Las vacaciones son para muchas personas un privilegio por el que llevan esperando mucho tiempo: una oportunidad para disfrutar, relajarse y cargar las pilas ¿Qué mejor que hacerlo mientras ayudamos a una buena causa?
Pero muchas veces ni nos imaginamos el coste de nuestra experiencia turística y la esclavitud moderna es cada vez más evidente en muchos sectores del turismo en países en vías de desarrollo.
La esclavitud moderna consiste en realizar prácticas análogas a la esclavitud, incluyendo la servidumbre por deudas o los trabajos forzados donde es común el uso de la fuerza, el fraude y la privación de la libertad.
Todos sabemos la relación que existe entre la esclavitud moderna y las industrias de la moda textil, la minería, la agricultura y el trabajo doméstico: es algo común en los países en vías de desarrollo donde la gente está desesperada y es vulnerable a la explotación.
Esto no quiere decir que los países desarrollados sean inmunes. En Australia un comité parlamentario federal está investigando crear una ley sobre la esclavitud moderna. No sería el primer caso, puesto que ya se aprobó una ley similar en Reino Unido en 2015. Lo que se busca en estos casos es tomar cartas contra la esclavitud moderna en las cadenas de suministro nacionales e internacionales.
La esclavitud moderna: un fenómeno real
En la mayoría de los países desarrollados, se presta mucha menos atención a la esclavitud moderna que en otros lugares. Es sobre todo el caso de los países en vías de desarrollo, donde la mano de obra es barata y la explotación subyace en la producción de bienes y servicios consumidos en los países desarrollados.
De acuerdo con el Índice Global de Esclavitud, en 2016 unos 45,8 millones de personas eran víctimas de alguna forma de esclavitud moderna y la mayoría se encuentra en países en desarrollo donde los derechos de los trabajadores no están debidamente protegidos. Cuando se trata de turismo internacional, la mayoría de las veces se omite su relación con la esclavitud moderna y es algo que ocurre a pesar de los esfuerzos para que el turismo sea más sostenible, firme y responsable.
El turismo está a menudo relacionado con el desarrollo económico sostenible que puede mejorar la vida de las comunidades y hace que los gobiernos maximicen las inversiones en el turismo.
El turismo internacional en los países en vías de desarrollo no es del todo bueno ni del todo malo. Sin embargo, más allá de su potencial como algo positivo, rara vez se menciona la relación entre el turismo y la esclavitud moderna.
En particular, se habla poco de las duras condiciones a las que se tienen que enfrentar muchos de los que trabajan en los servicios dedicados al turismo. Esto es más evidente en algunas formas de turismo que en otras, sobre todo cuando se ven comprometidos de forma sistemática los derechos de los trabajadores y las preocupaciones de justicia social.
Algunos de los vínculos más fuertes entre la esclavitud y el turismo los podemos encontrar en el turismo sexual, el turismo de orfanatos y en la cadena de suministro de servicios.
El turismo de orfanatos
Mientras que el desarrollo del turismo sostenible ha mejorado la concienciación de los turistas de "agradecer y respetar" a las comunidades locales, también ha hecho que salgan oportunistas y una prueba de ello es la enorme proliferación del turismo de orfanatos en el sudeste asiático.
A nivel mundial, hasta 8 millones de niños viven en instituciones de este tipo, pero más del 80% de estos niños tienen padres o algún tipo de familia.
El turismo de orfanato ocurre cuando los turistas visitan orfanatos y acaban donando dinero y bienes. La demanda de "experiencias con huérfanos" a menudo incluye voluntariados en los centros donde viven los niños con la posibilidad de interactuar con los pequeños, haciendo que se conviertan en un interés turístico y que los turistas sean cómplices de la creación de orfanatos como empresas comerciales en lugar de lugares de atención para niños huérfanos.
En términos académicos, el turismo de orfanato está dentro de lo que se conoce como geografías de compasión: el turista se comporta según las preocupaciones morales y éticas centradas en motivos de justicia social.
