Las redes sociales se levantan contra el maltrato animal. Bastan unos minutos de un vídeo en el que una orca sale voluntariamente del agua a suelo seco para que nos llevemos las manos a la cabeza. Toda clase de conclusiones se han sacado acerca de por qué el animal se comportó de esta forma: desde que trataba de suicidarse por estar en un zoo hasta que intentaba salvarse de ser atacada por sus compañeras de hábitat.
Sin embargo, la historia de Morgan es mucho más que unos minutos de un vídeo sobre los que todo el mundo ha opinado.
Morgan: una orca perdida en el Mar del Norte
Todo empezó en el mar de Wadden, Holanda. El día 24 de Junio de 2010, los pescadores encuentran, muy cerca de la costa, un oscuro delfín errante y desorientado.
Deciden avisar a la guardia costera, y se rescata al ejemplar: se trata de una joven orca, el miembro más grande de la familia de los delfines. Hace casi medio siglo que nadie había visto una viva en la zona, y es llevada rápidamente al Dolphinarium Harderwijk, un acuario holandés que rehabilita cada año diferentes especies de mamíferos marinos.
Allí, el animal es reconocido como una hembra de entre 18 y 24 meses de edad y llamada "Morgan". Pesaba 430 kg entonces y medía 3’43 m, y mostraba el signo de desnutrición típico de los delfínidos: la "cabeza de cacahuete" (del inglés, peanut head), que se manifiesta cuando la pérdida de la gruesa capa de grasa que estos animales tienen bajo la piel es tan pronunciada, que los huesos del cráneo se marcan, provocando un estrechamiento en torno al cuello.
En menos de tres meses, Morgan llega a pesar 690 kg, interactúa con sus cuidadores y se muestra totalmente recuperada de las abrasiones e inflamaciones de su piel. Es hora de pensar en devolverla al mar.
Las orcas son, después de los seres humanos, los animales más extendidos por la Tierra, encontrándose en todos los océanos del mundo (son más abundantes en aguas frías). Comienzan a tomarse muestras de ADN que la sitúan entre Noruega e Islandia y se compara su aleta dorsal con la del catálogo de estas poblaciones (ya que es como la huella dactilar humana, única e irrepetible), así como los sonidos que emite. Sin embargo, es imposible cerrar el círculo por completo.
Llegados a un punto muerto, el Dolfinarium decide consultar con expertos en orcas (y su rehabilitación) de todo el globo: C.J. Camphuysen (Royal NIOZ, Holanda), John K. B. Ford (Cetacean Research Program, Pacific Biological Station, Canadá), Christophe Guinet (Centre National de la Recherche Scientifique, Francia), Markid Leopold (IMARES, Holanda), Christina Lockyer (The North Atlantic Marine Mammal Commission, Noruega), James McBain (Doctor en veterinaria experto en orcas, EEUU) y Fernando Ugarte (Head of Mammal and Bird Department of the Greenland Institute of Natural Resources).
Morgan no podía volver a las aguas del mar
Con enorme consenso, el equipo concluye que llevar de vuelta al mar a Morgan no es una buena idea, y recopilan una serie de factores:
Intentos de reintroducción anteriores: si bien han sido pocos, han tenido un porcentaje de éxito muy bajo.
El hecho de que un ejemplar tan joven sea abandonado en una zona donde es extraño ver orcas, lo que dificulta enormemente la localización de su familia.
El clima es enormemente desfavorable en el invierno de 2010-2011 como para salir en barco y poder monitorizar el progreso de Morgan, con lo que quedaría abandonada de nuevo a su suerte si la manada no la acepta.
Debido al estado de salud tan deteriorado que presentaba cuando llegó a Harderwijk, los cuidadores tuvieron que alimentarla de primera mano y ha desarrollado afecto por los humanos.
Cuando reintroducir al animal se vuelve imposible, se manejan dos posibilidades: la eutanasia o vivir bajo el cuidado humano durante el resto de su vida. El Departamento de Biodiversidad del Gobierno Holandés estipula que si Morgan se queda en cautividad, deberá ser bajo una serie de condiciones: con animales de su misma especie, en un espacio adecuado y bajo el cuidado de una institución educativa. El Dolphinarium Harderwijk sólo aloja cetáceos más pequeños que las orcas, así que es necesario buscarle un nuevo hogar.
Los técnicos del acuario barajan distintas posibilidades, y se deciden finalmente por el Loro Parque en Tenerife, y se emite un permiso CITES (entidad reguladora del traslado de especies exóticas y que se encarga de luchar contra el tráfico de animales) para que Morgan pueda viajar a su nuevo hogar.
En este momento, los activistas, desoyendo las recomendaciones de los científicos, recurren a los tribunales holandeses para desacreditar el permiso de traslado. La entidad denunciante es una organización llamada Orca Coalition.
Se recibe una carta de la bióloga especializada en orcas, Ingrid Visser, en contra del mantenimiento de Morgan en cautividad, a través de la Free Morgan Foundation, creada por ella misma para apoyar la causa; también se reciben nueve cartas de otros científicos que expresan la idoneidad de mantener su cautiverio como Dorian S. Houser (director de la National Marine Mammal Foundation for Conservation and Biological Research), Pascual Calabuig (Consejería de Medio Ambiente), NABU (unión conservacionista alemana), Boris Culik (naturalista), Dietmar Todt (profesor en la facultad de biología de Berlín), la GSM (Sociedad para la Conservación de Cetáceos de Alemania), Antonio Fernández (IUSA, Instituto Universitario de Sanidad Animal), Basilio Balladares (catedrático de la universidad de La Laguna) y Fernando Rosa (doctor en teoría de señal y comunicación de la universidad de La Laguna).
