Siete décadas después de su publicación, 1984 vuelve a ser un bestseller. A esta hora ocupa el primer lugar de los libros más vendidos de Amazon, un ránking que se actualiza a diario y que el legendario libro de George Orwell, inspirador de tantas distopías posteriores, ocupa de forma tiránica en dos puestos diferentes. Era cuestión de tiempo que llegáramos hasta aquí.
En el año de la post-verdad, sinónimo actualizado de la mentira política y paralelismo remoto de la "neolengua" esbozada por Orwell en su libro, la lectura política del escritor británico parece más de actualidad que nunca.
1984, en concreto, ha asaltado las listas de los libros más vendidos gracias a las declaraciones de Kellyann Conway, portavoz mediática del nuevo presidente de los Estados Unidos, a un periodista de la NBC. Según Conway, las palabras del secretario de prensa de Trump sobre el número de asistentes a la inauguración del nuevo presidente no eran "falsedades", como afirmaba el periodista, sino "hechos alternativos". En una campaña plagada de medias verdades y abiuertas mentiras, fue la gota que colmó el vaso.
Y 1984 recuperó su lugar entre los best-sellers. ¿Pero cuánto hay de exacto en el paralelismo?
1984: historia de una profecía autocumplida
Más allá del guiño irónico y casi autorreferencial de la historia de la humanidad, 1984 lleva siendo un lugar común para explicar situaciones del presente durante décadas. Su virtud: parecer siempre de actualidad.
Por ejemplo, hace escasamente cuatro años el libro volvió a escalar en las estanterías de las librerías físicas y digitales gracias a las revelaciones de Edward Snowden. En ellas, Snowden afirmaba que el gobierno estadounidense tenía las herramientas adecuadas para espiar a sus ciudadanos, y a otros mandatarios del planeta, en Internet. La idea resonaba claramente con el "Gran Hermano", el poder omnisciente y siempre atento, de 1984, de modo que el libro volvió a narrar la actualidad desde 1948 (su fecha de publicación).
El propio Snowden explicaba que 1984 era "nada" comparado con lo que había desarrollado la administración de Obama, y medios como New Yorker o The Guardian trazaban paralelismos, preguntándose si realmente estábamos viviendo en 1984 (respuesta corta: no; respuesta larga, aquí).
Dos años antes, un juez estadounidense había replicado la defensa del gobierno americano sobre la trazabilidad de individuos a través del GPS con refernencias al libro, explicando que, de ganar el caso, "producirían" un futuro orwelliano ya narrado en 1984. Durante las décadas previas, los coqueteos con 1984 y su supuesta explicación del presente estuvieron tan presentes tanto en la cultura política como popular: David Bowie, Apple presentando sus ordenadores utilizando 1984, Muse, The Jam, etcétera.
Volvemos a 1984 porque es bueno... y fácil
1984 es un blanco sencillo: un libro que habla sobre un mundo dominado por la tiranía del gobierno, la propaganda y el revisionismo histórico parece encajar como un guante en la situación actual, en la que el crecimiento del autoritarismo iliberal y de gobiernos que hacen caso omiso a la verdad está en boga.
Orwell consiguió colocarse en el imaginario popular gracias a su capacidad para relatar de forma sencilla elementos extremos de la sociedad de masas y de los estados modernos, tan magnificados en 1948 por la realidad reciente del fascismo o de la Unión Soviética de Stalin. Orwell fue capaz de colocar iconos ("neolengua", "doblepensar", "los dos minutos de odio") y un aparato gubernamental y mediático todopoderoso que tan sólo iban dos pasos más allá de la imaginación del lector. 1984 siempre ha sido plausible.
Pero también es el recurso fácil, anclado en el cliché, algo similar a "los Simpsons ya lo predijeron", cada vez que las medias verdades, las mentiras o el ciberespionaje saltan a los medios de comunicación. Volvemos a 1984 por defecto.
Lo cual está bien, pero no significa que sea el único libro capaz de sernos útil en estos tiempos por sus capacidades predictivas. En su momento analizamos si Un mundo feliz, de Huxley, no era mucho más acertado como forma de explicar nuestro presente que 1984. Y en The Atlantic ofrecen algunas otras alternativas: desde It Can’t Happen Here de Sinclair Lewis (también al alza en Amazon), un relato sobre cómo el fascismo puede llegar a EEUU; hasta Los orígenes del totalitarismo, la pieza maestra de Hannah Arendt sobre la materia.
Hay para elegir.
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