40 años de deshielo de la Antártida vistos desde el espacio: así se derrite el continente

Al contrario que el hielo del ártico, cuyo retroceso es prácticamente incontestable entre los círculos científicos, el consenso alrededor del estado del hielo de la Antártida es menor. Sabemos que hay partes del gigante continente helado que han ganado volumen de hielo durante las últimas décadas, especialmente en el este, pero también que otras han tenido menos suerte y que han sufrido enormes pérdidas. Es el caso del oeste continental y de la península antártica. Y allí donde el hielo retrocede, lo hace de forma espectacular.

Un grupo de investigadores ha empleado las imágenes satelitales de la NASA tomadas durante las últimas cuatro décadas para medir el impacto real del deshielo en el oeste antártico. Su objetivo era obtener un cuadro fidedigno del proceso, comprobando hasta qué punto las "grounding lines", es decir, el punto donde las plataformas de hielo flotantes quedaban adosadas al suelo continental marino, habían retrocedido. El resultado no por esperado es menos preocupante: la siguiente imagen, del mar de Bellingshausen (frente a la península antártica) muestra la línea costera continental en 1975 y en 2016.

1975.
2016.

¿No es suficientemente evidente el retroceso? Ok: aquí se puede explorar un montaje superpuesto desarrollado por la propia NASA. Y a continuación, puedes comparar ambas imágenes. A la izquierda, 1975, a la derecha 2016.

Y ahora, superpuestas:

Tal y como explican los autores del estudio, la gran cantidad de imágenes obtenidas por satélites disponibles para su libre uso ha permitido poner imágenes allí donde, con anterioridad, los científicos sólo tenían mediciones e intuiciones. El equipo se valió de las imágenes recopiladas por los dos satélites ERS de la Agencia Espacial Europea y de los satélites CryoSat-2. Los resultados han sido publicados en Geophysical Research Letters, y son preocupantes: en 40 años, la costa del mar de Bellingshausen, las "grounding lines", han retrocedido alrededor de un 65%. Es una pérdida notable.

Ahora bien, ¿es determinante? Como decíamos al inicio del artículo, otros estudios han comprobado que, mientras el oeste antártico pierde mucho hielo, el este lo está ganando en la misma proporción, cuando no en mayor medida. Entre 1992 y 2001, el continente ganó 112.000 millones de toneladas de hielo. Y entre 2003 y 2008, 82.000 millones. La cuestión es si las ganancias netas en el este lograrán compensar las abusivas pérdidas en el oeste. Los propios autores del estudio en cuestión lo ponen en duda: si el ritmo de deshielo continúa a este ritmo, en unos 20 o 30 años el aumento en el este no podrá neutralizarlo.

De forma simple: el crecimiento del este es a largo plazo, derivado de procesos de acumulación y concentración milenarios, mientras que el deshielo del oeste es inmediato y precipitado durante las últimas décadas.

En gris, las plataformas de hielo.

El problema son las plataformas de hielo, los gigantescos bloques de hielo de decenas de metros de alto y centenares de metros de espesor, y que flotan sobre el océano, pero que continúan adosados a los glaciares que sí reposan sobre la tierra. Son gigantescos pedazos de hielo flotando al lado de la Antártida continental, y los más grandes se encuentran en el oeste. Durante los últimos treinta años se han despedazado de forma más grave, acelerando el empuje de los glaciares y del hielo continental al océano, donde contribuyen al aumento del nivel del ma (cuyas implicaciones a largo plazo son graves).

En el proceso, esas líneas de apoyo claves buscadas por los autores del estudio que abre el artículo, retroceden. Está explicado aquí:

El aumento de las temperaturas termina con las plataformas flotantes, que ya no ejercen de tope al glaciar. Cuando desaparecen, los glaciares tienen vía libre para perder masa y perderse en el océano. Es el proceso que el oeste del continente lleva viviendo varias décadas, el que muestran las imágenes de la NASA.

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