El pulpo. Una viscosa criatura que, como aprendimos en los libros de Julio Verne, puede llegar a crecer metros y metros ahí abajo, en el submundo marino. Un peligro oculto y dispuesto a aparecer con sus ventosas para apresarte y sumirte en las profundidades sin que puedas hacer nada por remediarlo.
Como hemos contado ya por aquí, es sabido que los mapas han servido y sirven para imponer una visión del mundo. Lo que debería ser una representación fidedigna de la realidad se acaba convirtiendo en una reinterpretación del territorio que con su pretendido valor educativo modifica nuestra manera de ver el mundo. Si de esto eran conscientes los exploradores o políticos desde el siglo XV, obviamente también lo sabían los que se encargaban de preparar los elementos propagandísticos de las grandes guerras del siglo XXI.
Como explican desde el Museo de la Biblioteca de la Universidad de Cornell, la primera vez que se vio la asociación entre el pulpo y el enemigo geopolítico fue en el mapa satírico de Fred W. Rose de 1877. Publicado para influir ideológicamente en el conflicto de la guerra ruso-turca el país “ruso” es un gigante dispuesto a apresar a toda Europa cercándola con sus cuantiosas extremidades como alimento para cefalópodos.
Así lo explicó Frank Jacobs en un reciente artículo para Big Think: ”el pulpo es un emblema perfecto del mal que se extiende a través de un mapa: su fea cabeza es el centro de una inteligencia malévola que está manipulando sus obscenos apéndices para llevar la muerte y la destrucción a su entorno "
La impresión de esta caricatura conmocionó a los publicistas, que en años siguientes se harían eco del tropo para incluirlos en sus propios diseños. El pulpo es el enemigo ruso, pero también puede ser el propio capitalismo, el Japón imperial o la propia Europa colonial que extrangula a los pueblos inválidos de África.
La colección de propaganda persuasiva de la Colección de PJ Mode nos da la oportunidad de apreciar la variedad y riqueza de las ilustraciones que giran en torno al motivo púlpico y que en otro tiempo infundieron miedo entre los niños y aliento para la guerra entre los hombres.