La compañía eléctrica pública de la localidad británica de Bristol ha lanzado una tarifa “verde” a la que podrán acogerse sus ciudadanos para contaminar menos el medio ambiente. A partir de ahora, y si la gente se atreve, un 15% de la energía que mueve sus hogares estará generada con lo que sale del retrete de los bristolenses.
El gas verde: porque sí, ecológicamente es menos contaminante. Lo que se produce con nuestras heces es gas de metano. Al secar y procesar la materia, las bacterias de nuestros excrementos se descomponen y eso permite expulsar su metano, con un porcentaje de extracción del 60% de su biogas. Son índices de extracción similares al carbón pero mucho más bajos de dióxido de carbono. Razón por la que este material interesa en esas poblaciones que aún dependen de esta fuente energética, como le ocurre a muchas grandes ciudades europeas.
El autobús de la mierda: el “Biobus” circuló durante un tiempo por las calles de Reino Unido concienciando a la población en las alternativas energéticas a la combustión de hidrocarburos. Este automóvil funcionaba exclusivamente con excrementos (no de los pasajeros, por supuesto) y era capaz de recorrer 300 kilómetros con un solo tanque. Y no, no desprenden ningún olor.
En Colorado, también. Una flota de 40 camiones de una compañía originaria de Grand Junction circula por el país procesando estos mismos desechos. Otra muestra más de los experimentos locales llevados a cabo por industrias energéticas.
Salchichas cocinadas con heces: tres cuartos de la población de Kenia usa de forma habitual biomasa para cocinar. La materia procesada tiene forma de briquetas que se venden a razón de 50 centavos el kilo. Es tan barato como la leña o el petróleo, su combustión es más duradera y, de nuevo, no deja ningún rastro olfativo. Produce menos humo que el carbón que echas a tu barbacoa. La población está encantada no sólo por sus bolsillos: anteriormente su materia fecal acababa en los ríos y, como dicen los trabajadores de la zona, el cólera y la diarrea han desaparecido del mapa de la provincia.
Caca limitada: el problema de este tipo de energía es que su materia bruta (es decir, los desechos que generamos los humanos) no es suficiente para hacer frente a la demanda de luz y gas que exigimos en los países desarrollados. Bristol hizo sus cálculos: todas las heces de la ciudad podrán dar servicio a 8.000 hogares. Es una fuente energética que, aunque en nuestras ciudades puede ser sólo un recurso paralelo, puede ser la salvación en regiones pequeñas y rurales.
Futuro fecal: según un estudio de Naciones Unidas, el biogás disponible en las heces humanas tiene un potencial energético suficiente como para dar electricidad a 138 millones de hogares, o dicho de otro modo, un valor de 8.700 millones de euros. Dado el interés que generan las renovables ahora mismo, tal vez merezca la pena atesorar nuestros desperdicios. Y pensar que durante años hemos estado tirando por el váter toneladas de oro marrón…