La relación entre los turistas internacionales y los niños huérfanos en los países en vías de desarrollo surge gracias a una mezcla de marketing inteligente y de los beneficios para la conciencia del viajero. Los promotores ofrecen a los turistas experimentar la vida en orfanatos, ya sea durante unas horas o varios días, y atraen a los turistas a los orfanatos mediante imágenes emotivas, un lenguaje persuasivo o los testimonios testimonios entusiastas de visitantes anteriores.
Las buenas intenciones, el dinero y las ganas de ayudar son los ingredientes esenciales de la industria del turismo de orfanato. Por lo general, el turista cree que hay un “problema” donde puede ser "la solución" y , sin darse cuenta, se convierte en cómplice de un modelo de negocio de explotación que beneficia al propietario del orfanato mientras que se compromete el bienestar de los niños.
Muchos argumentan que los orfanatos "malos", los dirigidos por operadores sin escrúpulos que explotan sistemáticamente a los niños con ánimo de lucro, no deben dar mala imagen al resto de orfanatos “buenos”. Sin embargo, no existen orfanatos buenos: lo mejor son las instalaciones específicas para el cuidado de niños con las mejores prácticas que pueden garantizar una atención residencial de alta calidad.
Los niños menores de 12 años están mejor cuidados en familias de acogida y no en instituciones. Cuando los orfanatos reciben ayudas a través de donaciones y programas de voluntariados, muchas veces se ve comprometido el mejor interés de los niños.
En el peor de los casos, los niños son explotados a través de trabajos forzados, mendicidad forzada, la trata de personas, o el turismo sexual. En otros casos, la explotación se produce a través de una interacción forzada con los voluntarios, la pérdida del derecho a la privacidad y un mayor riesgo de abusos físicos y sexuales.
Para tratar el crecimiento de este tipo de turismo en países en vías de desarrollo hay que replantearse la idea de que un aumento de las familias o comunidades de apoyo es la mejor solución. En vez de hacer creer al turista que es parte de la solución, lo que hay que hacer es hincapié en que las visitas a orfanatos muchas veces suponen formas de esclavitud moderna.
La solución se basa en la responsabilidad común
Para acabar con el boom del turismo de orfanato hace falta la colaboración y la cooperación entre los gobiernos nacionales, las organizaciones no gubernamentales y la industria del turismo. Se requiere una cooperación transfronteriza y un compromiso en la oferta y la demanda de la industria del turismo internacional.
La solución reside en la reducción de la demanda turística para las experiencias en orfanatos: los niños no son atracciones turísticas.
Aparte del gobierno y de la industria, los viajeros también tienen gran parte de la responsabilidad. Los turistas tienen que asegurarse de que sus vacaciones son gestionadas de manera ética y de que se respetan los derechos de aquellas personas que contribuyen a su experiencia en el extranjero.
El 2017 es el Año Internacional del Turismo Sostenible para el Desarrollo y el turismo de orfanato es una herida abierta que requiere ser atendida de urgencia. Los niños son de las personas más vulnerables de la sociedad y un desarrollo que comprometa su futuro no tiene sentido.
Todos somos responsables: los turistas, los gobiernos y la industria del turismo internacional. Aunque sigue existiendo una demanda para turismo de orfanato en países en vías desarrollo y poco se hace para detenerla, cada vez va a haber más proveedores de este tipo de servicios.
Autores: Joseph M. Cheer (profesor en el Centro Nacional para los Estudios Australianos de la Universidad de Monash); Kent Goldsworthy (candidato pre-doctoral y profesor en la Escuela RMIT de Estudios Globales, Urbanos y Sociales, Universidad RMIT); Leigh Mathews (fundador de Alto Global Consulting; coordinador en ReThink Orphanages y la Universidad de Deakin); y Shivani Kanodia (investigadora en Turismo Sostenible, Universidad de Monash).
Este artículo ha sido publicado originalmente en The Conversation. Puedes leer el artículo original aquí.
Traducido por Silvestre Urbón.
Imagen | JJ Ying/Unsplash
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