Hace dos días que el nuevo Presidente de los Estados Unidos hacía su toma de posesión. Tras el acto han llegado las primeras políticas. Pero aquí no vamos a hablar del grado de concurrencia del acto, sino de lo que ha ocurrido en el ciberespacio. La Casa Blanca se olvida del español.
Como constataban los medios, la web del principal centro de trabajo del presidente de los Estados Unidos, el enclave del que parten las comunicaciones del cabecilla del país, perdía la opción de interpretar las noticias de la web en español. El idioma fue ampliamente utilizado por el anterior gabinete, el de Obama, que hasta hace dos días dejaba algunos mensajes a la población hispana en su propio idioma.
Y es natural que haya indignación, ya que los hispanos conforman un 12% de la población de los EUA, es su principal grupo de inmigración, y gracias a esa opción lingüística muchas personas podían comprender mejor lo que su Presidente les comunicaba. En proporción, es como si el Gobierno de España erradicase toda sus opciones lingüísticas en catalán. Pero ese gesto, ahora retirado, no había sido practicado por otros muchos países de occidente.
Una Europa del francés e inglés, pero no del árabe
Por ejemplo, la página web de La Moncloa en España da la opción del castellano más todas las lenguas cooficiales. Como añadidura, también tienes la opción del inglés. Eso sí, si eres rumano o marroquí (750.000 y 700.000 ciudadanos residentes en España respectivamente) no encontrarás la posibilidad de informarte sobre las noticias o legislaciones del Estado Español en tus idiomas maternos.
Vamos con Francia. El Gouvernement tampoco permite, en su espacio cibernético, la opción de conocer las noticias del Estado Francés en árabe. Así, aproximadamente un 7% de su población (posiblemente más) no pueda entender las noticias en su idioma predilecto, y deban adaptarse al idioma oficial de la República Francesa.
Lo mismo se encontrarán los turcos de Alemania. Pese a ser, aproximadamente, un 5% de su población, no encontrarán la traducción turca de los datos publicados en el Bundesregierung, aunque podrán comprender algo mejor la legislación alemana todos los que entiendan francés o inglés. En Italia van un paso más allá, no es que no se lo pongan fácil a su población rumana, es que sólo podrás enterarte de la información del Governo si entiendes italiano.
No es la política gubernamental, es la estatal
Reino Unido, quinto país receptor del mundo, pasa de incluir ningún otro idioma que no sea el inglés en su web, los noruegos no tienen polaco pero sí inglés y lapón... La lista podría seguir, pero la idea está clara: los Estados no suelen preocuparse de intentar tender puentes con los grupos mayoritarios de su población migrante. Ni desde sus páginas webs ni desde la administración, donde lo frecuente es que los documentos deban entregarse en el idioma oficial de cada Estado.
Pero Estados Unidos cuenta con otra particularidad más sobre este campo: no tienen exactamente una lengua oficial, sino una lengua más frecuentemente usada. Y además, cada Estado es un mundo. Del mismo modo que la legislación armamentística, sanitaria y otras tantas cosas depende tremendamente de la decisión estatal, siendo como es tan reducida la jurisdicción nacional, cada región, incluso cada institución, se comportará de una manera distinta.
Por ejemplo, podemos acudir a la página oficial del estado de Nuevo México, el estado con mayor población hispana de Estados Unidos, y comprobar que su web no da la opción de ver la web en español. Pero sí podemos ir a la página de transporte de Nueva York y ver que este organismo público permite visualizar la web en decenas de idiomas.
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