmente vocal en este sentido: considera que el único motivo por el que sus compañeros cobran más que ella se debe a su sexo. Una política inaceptable en 2017. Y dados los duros requerimientos del trabajo en China, no está dispuesta a cumplirlos si la brecha de género no se resuelve.
La cobertura de la cadena de la polémica, un debate que vierte gravísimas acusaciones sobre su funcionamiento interno, ha sido excepcional. Esta misma mañana la propia Gracie era entrevistada en uno de los programas más populares de BBC 4, la popular radio de la corporación, agradeciendo el inmenso apoyo recibido al poco de publicar su misiva. "El apoyo que he recibido muestra el hambre que hay por un sistema salarial justo y equitativo".
Tales palabras se las dirigía al presentador de BBC Today, John Humphrys, cuyo salario ronda las 600.000 libras anuales, cuatro veces superior al de Gracie. Un ejemplo de tantos: el escándalo salarial de hace seis meses ilustró cómo los hombres cobraban un 9% más de media que las mujeres por desempeñar tareas y trabajos similares. Aunque la brecha era más baja que el cómputo del mercado laboral nacional, causó gran indignación dentro de la cadena.
Gracie ha sido la periodista más vocal en su lucha por un salario equitativo. De forma paralela, su indignación se alimenta por, según ella, la reticencia del consejo directivo de la BBC a reconocer y atajar el problema de forma efectiva. Se revierta la situación o no, sólo tenemos una certeza futura: la BBC seguirá informando sobre sí misma con igual rigurosidad que informa sobre todo lo demás.
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