Un largo viaje a Tenerife tras decisión judicial
El comité independiente del Ministerio de Agricultura se sienta a analizar todos los datos, incluidos los planes de liberación presentados por Orca Coalition, que afirma que las llamadas de Morgan coinciden en un 65% con una manada de orcas noruega que sólo se ha visualizado una vez en tres años de estudio.
Finalmente, la juez analiza el caso y revisa todos los archivos, llegando a la conclusión de que la emisión del permiso CITES es adecuada y Morgan puede ser trasladada a su nuevo hogar.
Orca Coalition intenta recurrir el caso de nuevo en Noviembre de 2011. Para Marzo de 2012, Morgan se considera totalmente integrada en el grupo. En el recurso, Ingrid Visser presenta una serie de fotografías en las que se muestra la piel de Morgan con marcas de dientes de sus compañeras, pero se presentan tres informes veterinarios: uno de Loro Parque, otro de otro acuario, y por último, de un veterinario independiente belga.
La conducta de Visser es contradictoria, ya que ella misma publicó estudios sobre las interacciones sociales de orcas silvestres que ratifican que las marcas de dientes en la piel son normales en estos animales debido a su naturaleza social. Pueden deberse a simples juegos o a disputas en la jerarquía, pero se trata de comportamientos naturales. Ella misma declararía en 2015 que prefería que Morgan estuviera muerta antes que bajo el cuidado humano.
Mientras tanto, los cuidadores de Morgan en Loro Parque se dan cuenta de que algo no va bien: su dialecto no se ha alterado lo más mínimo desde que llegó (las orcas aprenden el lenguaje de la manada con la que conviven) y no responde a las señales acústicas. En Diciembre de 2012, un grupo de científicos independientes realizan un audiograma comparativo a Morgan, confirmando que sufre un déficit auditivo que podría ir desde severo hasta completo.
Esto hace que el animal no pueda ser liberado, ya que los odontocetos (cetáceos con dientes) se orientan en la oscuridad y cazan gracias al sonido. Esto podría ser lo que hizo que Morgan se perdiera en primer lugar, separándose de su familia o siendo abandonada por su discapacidad.
Orca Coalition, después de perder todos los juicios que cuestionaban el envío de Morgan a Loro Parque, ratifica que no seguirá apelando: es cuando la Free Morgan Foundation, con Ingrid Visser a la cabeza, toma el relevo, visitando el parque cada cierto tiempo para fotografiar a Morgan y resaltar cada marca (por pequeña que sea) de su piel, ante lo que Loro Parque vuelve a pedir a un veterinario independiente (Andrew G. Greenwood) que examine a Morgan. Éste no encuentra nada preocupante ni fuera de lo normal en la conducta o en el estado físico del animal.
En Abril de 2014, tras cinco apelaciones por parte de las organizaciones que pedían la liberación de Morgan, el tribunal de Holanda llega a un veredicto final e inapelable: todos los permisos para su traslado estaban en regla, el animal está sano y vivirá bajo el cuidado humano.
El fin de la disputa judicial, el inicio de la mediática
Ante la imposibilidad de actuar por lo legal, las organizaciones comienzan una campaña que consiste en sacar de contexto cualquier vídeo o fotografía de la orca. Hace unas semanas, circuló un vídeo en el que Morgan golpeaba la compuerta de salida de una de las piscinas. Según los activistas, el animal trataba de autolesionarse, pero en el vídeo aparece otra orca, un macho, en la piscina contigua. Se trata de un comportamiento más parecido al de un perro rascando una puerta que a un intento de autolesión, evidentemente.
Otros dos vídeos surgieron recientemente: Morgan salía fuera del agua voluntariamente y se quedaba quieta, sobre suelo seco. Sobre estos vídeos se ha dicho de todo, desde que intentaba suicidarse hasta que trataba de salvar su vida huyendo de las otras orcas que la “maltratan” (esto último dicho por Ingrid Visser).
En el vídeo más antiguo (tomado en febrero), Morgan sale del agua en una de las piscinas traseras, en la que se encuentra otra orca también, pero deja la cola dentro, a su alcance, por lo que no sería muy coherente pensar que trata de huir de ella. En el más reciente, se encuentra en la piscina donde tiene lugar el show, y en ese momento, no se ve ninguna otra orca en la piscina de la que pueda huir.
Por otro lado, el suicidio es una conducta enteramente humana, y el instinto animal siempre les lleva a agarrarse a la vida. Según un ex entrenador del parque, George Goldspink, Morgan (al igual que otras orcas, entre ellas sus compañeras) emplea este comportamiento para jugar y para reclamar la atención de sus cuidadores. Tenemos que tener en cuenta además, que al ser sorda, se servirá mucho más de la vista para desenvolverse que de cualquier otro sentido, por lo que podría estar localizando a sus compañeras y cuidadores así.
A día de hoy, se estima que Morgan tiene diez años y continúa viviendo en Loro Parque, siendo una más de la manada y ayudando a los científicos a comprender un poco más sobre esta especie.
Enlaces de interés:
Trabajo de rehabilitación y recuperación de cetáceos varados del Dolfinarium Harderwijk
Peso, medidas y estado de Morgan el día del rescate + comparación de la aleta dorsal
Informe científico sobre la poca viabilidad de la reintroducción en el medio (también repasa el caso desde cero y sitúa al lector sobre biología básica de estos animales)
ASCOBANS (Departamento de Biodiversidad del Gobierno Holandés) elabora una carta para los activistas que siguen pidiendo la liberación de Morgan
Fotos | Loro Parque, PETA, Gtresonline, Estel Moore
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